Abada, 2017. 286 páginas. Tratado sobre los robos de libros que empieza por robar el título de otro libro (guiño, guiño) y nos ofrece una panorámica de tipos de delincuentes, los peligros que corren los libros, ladrones famosos y terribles, y cómo protegerlos. Insiste varias veces, y con razón, en que robar libros no denota un espíritu bohemio y cultural. Que no hay nada sublime en robar -que se lo digan a los libreros- aunque muchos escritores presuman de haberlo hecho. Y que aunque en algunos casos podamos mirar al ladrón con algo de simpatía (como el que roba en un supermercado porque tiene hambre) en la mayoría de ocasiones no hay nada romántico: sólo un aprovechado que quiere ganar dinero. Aprovechados hay muchos en este libro, gente que utilizó su bibliofilia para ganarse una pequeña fortuna, saqueando bibliotecas y vendiendo libros raros. Desde el que iba con un cutter y robaba mapas y grabados (sin que casi nadie se diera cuenta porque el libro quedaba en su sitio) hasta el que se hizo nombrar bibliotecario para robar a manos llenas. Toda una galería de personajes curiosos e interesantes. El autor es poco dado a la síntesis y en ocasiones…