Peter Stamm. En jardines ajenos.
Cuentos / octubre 10, 2018

Acantilado, 2006. 150 páginas. Tit. Or. In fremden Gärten. Trad. María Esperanza Romero. Incluye los siguientes relatos: La visita La pared en llamas En jardines ajenos Toda la noche Como una niña, como un ángel Fado Todo lo que falta La parada Deep furrows El experimento, el beso Como estoy escribiendo esto más de dos años después de leer el libro maldita sea si me acuerdo de algo. Sólo una cosa, no me gustó demasiado y pensé que la fama de Stamm -que me venía muy recomendado- no era para tanto. Si quieren saber de qué va el libro aquí: En jardines ajenos. Si quieren una crítica elogiosa aquí: En jardines ajenos. Y si quieren ver lo que yo pienso aquí: Literatura de descansillo. Al principio los hijos aún tenían las llaves de casa. Regina casi había tenido que obligarlos a coger aquellas llaves grandes y viejas. Consideraba normal que las tuvieran. Pero, con los años, uno a uno fueron devolviéndoselas. Que temían perderlas, dijeron, que al fin y al cabo estaba el timbre y ella no se movía de casa. ¿Y si pasaba algo? Sabían perfectamente dónde estaba escondida la llave del sótano. Pero en una ocasión sí se…

Peter Stamm. Agnes.
Novela / enero 18, 2018

Acantilado, 2001. 152 páginas. Tit. Or. Agnes. Trad. María Esperanza Romero y Richard Gross. Un escritor conoce a una chica en una biblioteca mientras busca documentación para un libro que está escribiendo. Acabarán enamorándose y viviendo juntos. Pero las cosas a veces se tuercen y la escritura puede ser una manera de cambiar nuestra vida. Es una historia sencilla, bien escrita, con el interesante juego de la ficción dentro de la ficción. El protagonista escribe un relato de su relación con Agnes, modificando los acontecimientos para que sean más amables. Y uno se imagina al verdadero autor, Stamm, escribiendo este libro para conjurar sus propios demonios. Bueno. Tampoco seguí escribiendo asiduamente la historia de Agnes. A veces aún jugábamos al juego de aquella noche. Entonces redactaba un par de escenas en el ordenador y le decía a Agnes lo que tenía que hacer, mientras yo interpretaba mi papel. Llevábamos el mismo atuendo que en la historia, y, al igual que mis personajes, hacíamos excursiones al zoológico o íbamos a museos. Pero ninguno de los dos éramos buenos actores, y nuestra vida acompasada no se prestaba para ser descrita. —Tiene que pasar algo que haga la historia más interesante—le dije por…