Astiberri, 2024. 300 páginas. Crónica de la recuperación de una fosa común de la dictadura a través de la figura de Leoncio Badia, sepulturero, que incluyó algunas botellas para identificar a los muertos y que guardaba recuerdos para las viudas y huérfanas que quedaban tras el fusilamiento de sus familiares. Que en este país tenemos una deuda pendiente con la memoria histórica es algo totalmente sangrante. Que por culpa de un partido político miles de personas estén enterradas en cunetas sin identificar y que sus familiares no puedan enterrarlos con dignidad no tiene nombre. En el cómic se cita a la Ilíada y lo importante que era para los griegos enterrar a sus muertos. en nuestra cultura, también. Aunque tiene momentos muy emotivos huye de sensiblería demagógica y se limita a narrar los hechos, que ya son en sí mismos suficientemente terribles. En algunos casos, por suerte, se logra identificar a los muertos y dar paz a las familias. Cómics como éste denuncian una situación a la que se tendría que poner remedio. Muy bueno.
Astiberri, 2017. 164 páginas. Colaboración entre Paco Roca y José Manual Casañ, de Seguridad Social. Un disco con canciones, ilustraciones de las mismas a cargo de Paco Roca y, lo más interesante, un making of en forma de cómic donde se cuenta cómo se gestó el proyecto y las conversaciones que fueron manteniendo. En ellas se habla del proceso creativo en el mundo de la música y los cómics, el funcionamiento de la industria, los problemas de la fama, y un largo etcétera. Todo lo que se cuenta es muy sabroso y sincero. Me ha encantado. Recomendable.
Astiberri, 2015. 136 páginas. Tras la muerte de su padre tres hermanos vuelven a la casa del pueblo, la segunda residencia, para adecentarla un poco con vistas a venderla. En el proceso se despertarán los recuerdos de tantos fines de semana de su niñez y adolescencia. Me ha encantado. Como he tenido la suerte -esta vez sí- de leerlo en casita, he podido llorar a gusto.