Donald Davidson. De la verdad y de la interpretación.

marzo 11, 2020

Donald Davidson, De la verdad y de la interpretación
Gedisa, 1995. 286 páginas.
Tit. or. Inquiries into truth and interpretation. Trad. Guido Filippi.

Recopilación de artículos de filosofía del lenguaje que, lo confieso, me ha superado por completo. El nivel es más alto de lo que mi corta inteligencia puede asumir y sólo he comprendido parcialmente los artículos más divulgativos. El resto bien podrían estar escritos en ruso.

Eso sí, lo que he podido entender me ha parecido estimulante. Pero no doy para más.

Para valientes. Algún artículo: Donald Davidson

Volvamos al dilema. Es aquí donde parece que no podemos pasárnosla sin el concepto de referencia. Además de cualquier otro punto que pueda abarcar, una teoría del significado debe incluir una consideración de la verdad: un enunciado de las condiciones bajo las cuales una oración arbitraria del lenguaje es verdadera. Por razones bien conocidas, una tal teoría no puede comenzar explicando la verdad para un número finito de oraciones simples y luego asignar verdad al resto de las oraciones en base a las simples. Es necesario, y en cualquier caso sería deseable, analizar las oraciones en sus elementos constituyentes —predicados, nombres, conectivos, cuantificadores, functores— y mostrar la forma en que el valor de verdad de cada oración deriva de rasgos de los elementos y de la composición de los elementos en la oración. Luego, la verdad depende claramente de los rasgos semánticos de los elementos: y donde los elementos son nombres o predicados, ¿qué rasgos pueden ser relevantes sino la referencia? Explicar las condiciones de verdad de una oración como «Sócrates vuela» debe equivaler a decir que es verdadera si y sólo si el objeto referido por «Sócrates» es uno de los objetos referidos por el predicado ‘Vuela».
Una teoría de la verdad del tipo que acabo de mencionar muestra efectivamente cómo las condiciones de verdad de cada oración son una función de los rasgos semánticos de los ítem de un vocabulario básico finito. Pero se dice a menudo que una teoría así no explica los rasgos semánticos del vocabulario básico. En una teoría de la verdad hallamos aquellas cláusulas recursivas familiares que especifican, por ejemplo, que una conjunción es verdadera si y sólo si cada conyunto es verdadero, que una disyunción es verdadera si y sólo si al menos uno de los disyuntos es verdadero, y así por el estilo. (De hecho la teoría debe explicar cómo trabajan los conectivos tanto en oraciones cerradas como en oraciones abiertas, y por lo tanto la recursión se aplicará a la relación de satisfacción antes que directamente a la verdad.)
Sabemos que la teoría debe implicar una oración T aun para los casos más simples, como por ejemplo:
(T) «Sócrates vuela» es verdadera si y sólo si Sócrates vuela.
Si nada se dice de los constituyentes, ¿cómo se las arregla la teoría con casos así? Bueno, una forma podría ser ésta: el vocabulario básico debe ser finito. En particular, luego, sólo puede haber un número finito de predicados simples y un número finito de nombres propios (términos singulares inestructurados, sin contar las variables). Entonces es posible hacer un listado de oraciones consistentes en un nombre propio y un predicado básico. Se sigue que una teoría puede implicar cada oración del tipo (T) gracias al hecho de tener cada oración así como axioma. Resulta claro que este método evita (hasta ahora) toda apelación al concepto de referencia, ni logra echar luz alguna sobre el mismo.

Los predicados se presentan en cualquier grado de complejidad, puesto que se los puede construir a partir de conectivos y de variables; y los términos singulares constantes pueden ser complejos. Luego el método que estábamos explorando recién fracasará en general en sus funciones. En el caso de los predicados, el método de Tarski, como sabemos, involucra el recurso al concepto de satisfacción, una relación entre predicados y n-tuplos de entidades para las cuales los predicados son verdaderos (en realidad, se trata de secuencias de los mismos). La satisfacción es obviamente muy parecida a lo que es la referencia para los predicados: en efecto, podríamos definir la referencia de un predicado como la clase de aquellas entidades que lo satisfacen. El problema está en que una teoría absoluta de la verdad no ilumina realmente la relación de satisfacción. Cuando la teoría viene a caracterizar la satisfacción para el predicado «x vuela», por ejemplo, nos dice meramente que una entidad satisface «x vuela» si y sólo si esa entidad vuela. Si solicitamos una mayor explicación o análisis de la relación, nos veremos decepcionados.
El hecho de que una definición absoluta de la verdad no logre producir un análisis del concepto de referencia puede verse a partir de lo siguiente: si uno imagina un nuevo predicado sumado al lenguaje —o un lenguaje exactamente igual al viejo, excepto por contener un único predicado más— la consideración de la verdad y de la satisfacción ya dadas no sugieren cómo pasar al nuevo caso. (Esta afirmación no es aplicable a las cláusulas recursivas: ellas dicen en general cuándo es verdadera una conjunción, no importa cuáles los conyuntos.)
El hecho de que la satisfacción, a la que hemos estado considerando caracterizada recursivamente, pueda recibir una definición explícita (mediante la técnica de Frege-Dedekind) no debe llevarnos a pensar que se ha captado un concepto general. Y esto porque la definición (al igual que la recursión que la sirve) limitará explícitamente la aplicación de la satisfacción a una lista finita y fija de predicados (y compuestos de ellos). Así, si una teoría (o definición) de la satisfacción se aplica a un lenguaje dado y luego se agrega un nuevo predicado, digamos, «x vuela», sucederá que «x vuela» no se verá satisfecho por un objeto que vuela, ni por ninguna otra cosa.
Afirmaciones análogas valen para los términos singulares constantes. Ciertamente, si hay términos singulares complejos será necesario caracterizar una relación como la referencia, usando cláusulas recursivas como: «el padre de» concatenado con un nombre a refiere al padre de lo que a refiere. Pero para los nombres propios básicos, simplemente habrá otra vez una lista. No se analizará qué es para un nombre propio referir a un objeto.

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