Varios autores. Parábola de los talentos.

mayo 16, 2008

Editorial Gens, 2006. 220 páginas.

Parábola de los talentos
De lo bueno lo mejor

Ya reseñé este libro en Papel en blanco y por eso ha tardado en aparecer por aquí. Tanto que lo he vuelto a leer con el mismo placer que la primera vez. Parábola de los talentos es una antología de relatos de autores inéditos o poco conocidos pero muy bien escogidos.

La primera felicitación es para el editor. El cuento es el gran maltratado por el sector editorial en este país. Los autores desconocidos no animan precisamente las ventas. Un libro como éste es casi un acto de fe, fe en que la calidad tiene un valor al margen de modas o ventas. Hay que agradecerle también el buen ojo en la selección de autores. Aquí tienen la lista:

Matías Candeira
María José Codes
José Delclaux
Aldara Fernández de Córdova
Elena González
Elena del Hoyo
Ignacio Jáuregui
Julio Jurado
Juan Carlos Márquez
Inés Mendoza
José Luis Pereira
Enrique Triana

Me sorprendió la alta calidad media de los relatos, teniendo en cuenta los pestiños que se publican por ahí de autores más consagrados. Un libro que empieza con tres relatos de Matías Candeira comienza con buen pie. Cada cual tendrá su gusto, pero a mí me han llamado la atención Tarta de frambuesas de José Delclaux, donde la aparente normalidad de un desayuno de buena familia esconde su escasa moralidad, Carnaval de Elena González, de emociones contenidas, Las preposiciones de Blint de Juan Carlos Márquez, construido de manera impecable y de un resultado espectacular, La cuchara y Piso interior de Enrique Triana, relatos muy diferentes -casi postapocalíptico el primero, totalmente realista el segundo- pero igualmente teñidos de amargura.

Como ya he dicho, el resto están a la altura y si he destacado estos es más por cuestión de gusto que de calidad. Búsquenlo en su librería o pídanlo a la editorial. No se arrepentirán.

Escuchando: Music Is the Victim. Scissor Sisters.


Extracto:[-]

De 17.00 a 18.30 horas Lickmaner permanece junto a Blint en las instalaciones de la Piscina Municipal de Diorguen. Las cinco o seis primeras ocasiones ambos se mantienen de pie, charlando de naderías al otro lado de la gruesa cristalera junto a las madres y abuelos que siguen con entusiasmo las evoluciones natatorias de sus hijos y nietos respectivos. Blint jamás hace ademán de mirar el agua en el transcurso de ese primer periodo de aproximación, pero, al menos, (y este es un detalle que ilusiona sobremanera a Lickmaner) tolera la cercanía de esta sin sufrir vértigos ni ataques de ansiedad reseñables.

Desde que el delegado del Gobierno Herber van Aubert diera luz verde con su silbato a la inundación de Strimbergein, el chico no ha vuelto a tener contacto directo con el agua salvo el preceptivo para mitigar la sed. Para asearse (siempre en una intimidad rigurosa con el objeto de no alertar a sus padres), se las apaña con una esponja húmeda y jabonosa, la cual desliza de arriba abajo por su piel blanquísima con notoria repugnancia. Como nunca emplea el agua necesaria para un aclarado correcto, a resultas de esa pertinencia, su piel va degenerando hasta convertirse en un territorio reseco, escamado e indómito.

Durante las siguientes semanas Lickmaner logra que el chico se siente en el graderío contiguo a la piscina olímpica, de espaldas al agua y al bullicio, y, a excepción de una crisis achacable a la visión nítida del reflejo ondulante del agua en la cristalera, Blint soporta la nueva situación con cierto aplomo. Los sábados y los domingos por la tarde, en ausencia de Lickmaner, son Bor y Valiak quienes acompañan a su hijo. Cubierto por albornoces de cachemir, el trío suele matar el rato jugando a los naipes; si bien en ocasiones, para cumplir con algún encargo urgente, Valiak dedica parte de la tarde a zurcir calcetines. Ante tan estrafalaria actitud, el resto de usuarios reacciona con un asombro solo equiparable al espectáculo hipnótico que deparan varios bebés dando sus primeras brazadas en una piscina aledaña.

En marzo, de camino a la piscina con Blint, sucede algo que pone sobre aviso a Lickmaner. De manera repentina comienza a caer una lluvia Hgera y, lejos de contrariarse y de buscar refugio inmediato bajo un alero o una marquesina como es su costumbre, el chico se empapa con naturalidad, sin ninguna clase de aspavientos. Hasta la fecha ese es el primer síntoma revelador de que el trauma puede llegar a remitir, y Lickmaner no quiere pasar por alto el atisbo de oportunidad. Minutos más tarde, no sin denuedo, el profesor logra que su pupilo y paciente se coloque por primera vez en muchos meses bajo una ducha. La situación, en cualquier caso, sigue siendo de palpitante anormalidad. La cara del chico está muy pálida, casi parece transparente a la luz de los focos fluorescentes del techo. Las piernas le flaquean. Un reguero.de sudor frío zigzaguea por su mejilla izquierda. Lickmaner teme que, en cuanto presione el botón de acero e irrumpa el chorro de agua, Blint caerá desmayado.

2 comentarios

  • Sergi Bellver julio 17, 2008en3:54 pm

    Por la cuenta que me trae, Palimp, muchísimas gracias. Ese libro tiene en parte la culpa de que yo lleve quince meses como un editor más de Gens, y la verdad es que es una antología que me ha dado muchas alegrías. Además la apuesta es seria, y la parábola de los talentos se cumple y vuelven multiplicados. Desde que apareció el libro Juan Carlos Márquez ha ganado el Tiflos y publicado por partida doble; Matías va a publicar uno de los cuentos de esta antología en una internacional de jóvenes latinoamericanos, Unión Latina; nos han propuesto rodar un corto a partir de un relato de Aldara Fdez. de Córdova; María José Codes ha ganado dos premios de novela; hay varios cuentistas que preparan libro de relatos propio… y por si fuera poco, y ya que hablamos de fe y de quijotes, José Luis Pereira ha abierto con dos socios la primera librería de España (y de muchos otros sitios) dedicada al cuento. ¿Alguien da más?

    Los habrá más mediáticos, pero no más comprometidos con el relato…

    Un abrazo, Palimp.

  • Palimp julio 18, 2008en4:35 pm

    Cuando lo leí me sorprendió mucho. No me imaginaba que había tanta calidad suelta. Muy bien escogida, variada en sus planteamientos, en definitiva un libro que habría que potenciar mucho más.

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