Jeff Noon. Vurt.

noviembre 26, 2019

Jeff Noon, Vurt
Mondadori, 2000. 334 páginas.
Tit. or. Vurt. Trad. Isabel Núñez.

Vurt es el acceso a un mundo diferente. Vurt son unas plumas capaces de llevarte a un paisaje imaginario. Vurt es una puerta entre dos realidades en las que, a veces, se intercambian cosas. Hay que tener cuidado con el color de la pluma, con perderse en los sueños y con el color amarillo.

Novela de ciencia ficción extremadamente original en el planteamiento y en el lenguaje, con un mundo a mitad de camino entre los barrios de drogadictos y el steampunk, donde los adictos buscan las plumas prohibidas y las diferentes clases de seres, humanos, tecnoperros, tecnohumanos, buscan su hueco. El protagonista busca a su hermana, a la que perdió durante un intercambio, y está empeñado en reencontrarla.

Me ha encantado. Tanto el ambiente que plantea como la manera de ir soltando la información, como la trama en sí. Buscaré más novelas del autor. Como anécdota el ejemplar de la biblioteca está dedicado porque pertenece al Fondo Isabel Núñez. Más reseñas: Vurt y Vurt.

Muy recomendable.

¡Un polisombra! Se proyectaba desde la pared de la vurtería, operando con sus mecanismos; haciendo fluctuar luces entre el humo.Y luego un destello anaranjado; un foco de la misma fase relumbraba en los ojos del polisombra. Atrapó a Mandy en el fulgor de su trayectoria, recopilando información. Ella se agachó para esquivar el foco, golpeándose de lleno contra las puer-l.is de la furgo.
El perro aullaba al poli, asustado por las luces.
Yo abrí un poco las puertas, a la medida de una chica delgada. Mandy se deslizó dentro.
El perro fue a por las piernas del poli, dos puntas gemelas que acababan en pura niebla. ¡El animal estaba desconcertado!
Mandy me pasó la bolsa.
-¿Lo has pillado? -le pregunté, arrastrándola dentro.
Un destello color mandarina fulguró fuera, una luz ardiente.
-He encontrado unos tesoros -fue su respuesta, mientras pasaba por encima de la Cosa para entrar en la furgoneta.
—Pero ¿tienes lo bueno?
Mandy se limitó a mirarme.
Algo aullaba allí fuera.Volví la cabeza y vi al pobre perro en llamas, y al polisombra avanzando hacia nosotros y volviendo a cargar. Soltó un foco de luz concentrada e iluminó nuestra placa de matrícula, que era una simple serie de números al azar. No encontrarás eso en tu banco de datos.
Las puertas de la vurtería se abrieron bruscamente y un tipo joven salió tambaleándose, con aire asustado.
—Es Seb —susurró Mandy.
1 )os polis lo siguieron afuera. En versión real. Polis de carne y hueso. Persiguieron a Seb hasta la valla de alambre que pun-teaba un extremo del aparcamiento de coches.Yo me volví ha-i i.i Beetle.
j!;,s un arresto! —grité—. ¡Venga, Bee! ¡Larguémonos de ftQUÍ! ■
Y nos largamos. Primero giramos, para alejarnos de los postes de hierro.
-¡Cuidado! -Esa fue Mandy, supernerviosa, mientras la furgoneta se precipitaba para atrás. Ella se cayó al suelo y aterrizó sobre la Cosa del espacio exterior.Yo estaba colgado de las correas. Brid se vio bruscamente arrancada de su sueño, con las pupilas contraídas por aquel despertar repentino. La Cosa envolvía a Mandy con seis tentáculos y ella gritaba.
La furgoneta saltó sobre la acera.Yo pensé que Beetle intentaba esquivar los focos, y tal vez fuera así, pero nosotros solo oímos aquel desagradable ruido sordo y un aullido cuando la rueda trasera izquierda sacó a aquella pieza de coleccionista de su desgracia.
El costroso lloraba inclinado sobre su perro y apretaba los puños contra el humo del polisombra cuando nosotros atravesamos aquel patio a toda castaña. La furgoneta describió un extraño círculo y yo lo vi todo deslizándose: el polisombra, el costroso, el perro muerto, hasta que Beetle recuperó el control. Mandy luchaba con la Cosa del espacio exterior, insultándola. Por encima del hombro de Beetle, vi acercarse la valla. Seb cayó al otro lado, a la vía del tranvía. Los dos polis de carne y hueso luchaban con la alambrada. Beetle encendió las luces, iluminándolos de pleno. Dirigió la furgo ilegal, la Stashmobile hacia ellos, a tope, gritando:
-¡Aaaauuu! ¡Mata a los polis! ¡Mata a los polis!
Los polis se cayeron de la valla. Sus caras a la luz de los faros eran algo memorable: polis de carne y hueso, cagados de miedo. Ahora corrían, alejándose de la furgoneta, pero Beetle ganó; dio un volantazo digno de una estrella de cine, en el último momento, recorriendo todo el aparcamiento con la Stashmobile, hacia la puerta. Los restos de mil viajes chocaban y golpeteaban contra el suelo mientras girábamos perversamente en forma de U hacia Albany Road y luego a la izquierda porWil-braham Road. Un último atisbo por encima del muro de la vurtería y pude ver al polisombra destellando mensajes en el aire. El robot costroso era un montón de plástico y carne fundidos. Una sirena de policía ululaba en la oscuridad.

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