Matías Candeira. La soledad de los ventrílocuos. (I)

abril 22, 2007

Cuando se muere la nevera

Un día va la nevera y se muere, en un gesto incomprensible. Ahora es por la mañana, muy temprano, y la familia en pleno -los dos hermanos, los padres, hasta el gato marrón- observa cómo se desliza esa enorme hemorragia de agua color violeta por toda la cocina, o, posada en el mango plateado, esa manada armónica de moscas que a cada poco se mueve, aletea, esperando su turno.

Este cuento ha aparecido -y muy bien acompañado- en el libro Parábola de los talentos, por desgracia no muy fácil de encontrar -los habituales problemas de la distribución en este país-, aunque parece que se puede conseguir en la casa del libro. Una familia asiste impotente a la muerte de la nevera, y todavía anonadada deberá acompañarla hasta el lugar de su último reposo. No son los únicos que tienen que dar el triste adios a los objetos queridos.

Un agujero en mitad de mi mujer

Fragmentos en proceso de revisión

¿Qué hacer si cerca del ombligo de tu mujer aparece un agujero que se dedica a cantar boleros? ¿Si ella ha comprado un muñeco de un niño burundés? Si en el realismo mágico se introducían hechos irracionales en una narración típicamente realista, en este cuento asistimos al proceso inverso. Una situación totalmente irreal que se desarrolla con una cotidianiedad pasmosa. La historia podría funcionar igualmente bien prescindiendo de agujeros y niños, pero su inclusión proporciona una increíble mezcla de lirismo y humor, surrealismo y melancolía. Uno de mis cuentos preferidos, no sólo de Candeira, de todos los que he leído.

Flores, señor…

Fragmentos en proceso de revisión

La ciudad está sufriendo un ataque, la están bombardeando. Sólo que los muros no crujen, la gente no grita: los están bombardeando con flores… muchísimas flores. A caballo entre la ciencia ficción y el teatro del absurdo, los diálogos entre Androniev y el señor X podrían decirlos Vladimir y Estragon si estuvieran esperando a Godot en una estación espacial perdida.

La soledad de los ventrílocuos

Fragmentos en proceso de revisión

Padre e hijo (pero ¿quién puede decirlo?) conversan en la soledad de un espacio indefinido. ¿De dónde han venido? ¿Dónde iran si la misteriosa mano -que hace un año se llevó a Mastropiero- viene a por ellos? ¿Puede alguien ser dueño de su destino? Un cuento excelente que cierra la primera parte y nos deja preparados para lo bueno que todavía queda por leer.

2 comentarios

  • MeZKaL abril 22, 2007en6:14 pm

    De momento promete mucho

  • Palimp abril 23, 2007en11:34 am

    Promete y cumple.

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