Emily Dickinson. 71 poemas.
Poesía / noviembre 23, 2018

Lumen, 2003, 2009. 216 páginas. Trad. Nicole d’Amonville Alegría. Algo conocía de la vida de Emily Dickinson, famosa poeta norteamericana que vivió en una relativa soledad fuera de círculos artísticos cultivando una poesía extraña y particular. Pero todavía no había leído ningún poema suyo. Ha sido toda una sorpresa, porque no parecen poemas escritos en el siglo XIX. Innovadora en lo formal -con un estilo muy particular y sorprendente-, en la temática -con unas referencias casi místicas a la naturaleza y a la soledad, el cóctel no deja indiferente. Poemas que oscilan entre el misterio y lo cristalino, que hacen resonar campanas en el alma. No me extraña que en su época fuera ignorada, se adelantó cincuenta años a su tiempo. Tampoco que ahora nos descubramos ante su extraño talento. Muy recomendable. The heart asks pleasure first The heart asks pleasure first And then, excuse from pain- And then, those little anodynes That deaden suffering; And then, to go to sleep; And then, if it shoud be The will of its Inquisitor The liberty to die. El Corazón pide Placer – primero – y luego – excusa del Dolor – y luego – esos pequeños Anodinos que amortiguan el sufrir…

T.S. Elliot. La tierra Baldia.
Poesía / noviembre 19, 2018

Lumen, 2015. 128 páginas. Trad. Andreu Jaume. ¿Qué mala crítica escuché sobre este libro? ¿Qué comentario confundí para pensar siempre que era un tostón? No me acuerdo, pero si finalmente lo he leído ha sido por completar los cromos y lo empecé con un gesto de fastidio. Enseguida me cambio la cara. Ni tostón, ni versos oscuros y aburridos. Poesía en estado puro, cristalina, emocional, de una perfección formal exquisita, conmovedora. Lo estaba acabando al salir del metro y no sólo no pude dejar su lectura, sino que subí las escaleras casi conmocionado. Algo entendible si se leen estos versos: Aquí no hay agua sino solo roca roca sin agua y el camino de arena el camino que serpentea arriba en las montañas que son montañas de roca sin agua si hubiera agua nos sentaríamos a beber en medio de la roca no puede uno parar o pensar seco está el sudor y los pies en la arena si por lo menos hubiera agua entre la roca muerta montaña con boca llena de caries que no puede escupir uno no puede aquí estar ni yacer ni sentarse no hay siquiera silencio en las montañas sino seco trueno estéril sin lluvia…

Patti Smith. Éramos unos niños.
Ensayo / marzo 6, 2018

Lumen Tenía muchas ganas de leer estas memorias de Patti Smith, que abarcan los años en los que convivió con el fotógrafo Robert Mapplethorpe, cuando todavía ninguno de los dos eran artistas de fama mundial, y ni siquiera habían encontrado su camino. Robert era pintor -todavía no había empezado con las fotografías- y Patti era poeta. En el libro nos cuenta cómo era la vida en el famoso Hotel Chelsea, su relación con el mundillo de entonces, cómo se introdujo en el mundo de la música, sus amores y las fascinantes historias de un mundo que estaba en plena ebullición. Uno disfruta con esa perspectiva privilegiada y sufre con las penalidades de estos dos jóvenes artistas. La muerte de Robert, al final del libro, se narra con una ternura que te emociona vivamente. Como defecto, el estilo. Me sorprende que una escritora como Patti tenga este estilo tan deslavazado, que se me hacía costoso de seguir. Puede ser un problema de la traducción quizás. Lo que está claro -y por otro lado se agradece- que no se ha utilizado a un negro literario para pasar a limpio recuerdos. Pese a esto, muy recomendable. Otra reseña: Éramos unos niños Hacía calor…

Alessandro Boffa. Eres una bestia Viskovitz.
Cuentos / marzo 20, 2017

Lumen, 1999. 165 páginas. Tit. Or. Sei una bestia, Viskovitz. Trad. Alejandro Pérez Viza. Una auténtica sorpresa. Un libro de relatos que siempre tiene como protagonista a Viskovitz, encarnado en diferentes animales, buscando siempre el amor de Ljuba. Hay relatos verdaderamente magníficos. El lenguaje, plagado de términos biológicos, excelente. Es extraño que un auténtico desconocido publique un libro tan redondo y se acabó. También que no sea más conocido, porque es una verdadera delicia. Corran a leerlo. Estás perdiendo la cabeza, Viskovitz –¿Cómo era papá? –le pregunté a mi madre. –Crujiente, un poco salado, rico en fibra. –Quiero decir antes de comértelo. –Era un mequetrefe inseguro, angustiado, neurótico, un poco como todos vosotros, los machitos, Visko. Me sentía más cercano que nunca a aquel genitor al que no había llegado a conocer, que se había descompuesto en el estómago de mamá mientras yo era concebido. De quien no había recibido calor, sino calorías. Gracias, papá, pensé. Sé lo que significa, para una mantis macho, sacrificarse por la familia. Me detuve un instante, en grave recogimiento, ante su tumba, es decir, ante mi madre, y entoné un miserere. Al poco rato, como pensar en la muerte nunca dejaba de provocarme una…

Lara Moreno. Por si se va la luz.
Novela / junio 1, 2016

Una pareja se muda a un pueblo animados por una misteriosa organización en un mundo que parece estar desintegrándose. Me costó horrores acabarlo; ni me interesaba la historia ni la prosa. Y eso que el ambiente -pueblo con pocos habitantes en un ambiente ligeramente postapocalíptico- podía haber dado mucho de sí. Hay alguna escena interesante, pero son las menos. Enrique vive encima del bar. Desde el interior oscuro de su local, unas escaleras de madera suben hacia el primer piso. Los techos son bajos, dan sensación de agotamiento, pero el interior es cálido. Enrique ha quedado con Nadia allí arriba y ha dejado la puerta del bar abierta. Sobre las siete de la tarde, con un sol tardío que alumbra de naranja el dorso de sus manos, Nadia atraviesa la puerta del granero. Sorbe el olor a queso viejo y a vino mientras oye el ruido de sus botas. Imagina animales, mayormente roedores y arácnidos, durmiendo en las esquinas, tras las mesas plegadas y las sillas. No se mueven, sus ojos no brillan. Probablemente no existan. Agarra fuerte la escalera y sube. Cuando su cabeza emerge por el hueco siente que ha entrado en un mundo distinto a todo lo…