Grupo editorial AJEC, 2006. 268 páginas.
Como recordarán los lectores veteranos esta bitácora empezó en Bloxus, hermana pequeña de Blogalia (que, por cierto, ya ha cumplido cinco años: felicidades). Allà conocÃ, entre otros, a Pedro Marchán (que hace poco ha abandonado la bitácora por más altos menesteres) y a una curiosa bitácora sobre La orden de la Jitanjáfora, que parecÃa el diario de un alumno de una ignota facultad de magia. Su autor era Sergio Parra y era el germen de lo que serÃa este libro.
Tras un breve trabajo para una compañÃa de estudios de mercado a Conrado Marchale, drogadicto en proceso de recuperación, se le plantea una atractiva y misteriosa oferta… Junto a Adolfo Figueredo y tras pasar una dura iniciación entraran cual Harry Potters talluditos en una prestigiosa universidad de magia. Pero ¿Existe en realidad la magia?
El libro va más allá de la parodia para construir una historia con entidad propia, sorpresa final incluÃda. Las asignaturas (CinesiologÃa, Dialéctica y control de hilos, MnemologÃa Positiva y Negativa…) son uno de los hallazgos del libro. Los bandazos del protagonista y el desafÃo final ayudan a darle ritmo y consiguen que no decaiga el interés.
Con todo, una pequeña crÃtica. Es difÃcil exponer de manera verosÃmil algunos de los logros maravillosos de los magos, que al lector pueden parecerle -a mà me sucedió- menos impresionantes que a los personajes del libro.
Si han llegado a empacharse con el amigo Harry, aquà tienen un buen antÃdoto.
Escuchando: A Cuadrilla de Pepa a Loba. Heredeiros da Crus.
Extracto:[-]
Fassbinder no era muy alto y sin embargo su cabeza cuadrada correspondÃa con la de un hombre de dos metros de altura y cuerpo de jugador de rugby. Pasaba de los cuarenta años pero su rostro parecÃa el de un adolescente con las hormonas dislocadas: inflamaciones, enrojecimiento de la piel, espinillas purulentas, quistes butÃricos y mucoides, vesÃculas y otras dermatosis más severas, como un eczema en los labios que le conferÃa cierta apariencia de payaso. ParecÃa como si alguna sustancia vesicante le hubiera salpicado la cara o se hubiese caÃdo de bruces en un campo de ortigas.
También su traje resaltaba con una pechera de armiño constelada de botones de orfebrerÃa azul emperatriz y lanas teñidas de malva sembradas profusamente de boliches, cabezas de galgos y enormes dados.
Hablaba Fassbinder como un robot, siempre con el mismo tono y la misma velocidad, al igual que si estuviera leyendo un guión ya escrito la noche anterior pero no poseyera dotes interpretativas. Lo más curioso es que ese guión seguramente sà lo hubiera escrito hacÃa años y lo repetÃa en cada clase, leyéndolo de su mente. Un guión que tal vez no sólo comprendÃa aquella presentación de la asignatura sino todos los dÃas subsiguientes. Todo el año lectivo. La vida misma.
— Comienza aquà la lección de MnemologÃa Positiva y Negativa. Su duración será de un semestre, luego podrán practicar el tiempo que crean oportuno. Porque, recuerden (sÃ, sobre todo recuerden bien cuando digo la palabra recuerden) un buen hechicero se caracteriza por su memoria. La impronta de la memoria, el registro sináptico, el enagrama bioquÃmico les permitirá asimilar pociones, la orografÃa del Torneo Mencorp o los vericuetos de una batalla dialéctica. Y la MnemologÃa Negativa les ayudará a desembarazarse de lastres que mermen sus capacidades intelectivas, a borrar y eliminar para siempre recuerdos luctuosos, traumas, hechizos autodestructivos, cualquier cosa susceptible de ser registrada por sus circunvoluciones cerebrales.
»Seguro que todos ustedes han empleado en alguna ocasión un truco para recordar algo. Un cordel anudado en el dedo, una nota en la puerta de la nevera. No obstante, un hechicero sólo tiene y debe tener su cerebro, no necesita de artimañas pueriles, siempre está concentrado, recuerda lo que quiere, recuerda que lo recuerda y recuerda por qué lo recuerda. Aquà aprenderán a registrar en audio y video los fragmentos de todas las asignaturas que les impartan sin recurrir a apuntes u otros dispositivos de grabación o condensación de información.
»Dejando a un lado los trucos ingenuos para recordar números, fechas y demás, existen dignÃsimos ejemplos de personajes que han luchado por ampliar su capacidad mnemótica. Cuenta Séneca que hubo un patricio (cómo me gusta la palabra patricio) que deseaba ampliar su memoria y, obsesionado con ello, hizo que cada uno de sus esclavos aprendiera de carrerilla uno de los libros de su biblioteca. Era algo asà como transformar en neuronas suplementarias al resto de la gente, ¿no creen? Eso me hace recordar el sistema de juego del Torneo Mencorp. Pero no adelantemos acontecimientos.
7 comentarios
Juan Pablo,
Estoy intentando mandarte un email pero parece que no funciona el que tengo.
Por favor contacta conmigo a través del email que te he adjuntado.
Muchas gracias, Javier
Te he escrito un correo.
Enhorabuena palimp. Me encanta tu página.
Nos conocimos en una quedada en Lletraferit organizada por Iván para escuchar pacientemente a Manuel Lozano. Desde entonces he entrado varias veces en tu blog y debo reconocer que está entre las mejores que he visitado.
Un saludo
Gabriel
Y prologado por Juanmita, je, qué gracia :DDDDDDDDD
Gabriel, gracias por el piropo. Se hace lo que se puede.
Juan Pablo,
No me ha llegado tu correo…por favor vuelve a enviarlo.
Gracias
Ahora parece que sà 🙂