Si las libros tradicionales de las sagas de los grandes emprendedores dicen que el abuelo las crea, el padre las hace grandes y los nietos las despilfarran, en este cómic vemos esa historia a través de un espejo deformante, donde el abuelo gagá (¿o no tanto?) hace heredero a un nieto que no es el lápiz más afilado de la caja. Todo es turbio, oscuro, desasosegante y me sigue dando el mismo mal rollo que la primera vez que lo leí. Anotar que, en su momento, solo pude leer los tres primeros tomos y que ahora, por circunstancias achacables a mi estupidez, tampoco he podido leer el cuarto que me dirá cómo acaba esta historia (imagino que nada bien) Muy bueno.