John Updike. Corre Conejo.

junio 7, 2010

Seix Barral, 1984. 350 páginas.
Tit. Or. Rabbit, run. Trad. Enrique Hegewick.

John Updike, Corre Conejo
Sin rumbo

Cuando murió John Updike la red se llenó de panegíricos y pensé que se imponía una lectura urgente. Una modesta manera de rendir homenaje al escritor.

Harry Conejo Angstrom no es precisamente un modelo de virtudes. Fue una estrella del baloncesto en el instituto, pero ahora tiene un hijo y está casado con una mujer a la que no quiere, embarazada. Así que se monta en el coche y huye de su vida.

La primera sorpresa de este libro fue lo bien escrito que está. Naturalismo del siglo XX. Después la historia, la otra cara del sueño americano. Hoy ya la conocemos bien, pero supongo que en su época debió sorprender bastante. Como dice en Volando vengo:

Reflejó como pocos (en eso me recuerda a Carver, Raymond) el sueño del sueño americano. Es decir, las miserias, la doble moral y la mediocridad yankee. Dibujó un hombre en calzoncillos, recién levantado, saliendo de la fábrica, jugando a baloncesto en la calle, emborrachándose en un bar… Elevó el adulterio y los problemas de pareja al grado de alta literatura.

A JJ no le gustó porque ningún personaje se le hizo simpático. Pero creo que, precisamente, esa era la intención del autor. Porque así somos en realidad; muchos defectos, pocas virtudes y, en definitiva, bastante mediocridad.

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Updike, John – Corre Conejo.pdf

(Te hará falta el programa EMule)


Extracto:[-]

—¿No quiere que le lleve a donde está su esposa?

—No. Demonio, no. Quiero decir que me parece que no serviría de nada, ¿no cree?

Durante un largo rato parece como si el otro hombre no le hubiera oído; su limpio y cansado perfil mira a través del parabrisas mientras el coche avanza con un sordo zumbido a una velocidad lenta, constante. Harry acaba de tomar aliento para repetir su última frase cuando Eccles dice:

—Si usted no quiere que sirva, no servirá de nada.

Parece que así, sin más complicaciones, ha quedado zanjada la cuestión. Bajan por Potter Avenue hacia la carretera. En las calles soleadas no hay más que niños, algunos de los cuales todavía llevan puesta la ropa de ir a la escuela dominical. Las niñas llevan vestidos color rosa que se abren como una campana a partir de la cintura. Las cintas hacen juego con los calcetines.

—¿Qué hizo ella para que usted se fuera? —pregunta Eccles.

—Me pidió que le comprara un paquete de cigarrillos.

Eccles, contra lo que Conejo había esperado, no se ríe; parece ignorar la frase como si se tratara de algo impúdico, como si se hubiera pasado de la raya. Pero ésa era la verdad.

—Es la verdad. Daba la sensación de que toda nuestra vida consistía en hacer recados y favores, era como si estuviera dedicándome todo el tiempo a tratar de arreglar los líos que ella armaba continuamente. No sé, me pareció que estaba pegado a un montón de juguetes despedazados y vasos vacíos y televisores enchufados y comidas a deshora, y no hubiera modo de salir de allí. Entonces comprendí de pronto lo fácil que era salir, salir andando, simplemente, y, maldita sea, bien cierto que era fácil de verdad.

—Lo ha sido durante menos de dos días.

—Oh. Ya sé que la ley…

—No pensaba en eso. Fue lo primero en lo que pensó su suegra, pero su esposa y el señor Springer
están firmemente en contra de tal recurso. Imagino que no lo están por las mismas razones. Su esposa parece estar casi paralizada; no quiere que nadie haga nada

—Pobrecilla. Es tan boba.

—¿Por qué está usted aquí?

—Porque usted me cazó.

—Quiero decir que por qué estaba delante de su casa.

—Regresé a buscar alguna ropa limpia.

—¿Tanto le importa la ropa limpia? ¿Por qué se aferra usted a cosas tan exteriores cuando no se lo piensa dos veces antes de pisotear a la gente?

Ahora Conejo advierte el peligro; no debería hablar; sus palabras se vuelven contra él como pequeños anzuelos y trampas.

—También he vuelto para devolverle el coche.

—¿Por qué? ¿No lo necesita para huir?

—Pensé simplemente que era lógico que se lo quedara ella. Su padre nos lo vendió rebajado. Además, no me servía de nada.

-¿No?

Eccles apaga su cigarrillo aplastándolo en el cenicero del coche y se mete la mano en un bolsillo de la chaqueta para coger otro. Están rodeando la montaña en el punto más elevado de la carretera. La pendiente de subida y la de bajada son demasiado pronunciadas para que en este punto quepa una casa o una gasolinera. El ríe brilla oscuramente abajo.

