El protagonista habitual de Manara se ve envuelto en una aventura que lo llevará a África, recibirá infinidad de golpes, estará acompañado por esas mujeres que tan bien sabe dibujar el autor y se encontrará con un espectáculo en el que se critica la sociedad contemporánea (y la actual, que no ha cambiado tanto) y se encontrará con ese surrealismo sobrenatural que tenían sus primeras obras. Es un placer leer un cómic de cuando Manara no se había convertido en una fábrica de historias como excusa para dibujar esas mujeres elegantes y voluptuosas que son su marca de fábrica, que le hicieron célebre y que, a la postre, lo asesinaron como dibujante. Muy bueno.