Lorenzo Silva. El lejano país de los estanques.

octubre 26, 2007

Ediciones Destino, 2006. 288 páginas.

Lorenzo Silva, El Lejano País de los Estanques
El primer caso del sargento Bevilacqua

Como JJ es un fan de Lorenzo Silva ya comenté por aquí La flaqueza del bolchevique, que me gustó pero no como para tirar cohetes. Debería haber empezado con las novelas de Bevilacqua, porque la novela negra me tira más.

Ahora es un personaje conocido, pero cuando Silva escribió este libro a Bevilacqua todavía le quedaba mucho por recorrer. Todos tenemos una primera vez, y para su debut literario nos encontramos con la muerte de una extranjera en una urbanización mallorquina. Acompañado por la entonces inexperta agente Chamorro deberán investigar en el mundo nocturno para descubrir quien está detrás del crimen. Porque como en toda buena novela policiaca, no todo es lo que parece.

El acierto del autor estuvo en crear un detective castizo, miembro nada menos que de la Guardia Civil, y dotarle de la suficiente inteligencia y profundidad psicológica como para hacerlo atractivo. En este aspecto le debe mucho al Carvalho de Vázquez Montalbán, pero sin el cinismo ni el desengaño de aquel. Melancolías, las justas. Un eficiente pero particular agente del orden y una compañera atractiva que le hace de contrapeso.

Mi hermano me lo regaló junto con otros dos que ya he leído. Seguiremos informando.

Escuchando: Los lunes de Octubre. La fuga.


Extracto:[-]

—Si te sientas y me concedes un minuto te cuento una cosita que sí la tiene. Aparcamos a los vagabundos por ahora. Te vas a Mallorca.

—Con todo respeto, mi comandante, no entiendo por qué se ensaña así conmigo. De haber sabido que no quería que me tomara las vacaciones en la primera quincena nunca lo habría hecho, se lo juro.

—Déjate de chorradas. Esto te va a divertir, y no es lo que te temes. No vas a tener que trabajar de camarero en el Club Náutico, si te olías eso. Ni siquiera es en Palma. Te mando a una cala no demasiado grande, en el este de la isla.

—¿A quién le han dado?

Pereira se tomó su tiempo. Ya habían pasado las ocho de la tarde y debía estar hasta las narices después de un largo día, pero ahora venía el momento en que empezaba a disfrutar. Era de esa clase de gente que se aburre como un muerto hasta que le llega algún asunto turbulento y se ve en situación de dosificarlo ante quien sabe que está ansioso por conocer los detalles. He de reconocer que a mí también me atraen los asuntos turbulentos, y que después de diez días de aburrimiento casi constante no podía reprimir mi interés.

—La muerta es una austriaca, turista, p lo que fuera. Veinticinco años y estaba así de buena.

Pereira me echó un sobre con las fotos. En ellas se veía a la muerta suspendida de la cuerda y sobre la mesa de autopsias. El comentario de Pereira, aunque irrespetuoso, era pertinente. De todas las fotos de cadáveres que había visto en mi vida, ninguna me había ofrecido una sensación comparable. La belleza de la muchacha se sobreponía al horror de la muerte. Los dos balazos eran tan pequeños que si se entornaba un poco los ojos se tenía la impresión de estar contemplando la fotografía de una escultura un tanto macabra, de acuerdo, pero también sugerente sobre todo aspaviento. La piel de la difunta era de una blancura exagerada. Como luego hubo ocasión de confirmar por varios testimonios, no se debía a la falta de riego sanguíneo, sino que la había distinguido ya en vida. Otra cosa singular, para una austríaca, era que tenía el pelo negro como el betún, tirando a azulado.

—¿Cuándo? —pregunté.

—Hace tres días. Se llamaba Eva Heydrich y había venido en un yate, desde Italia, hace un par de semanas. El yate volvió a su puerto la semana pasada y ella se quedó viviendo en el chalet donde la encontramos haciendo de péndulo. La colgaron del techo con una cuerda corriente, nada que ver con aparejos náuticos. El chalet fue alquilado por una suiza de cincuenta y ocho años llamada Regina Bolzano, que entró en la isla por avión procedente de Milán y que todavía no ha salido, que sepamos. Desapareció sin dejar dirección el mismo día del crimen.

7 comentarios

  • bro octubre 27, 2007en9:06 am

    Hombre!!

    he salido!!

    jajajaja ya soy famosooooo

  • Elena octubre 27, 2007en11:47 pm

    De Lorenzo Silva sólo he leído El alquimista impaciente, y recuerdo que me gustó sin llegar a entusiasmarme. No me termina de convencer este autor, ya nos contarás qué te parece este libro.

    Un saludo

  • Palimp octubre 28, 2007en11:47 am

    Bro, no es la primera vez que sales 🙂

    Elena, no es un autor que me apasione, pero como la novela negra me gusta creo que estos tres libros están bien. Quizá no para tirar cohetes, pero los he disfrutado.

  • JJ octubre 28, 2007en6:18 pm

    Fan con ciertos reparos, aunque es cierto que lo tengo casi todo. Este está bien, como primero de la serie.

  • Palimp octubre 28, 2007en8:30 pm

    Son libros muy correctos y con bastantes aciertos. Los ingredientes justos para hacer una buena novela negra.

  • bro octubre 29, 2007en7:37 am

    lo se, pero me ha recordado a cuando hablas de las editoriales o los escritores que te regalan libros 😉

    Se que mi opinión no es comparable a las de el resto, ya que no me considero un gran lector, pero para mi este tío sabe crear personajes que te seducen de una manera u otra. Puede que su estilo literario no sea perfecto, pero sabe conducirte muy ben por la historia.

  • Palimp octubre 30, 2007en10:26 am

    Tú si que me has regalado buenos libros… el de axiomático era muy bueno, pero no lo puedo reseñar porque no se dónde lo he metido.

    Como te digo, a mí me gustaron. Me leí los tres de un tirón, de hecho.

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