—Pues, si yo tuviera verdaderamente intención de abandonar a mi esposa —dice Eccles—, cogería un coche y me alejaría mil kilómetros.

Parece casi como un conejo que le fuera dirigido desde encima del cuello blanco.

—¡ Eso fue lo que hice! —exclama Conejo, encantado por lo mucho que tienen en común—. Me fui hasta West Virginia. Luego pensé que al infierno con todo y regresé.

10 comentarios

  • Bartleby junio 7, 2010en1:40 pm

    Gracias por comentar este libro, no conocía muy bien el argumento pero hace tiempo que quiero leerlo. Saludos.

  • Dibiase junio 7, 2010en1:43 pm

    Un gran libro y un personaje que trasciende. A mi también me pareció una maravilla.

  • Nacho junio 7, 2010en2:10 pm

    A mí también me gusta, aunque la novela que prefiero de Updike es «Parejas».
    Supongo que soy un caso bastante anómalo. Mientras la mayoría de mis compañeros de estudios se deshacían leyendo a los autores del llamado boom latinoamericano y se volvían adictos al realismo mágico, mis preferencias apuntaban (y lo siguen haciendo) hacia determinados escritores norteamericanos del siglo XX: Updike, Salinger, Bellow, Cheever, Roth, Yates, etc., y sus continuadores Ford, Perrotta, Schriver, Auster… Rarito que es uno.

  • Palimp junio 7, 2010en5:24 pm

    El libro está muy bien, y seguiré leyendo cosas del personaje. Creo que no es excluyente el realismo mágico con los escritores norteamericanos… a mí me gustan los dos estilos (y otros más).

  • Nacho junio 7, 2010en7:48 pm

    Por supuesto. Mi gusto también abarca diversos estilos y autores. Es sólo que tengo la impresión de que los americanos del sur tienen «mejor prensa», por así decir, que los del norte, al menos entre los lectores de mi generación.

  • JJ junio 8, 2010en8:19 am

    Es cierto que está muy bien escrito; pero aparte de los personajes, encontré que era una historia que no iba a ningún sitio. Lo que posiblemente fuera también la idea.

  • Gonzalo Barr junio 11, 2010en6:40 pm

    Me alegra ver que vas a leer a Updike, especialmente «Corre Conejo.» Unos puntos: Aunque Updike fué contemporáneo y amigo de Cheever, no creo que sus obras tranten los mismos temas, o que sean parecidas. Cheever (y Richard Yates) escribieron de la desolación y corrupción moral de los suburbios, lugares que, poco después de las escacesez que sufrieron las ciudades en la Segunda Guerra Mundial, se consideraban idílicos. Estamos hablado de los 1950s. Cheever y Yates (por ejemplo, en «Revolutionary Road») usaron como protagonistas personas or parejas que parecián perfectas por su posición económica y social, o por su juventud (practicamente un culto religioso en mi pais), pero que en realidad llevaban una vida moral y espiritual muy distinta y hasta corrupta. La obra de Updike no trata de eso, sino más bien de la libertad sexual en los suburbios de los 1960s, cuando ya se empezaba experimentar más relajamiento moral. Él no pasa sentencia ni crítica social, mientras que Yates y Cheever sí. Los tres tratan del mismo lugar — los suburbios adinerados — aunque en décadas muy distintas. Raymond Carver viene veinte años después, el los 1980s, y trata de las clase obrera, y no se limita a los suburbios. Dicen de sus cuentos que él (y Richard Ford) escribían «dirty realism» (realismo sucio, o también «K-Mart Realism» por la tienda de descuento). Confieso que soy un gran admirador de Cheever, mientras que Updike (sus cuentos y novelas), por lo general, no me impresionan.

    Pero si vas a leerlo, léete las cuatro novelas que componen la serie (o tetralogía) de «Rabbit» Angstrom – «Rabbit, Run» (Corre Conejo), «Rabbit, Redux» (El regreso de Conejo), «Rabbit is Rich» (Conejo es rico), y «Rabbit at Rest» (Conejo en paz). Y trata de leerlas de seguido. Para mí, es lo mejor de Updike. Saludos!

  • ericz junio 13, 2010en12:48 am

    Quizás pienso como JJ, porque me pareció buena novela pero evité siempre las continuaciones. Fue hace muchos años y no la olvidé del todo (buena señal).

  • Palimp junio 14, 2010en6:45 pm

    Gracias por las aclaraciones y comentarios diversos. Me apunto a Cheever, del que no he leído nada en absoluto.

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