Saradindu Bandyopadhyay. El veneno de la tarántula.

abril 29, 2019

Saradindu Bandyopadhyay, El veneno de la tarántula
Quaterni, 2015. 350 páginas.
Tit. Or. Picture imperfect. Trad. Juan Jiménez Ruiz de Salázar.

Byomkesh Bakshi es un inquisidor, un buscador de la verdad, en realidad un detective parecido a Sherlock Holmes pero en las calles de Calcuta. Junto con su compañero irá resolviendo los casos que se le van presentando.

Lo venden como un Holmes a lo bengalí, y retrato de esa sociedad, pero lo cierto es que los casos podrían transcurrir en Alemania o en un pueblo de Murcia sin demasiados cambios. Byomkesh no es tan raro como Holmes e incluso se casa, pero tampoco tiene tantas dotes detectivescas. Las historias son entretenidas pero poco más, no sé si la traducción es de una traducción del inglés y se ha perdido algo por el camino o que ya de partida no había mucho.

Casi todos los criminales -al menos en esta selección- al verse descubiertos se suicidan, y el propio inquisidor tiene manga ancha con los pecadillos de algunos de los protagonistas de las historias. Como libro, por desgracia, bastante olvidable.

Se deja leer y poco más.

»Su cuerpo es débil y su corazón no está en mejores condiciones, por eso no puede abandonar su habitación. Se sienta en su cubil, lanzando invectivas indecibles hacia todo el universo con cada frase que dice y llenando página tras página de escritura. Tiene la equivocada idea de que es un escritor incomparable, así que, a veces con tinta negra, otras con roja, escribe y escribe. Está terriblemente molesto con los editores, cree que están metidos en una conspiración contra su persona, y que por eso se niegan a publicar sus escritos.
—¿Qué escribe? —pregunté, curioso. —Ficción. O puede que sea una autobiografía. Solo una vez pude echar un vistazo a una página, ni una sola vez más he podido acercarme. Después de leer esa basura, ni siquiera la más pura de las ceremonias sería capaz de hacerte sentir limpio. Estoy seguro de que a los jóvenes escritores experimentales de ahora les daría un ataque si lo leyeran.
—Puedo imaginarme al personaje ante mí —dijo Byomkesh con una ligera sonrisa—. Pero ¿cuál es exactamente el problema?
Mohán nos ofreció un cigarrillo, se encendió uno para él y dijo:
—Tal vez piensas que un personaje tan especial no puede tener ninguna cualidad más, ¿verdad? Pues te equivocas. Tiene otra característica remarcable, unida a su maravillosa salud: también tiene una peligrosa adicción. —Dio un par de caladas de su cigarrillo—. Byomkesh-babu, tú siempre estás tratando con este tipo de gente. La peor calaña de la sociedad es algo
normal para ti. Estoy seguro de que estás acostumbrado al alcohol, la marihuana, la cocaína y todo ese tipo de adicciones. Pero ¿has oído de alguien adicto al jugo de araña?
—¿Jugo de araña? —dije sobresaltado—. ¿Qué demonios es eso?
—Hay una especie particular de araña de cuyo cuerpo se extrae un jugo venenoso…
Casi como si estuviera hablando para sí mismo, Byomkesh murmuró:
—¡El baile de la tarántula! Solía hacerse en España, ¡la picadura de la araña hacía que la gente tuviera convulsiones! ¡Es un veneno mortal! Había leído sobre ello, pero no me había encontrado a nadie que lo usara en nuestro país.
—¡Exactamente! La tarántula. El uso de extracto de tarántula está muy extendido entre las tribus híbridas hispánicas de América del Sur. El veneno de la tarántula es letal, pero si se usa en pequeñas cantidades puede excitar tremendamente el sistema nervioso. Como puedes imaginarte, ese veneno es muy tentador para alguien que no puede vivir si no está en un estado de constante excitación nerviosa. Pero el uso continuado de esto puede ser letal. El usuario puede estar seguro de que morirá en un ataque de parálisis.
»Estoy casi seguro de que Nandadulal-babu se enganchó a esta bella adicción en algún momento de su juventud. Después, cuando su cuerpo se volvió completamente enfermo, no pudo librarse de ella. Hace cerca de un año, llegué a la casa como su médico de familia, y para entonces ya era un adicto irredento al veneno de araña. Lo primero que hice fue prohibírselo, le dije que si quería vivir, tendría que dejar la droga.

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