Julio Cortázar. Fantomas contra los vampiros multinacionales.
Sin categoría / septiembre 19, 2007

Ediciones Destino, 2002. 99 páginas. Antiglobalización En enero de 1975 se reunía por segunda vez el Tribunal Russell II. Si el primero fue creado por el famoso matemático y filósofo Bertrand Russell para investigar los crímenes cometidos por las tropas americanas en Vietnam, el segundo se constituyó para investigar las violaciones de los derechos humanos en diversos países de América Latina. Julio Cortázar fue miembro de esta segunda edición del tribunal y, temiendo que las resoluciones no tuvieran la difusión que se merecían, tuvo una idea brillante. Había estado leyendo un cómic de Fantomas, y decidió construir una especie de novela-collage, intercalando narración y páginas de tebeo. El texto es una denuncia de los abusos de las multinacionales y le sirve de escaparate para hacer llegar a todo el mundo las conclusiones del Tribunal. Hoy, que está tan de moda el término globalización, no está de más recordar que hace más de 30 años ya se alzaban voces contra el abuso de las multinacionales sobre los derechos de los pueblos. Aunque no es lo mejor de Cortázar, su lectura es recomendable aunque sólo sea como ejercicio de memoria histórica. Escuchando: Finlandia. Sibelius. Pueden leer el libro entero aquí, las conclusiones…

Ignacio Vidal-Folch. Turistas del ideal.
Novela / agosto 29, 2007

Ediciones Destino, 2005. 292 páginas. Revolucionaros de escaparate Este no es el primer libro que comento aquí de Ignacio Vidal-Folch, y además tengo pendiente No se lo digas a nadie. En esta ocasión el libro me lo regaló mi amigo y vecino Javier, así que desde aquí ¡gracias! Vigil es un escritor comunista de novelas policiacas que viaja a Tierras Calientes para apoyar a el Capitán, un revolucionario culto y encapuchado. En el hotel donde se aloja se encontrará con otros intelectuales que han venido a apoyar el movimiento: Colores, un cantautor canalla al que le va la cocaína y Augusto, un escritor portugués galardonado con el Toison de Oro de las letras Europeas. ¿Les suena? Aunque el autor insita en decir que Los personajes son fruto de la imaginación del escritor y no se corresponden con personas reales no hace falta ser un lince para reconocer a Manuel Vázquez Montalbán, el subcomandante Marcos, Joaquín Sabina y José Saramago. Como dice la crítica del libro en Letras libres, quizás hay un exceso de realidad. El título del libro hace referencia a una realidad de fácil comprobación; acudan a cualquier ONG del llamado primer mundo y se encontrarán a cientos de…

Empar Moliner. L’ensenyador de pisos que odiava els mims.
Cuentos / septiembre 19, 2006

Edicions Destino, 1999. 229 páginas. Mimo bueno, mimo muerto Fan confeso como soy de Empar Moliner emprendía la relectura de su primera obra con cautela. Con este libro con el que me enamoré -literariamente hablando- de esta autora ¿me seguiría gustando? ¿O habría magnificado su recuerdo? Veamos los cuentos que aparecen en este libro y un breve resumen de cada uno de ellos: L’ensenyador de pisos que odiava els mims Un mimófobo que trabaja como enseñador de pisos tiene un diabólico plan para exterminarlos a todos. Los de Quito Tres chicas que trabajan en el ayuntamiento van a un festival de teatro a ver que es lo que pescan. Abulàfia Los Pujol, una pareja joven y enamorada, se encuentran con los muebles de una vecina a la que han desalojado y roban un ordenador. Final de curs La Concep es la profesora encargada de la función de final de curso de la escuela. Y no es casualidad que el mejor papel lo tenga el hijo del padre más atractivo. Alarma El intercambio de parejas puede ser muy excitante, pero también se corren ciertos riesgos, claro. Vols un canvi d’estil? Después de un cambio de estilo en la peluquería, la Concep…

Empar Moliner. Feli, esthéticienne.
Novela / julio 21, 2006

Ediciones Destino, 2000. 276 páginas. Mujeres desesperadas Hace más de un año que tenía planeado hacer un especial Empar Moliner en el Cuchitril. Tengo todos sus libros menos este de Feli, esthéticienne que encontré el otro día en la biblioteca. Ha sido el último que he leído -o releído- pero es tal el caos que tengo por motivo del traslado múltiple de mi casa y despacho que va a ser el que voy a reseñar primero. Aunque creo que ya he abierto todas las cajas, todavía hay libros que no he encontrado. El talento de Empar para el cuento es innegable pero ¿qué tal se defenderá en una novela? Pues estupendamente. La mayor extensión le permite desarrollar una serie de personajes cotidianos pero extravagantes. ¿Se imaginan a un culturista que se convierte al budismo tras encontrar una imagen de Buda en un jamón? ¿A una trabajadora social todavía virgen con más de treinta años obsesionada con los juegos olímpicos de Barcelona 92? ¿Un dramaturgo en ciernes que cada vez que le surge una oportunidad de follar no puede por llevar los calzoncillos sucios? Pues todo eso y mucho más lo encontrarán aquí. La única crítica que se me ocurre es…

Andrés Trapiello. Al morir Don Quijote.
Novela / octubre 10, 2005

Ediciones Destino, 2004. 412 páginas. Fallido homenaje Ya se ha comentado otro libro de Trapiello en estas páginas. No estaba mal. Le regalé a mi mujer ‘Las vidas de Cervantes’, y le gustó mucho. Así que al ver este libro en la biblioteca lo cogí con cierta ilusión. Menuda decepción. El libro comienza justo donde acaba la segunda parte del Quijote. Recoje los personajes y los lanza a andar. Con peor fortuna que otra cosa, porque el libro se me caía de las manos a cada momento y todavía no sé como lo conseguí acabar. Como dijo Arguez, si al hablar no has de agradar, mejor callar. Empecé a leerme el Quijote, en parte, para quitarme el mal sabor de boca de este libro. Les dejo con unas citas porque, como se dice en el Quijote y aquí también, ‘No hay libro tan malo que no tenga algo bueno’. Dicho eso, abrió una alacena donde guardaba lo menos cien libros, mientras Sancho, sentado frente a la mesa, se admiraba en silencio de ver todos aquellos volúmenes, algunos de tamaño infolio. Y como no era hombre que pudiera estarse callado mucho tiempo, picado como estaba por la curiosidad, acabó preguntando. —¿Y…