Óscar Terol era una de las caras visibles del programa de humor Vaya semanita, cuyas primeras temporadas tenÃan un humor fresco, gamberro, que se metÃa con todo el mundo y con mucho salero. Leà este libro por ver si seguÃa el mismo rumbo, pero no. Las gracias son aquà de sal más gruesa y me han parecido menos divertidas.
Lectura agradable, pero esperaba más. Una reseña más elogiosa aquÃ: Todos nacemos vascos
Entretenido.
¿SE PUEDE SER VASCO Y VEGETARIANO?
SÃ, se puede, pero si usted presenta estas dos condiciones juntas será un ciudadano de segunda a los ojos de los demás vascos o, por lo menos, de la mayorÃa. Quizás usted siempre se sintió vegetariano, pero no tuvo ocasión de vivirlo con total libertad, quizás su inclinación vegetariana le venga de unos años a esta parte… En cualquier caso, si es un vegetariano convencido y necesita gritarlo a los cuatro vientos, ha llegado el momento de que todos lo sepan. Es hora de ser valiente, de «salir de la despensa»:
—Ama, tengo que decirte algo…
—Vamos a comer y me lo cuentas. Mira qué rico pollo de caserÃo tenemos hoy.
—Se me ha ido el apetito, es que estoy nervioso.
—¿Cómo se te va a ir el apetito? Si es tu plato preferido: pollo de caserÃo. ¿No habrás almorzado?
—A mà nunca me ha gustado el pollo, y menos de caserÃo.
—¡¿Cómo?!
—No, siempre lo he comido a la fuerza, por comer. Eso es lo que querÃa decirte: soy vegetariano.
—No puede ser, no puede ser. ¿Y esos chuletones que te traÃa del carnicero cuando…?
—Me daban náuseas. A mà lo que me gusta en realidad es la guarnición. Estas pasas del pollo tienen una pinta… Éstas sà las voy a probar. ¿De Corinto, no?
Desde aquà sólo podemos desearle ánimo, sea valiente, exprese a la sociedad su sentir respecto a la comida. Puede que no le comprendan, incluso que no le acepten, pero, en el fondo, cualquier vasco estarÃa encantado de sentar a un vegetariano a su mesa, créalo, sobre todo si hay una cazuela de angulas para repartir entre muchos.
Ah, y no señale con el dedo a otros vegetarianos de su alrededor, no haga outing con ellos, es decir, sacarlos a la fuerza de la despensa, salvo que estén sentados en su misma mesa y sigan quedando angulas para repartir.
Como también es singular que la tradición sea la responsable de que ninguna empresa se haya atrevido a abrir un bufé libre en el PaÃs Vasco. Esas marquesinas tan populares en zonas costeras con el sugerente eslogan «Coma tanto como pueda», retando al comensal a repetir tantas veces como le apetezca, nunca se han visto en las calles vascas. ¿Por qué? Porque bastarÃa un solo vasco para llevar a la quiebra al restaurante y a toda la empresa que lo franquició. Por eso, siempre que se retransmite por televisión un concurso de comer perritos calientes, las imágenes son de California o de cualquier otro lugar lo más alejado posible de los vascos.
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