Es conocido el SÃndrome de Stendhal, que viene a ser el siroco que te puede dar ante la contemplación de mucha belleza artÃstica. La galerÃa de los Uffizi parece bastante proclive a estos desvanecimientos.
La capacidad de apreciar la belleza, e incluso de sufrir algún tipo de locura transitoria, está más extendida de lo que pueda parecer. No es exclusiva de gente cultivada con espÃritu romántico. Andaba escuchando esta conferencia:
Y en un momento dado se habla de las esculturas ibéricas de Porcuna, y el conferenciante comenta que el gitano que encontró y vendió algunas se habÃa quedado con una en casa y que se volvió loco contemplandola mientras decÃa ¿Pero quién habrá hecho esto?. Loco quiere decir que se pasaba el dÃa en casa sin hacer nada, aquejado de una peculiar variedad de sÃndrome de Stendhal.
La escultura, que en reproducción fotográfica pierde sus poderes magnéticos, creo que es la siguiente:
La he obtenido de aquÃ: Lucha mÃtica de un hombre con un grifo.
Tengan cuidado con el arte.
2 comentarios
No conozco la historia del gitano, asà que me cuesta opinar sobre esto. Por lo que me ha parecido entender él ya habÃa vendido algunas obras, asà que no estaba completamente inocente. Por otra parte, creo que el hecho de que no se haya tenido una formación sobre arte no significa que esté al margen de que pueda haber una convención social. FÃjate que ahora no hablo sobre apreciar arte o no sino sobre apreciar la belleza del arte. ¿Hasta qué punto es posible separar el plano económico? Este va muy ligado al prestigio y el prestigio nos condiciona poderosamente nuestras valoraciones. Me pregunto si saber que una obra es cara o prestigiosa no puede hacer que, aunque sea de forma subconsciente, nos parezca que es más bonita o está mejor hecha. Al fin y al cabo, la obra de un artista callejero no se suele tener en tanta consideración como la que se encuentra en un museo. Pero me refiero en términos de belleza. Ese es el contexto del que hablo.
Nuestra apreciación del arte está condicionada por cosas como el prestigio, contexto, etcétera. Eso está claro. Pero eso no implica que se necesite lo primero (la fama) para poder apreciar la belleza.
La historia a la que hago referencia es más o menos lo siguiente: el gitano encontró estas esculturas supongo que en el campo, y las fue vendiendo al museo. Pero esta le gustó tanto que se la quedó para él.