Claudi Alsina. Asesinatos matemáticos.

noviembre 8, 2018

Claudi Alsina, Asesinatos matemáticos
Ariel, 2010. 236 páginas.

Recopilación de anécdotas, noticias de periódico, parlamentos, que dan muestra del analfabetismo numérico que padecemos como sociedad. Agrupadas en diferentes epígrafes (políticos, salud, mediáticos…) nos arrancan una sonrisa aunque deberían ponernos los pelos de punta.

Pero ya que asumimos que la incultura matemática está generalizada por lo menos echarnos unas risas. Dejo muestras del buen hacer del autor.

La leyenda urbana sobre el consumo de vino dice: «El vino blanco debe tomarse fresco, el vino tinto a temperatura ambiente», es decir, blanco en la nevera, tinto fuera. Por supuesto, este es un tema del máximo interés social, y existe abundante bibliografía al respecto. Un error muy común es lo de la «temperatura ambiente». La especialista Natalie MacLean ha aclarado que «La vieja tradición de servir tintos a la temperatura ambiental viene de los tiempos en que el ambiente era el de un castillo medieval, no de nuestras confortables habitaciones con calefacción». Se recomienda que ciertos tintos, como el Beaujolais, se tomen bien frescos, considerándose 15,5 °C la temperatura ideal del tinto. Pero en lo referente a temperaturas, también cada marca tiene su criterio.


Un reclamo ecológico para alimentos, zumos, etc., es cambiar la expresión «totalmente natural» por «100 % natural». A veces machacan el anuncio con más datos redundantes «100 % natural. Sin aditivos ni colorantes». ¿Es preciso?
La conocida marca de cigarrillos Ducados lleva impresa bajo el nombre de la marca la frase «100 % Tabaco Natural». ¿Hay hojas de tabaco sintéticas de laboratorio? ¿No tiene sustancias añadidas?
Lo más curioso es que la palabra «natural» pueda traducirse hoy como «más caro».


En una ocasión el prestigioso educador matemático inglés G. Howson, cuando era joven y actuaba de inspector, se sentó en una clase donde el profesor de matemáticas dijo: «Hoy vamos a sumar fracciones. Es muy fácil. Sumen numeradores y dividan por la suma de denominadores. Ojo: otros profesores y libros de texto lo hacen más complicado, pero yo hace veinte años que lo enseño así y todos lo aprenden mejor que con la otra fórmula». ¡Increíble! El profesor no tenía ni idea del tema, pero veinte cursos habían sido educados en el error. El inspector Howson se quedó pálido y tuvo que mantener una larga charla con el profesor (sin dejar de pensar en cuánta gente andaría hoy por Inglaterra haciendo estas «fáciles sumas de fracciones»).


A menudo tendemos a creer en la posibilidad de que hayamos cometido un error de medición antes que empezar a sospechar que el error puede estar en el instrumento de medida usado.
La amiga Dolores, de Hospitalet de Llobregat, me pidió opinión sobre el extraño caso de las cortinas de su comedor. Persona habilidosa en cortar y coser, con larga experiencia en esto, Dolores había tomado cuidadosamente las medidas para confeccionar unas cortinas nuevas, calculando los correspondientes márgenes para rizados, plegados, etc. Comprada la tela, cortada, cosida y colocada… a las cortinas les faltaban más de 15 centímetros para llegar al suelo. Es bien sabido que las faldas pueden ser minis, pero las cortinas no. Desespero casero: debía comprar otra vez tela y empezar de nuevo. Fue entonces cuando me comentó el caso y se me ocurrió pedirle que me dejara ver el metro que había usado. Resultó ser una cinta métrica de sastre modelo años cincuenta que estaba ya muy plegada y defectuosa. La medí con un metro metálico: 96 cm. El problema era del instrumento de medida, no de las dotes de Dolores. También de los patrones hay que desconfiar.


En el periodo entre 1850 y 1950 muchos pensadores sociales cometieron el error de creer que podría llegarse a diseñar un método ideal de votaciones políticas y una forma óptima para traducir estos votos en escaños parlamentarios. Con este fin muchos métodos alternativos fueron apareciendo e implementándose en diversos lugares del mundo, si bien en cada caso siempre había algún defecto de representatividad o de proporcionalidad. Todo lo aclaró el Premio Nobel de Economía, Kenneth J. Arrow en 1951, al demostrar que si se exigían cinco razonables propiedades a las elecciones políticas no podía existir ningún método que permitiera satisfacerlas todas. Dicho de otra manera: hay muchos procesos democráticos posibles, aunque ninguno será nunca perfecto.

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