Julián Díez. Antología de la Ciencia Ficción Española 1982-2002.

abril 24, 2009

Editorial Minotauro, 2003. 370 páginas.

Antología de la Ciencia Ficción Española 1982-2002
Indispensable

A la ciencia ficción española le pasa lo que al cine español; existe un prejuicio sobre su calidad que hace que mucha gente evite el material autóctono. Pero de un tiempo a esta parte y viendo los escritos de las últimas generaciones debería ser al contrario; se leen cosas de mejor calidad aquí que mucho de lo que viene de fuera.

El antologista no sólo reune una buena selección de cuentos entre los que se encuentran auténticos clásicos, también ofrece un análisis de la ciencia ficción española desde sus orígenes. Tan bien documentada y explicada que a uno le dan ganas de buscar y leer todos los libros mencionados. Al final se incluye una bibliografía y unas recomendaciones que ya me he apuntado para ir siguiéndolas con calma. Lo tomé prestado de la biblioteca y ahora me arrepiento; me gustaría tenerlo.

Los relatos incluídos son:

Mein Führer. Rafa Marín.

Dos elegidos viajarán en el tiempo para cambiar el pasado y dar gloria a Hitler… pero los cambios provocan cambios que provocan más cambios.

La Estrella. Elia Barceló.

La tierra hace mucho tiempo que está abandonada y una expedición llega para ver cual es su estado. Aparentemente desolada, pero con una sorpresa.

El rebaño. César Mallorquí.

Una guerra ha extendido una plaga que ha acabado con el género humano. Pero un perro sigue cuidando de su rebaño aun cuando hace mucho tiempo que su amo ha muerto.

El centro muerto. León Arsenal.

Cual mar de los Sargazos en el hiperespacio hay un centro muerto, donde quedan varadas las naves espaciales. Pero además, hay un monstruo…

El bosque de hielo. Juan Miguel Aguilera.

Una nave choca con un cometa, pero cuando después de unos años va una expedición de rescate para hacerse cargo de los restos descubren que no todo es tan sencillo como parecía.

Otro día sin noticias tuyas. Juan Carlos Planells.

En una ciudad costera de Cataluña la familia Muntaner tendrá una relación en el tiempo con una persona muy especial. En particular el protagonista, Gabriel.

Un jinete solitario. Rodolfo Martínez.

El ciberpirata Vaquero se convierte en uno de los mejores agentes de los servicios secretos tras la muerte de su pareja. Su instructor investigará su historia.

Nada personal de Armando Boix

Cuando uno trabaja de correo en una organización criminal no debe husmear en lo que transporta. Si eres un asesino a sueldo encargado de solucionarlo, también tienes que tener cuidado.

Los herederos. Daniel Mares.

Una nave espacial procedente de la tierra ha conseguido establecer una colonia en un planeta distante. Pero las costumbres de los herederos nos resultarían un tanto extrañas.

Días de tormenta de Ramón Muñoz

En un poblado africano un equipo de médicos experimenta en niños heridos las prótesis más avanzadas antes de sacarlas al mercado.

Una esfera perfecta de Eduardo Vaquerizo

Ante las injusticias del sistema siempre cabe la revolución. Sólo que esta revolución puede tener causas y empujes de muy diferente condición.

Entre líneas de Juan Antonio Cotrina

Al abrir una puerta el protagonista se ve matriculado en una asignatura que desconoce y que no le interesa. Cuando acepta estudiarla descubre que todos los libros esconden otro diferente cuando se lee entre sus líneas.

Mis preferidos son Otro día sin noticias tuyas y Los herederos, pero no hay ninguno malo. No hay mejor prueba de la calidad de la ciencia ficción española.

Más críticas en Bibliopolis, Stardust y la ficha en La tercera fundación.


Extracto:[-]

Los sesenta supondrían la primera etapa feliz del género en España. Los aficionados al género -lo que se conoce como el fandom-se asociaban y terminó por organizarse el primer congreso español de cf, la Hispacón, en 1968. Aunque no hay revistas regulares y los fanzines no llegarán hasta esa misma época, en los sesenta se publican varias antologías de cuentos españoles del género, tanto por parte de la editorial Acervo como por Castellote Editor. Entre los autores que aparecen en esas páginas hay algunos de cierta relevancia como Francisco Álvarez Villar, un psicólogo prematuramente fallecido, Francisco Lezcano, Carlos Buiza y Juan G. Atien-za. Estos dos autores llegaron a publicar volúmenes propios de relatos, no exentos de interés, en los últimos números de la colección Nebulae; Los viajeros de las gafas azules (1967) era el título del de Atienza, y Un mundo sin luz (1967), el de Buiza. También aparecen en las antologías de la época nombres curiosos para el lector actual como José Luis Garci, el director cinematográfico oscariza-do, o el cantautor Luis Eduardo Aute.

El fruto final de todo ese entusiasmo fue el nacimiento de la revista Nueva Dimensión (ND), la principal publicación del género en España de todos los tiempos, que extendería su existencia por 148 números entre 1968 y 1982. Dirigida por Sebastián Martínez, Luis Vigil y el citado Santos tras una fracasada experiencia con tra editorial, su efecto movilizador en el género fue fundamental, v la práctica totalidad de los autores surgidos en los años siguientes lo hicieron a la sombra de ND.

Entre ellos puede citarse al dúo formado por María Güera y Arturo Mengotti, Ignacio Romeo, José Ignacio Velasco y, en particular a Enrique Lázaro (1945). La práctica totalidad de sus relatos, recogidos recientemente en dos recopilaciones, se desarrollan en el mundo de la Tierra Vaga: «Donde los rumores son sólidos como la piedra y los hombres carecen de consistencia, donde el sofisma es ciencia y la ciencia trata de lo inexistente, donde los reyes se desparraman, los bandidos doman caleidoscopios y los mares y las cordilleras son intermitentes (o no)». Dotado de un humor surrealista y una capacidad evocadora innegable, Lázaro no creó escuela pese a que sus cuentos, recopilados recientemente por la fanedito-rial Artifex, merecen siempre un lugar destacado en cualquier historia del género en España.

Las colecciones especializadas, que sufrieron bajas a finales de los sesenta, renacieron a mediados de los setenta. Bruguera, Su-perFicción de Martínez Roca, Acervo GF, la segunda Nebulae y una Minotauro que conseguía irregularmente ser importada de Argentina mantenían al público informado de las últimas novedades anglosajonas, aunque sólo ocasionalmente dieron a la luz autores españoles.

El escritor más destacado que apareció en esta época, curiosamente, sólo publicó un relato en Nueva Dimensión. Se trata de Gabriel Bermúdez Castillo (1933), a mi juicio el primer autor español de cf de auténtica valía literaria, y uno de los motores soterrados de la posterior evolución del género. En estos años publicó sus dos novelas capitales: Viaje a un planeta Wu-Wei (Acervo, 1976), muy divertida y quizá el comienzo del uso de temas «españoles» en el género, y El señor de la rueda (1978), una jocosa emulación entre la cultura medieval y la del automóvil que apareció en la editorial Albia, donde encontraron acomodo varios de los autores del momento (Juan José Plans, Carlos Saiz Cidonclja, Guillermo Solana…).

2 comentarios

  • Erika Molina Prado abril 26, 2009en2:37 am

    Me gustó tu publicación, te leo seguido.

    Un saludo!

  • Palimp abril 29, 2009en4:45 pm

    Gracias.

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