Claudio Rodríguez. Alianza y condena.

diciembre 6, 2022

Claudio Rodríguez, Alianza y condena
Alianza editorial, 1995. 108 páginas.

Poemario de 1965, el tercer libro de Claudio Rodríguez, poeta de la generación del 50 que personalmente no es uno de mis preferidos de la misma, pero que siempre está bien volver a leer.

Poemas que van de lo cotidiano a lo universal, en los que no encontramos nada de la poesía social que tuvieron otros poetas del movimiento y sí el lenguaje lírico e intimista al que iría derivando la generación entera.

Yo, que soy de pueblo, creo reconocer en ciertos textos -como en los poemas de este libro- ese gusto por ciertos paisajes tranquilos, por una atención especial a sentimientos pequeños, nada grandilocuentes, en los que sin embargo se esconde, en ocasiones, toda la literatura.

Bueno.

Amanecida

Dentro de poco saldrá el sol. El viento,
aún con su fresca suavidad nocturna,
lava y aclara el sueño y da viveza,
incertidumbre a los sentidos. Nubes
de pardo ceniciento, azul turquesa,
por un momento traen quietud, levantan
la vida y engrandecen su pequeña
luz. Luz que pide, tenue y tierna, pero
venturosa, porque ama. Casi a medio
camino entre la noche y la mañana,
cuando todo me acoge, cuando hasta
mi corazón me es muy amigo, ¿cómo
puedo dudar, no bendecir el alba
si aún en mi cuerpo hay juventud y hay
en mis labios amor?

LO QUE NO ES SUEÑO

Déjame que te hable en esta hora
de dolor con alegres
palabras. Ya se sabe
que el escorpión, la sanguijuela, el piojo,
curan a veces. Pero tú oye, déjame
decirte que, a pesar
de tanta vida deplorable, sí,
a pesar y aun ahora
que estamos en derrota, nunca en doma,
el dolor es la nube,
la alegría, el espacio,
el dolor es el huésped,
la alegría, la casa.
Que el dolor es la miel,
símbolo de la muerte, y la alegría
es agria, seca, nueva,
lo único que tiene
verdadero sentido.
Déjame que con vieja
sabiduría, diga:
a pesar, a pesar
de todos los pesares
y aunque sea muy dolorosa y aunque
sea a veces inmunda, siempre, siempre
la más honda verdad es la alegría.
La que de un río turbio
hace aguas limpias,
la que hace que te diga
estas palabras tan indignas ahora,
la que nos llega como
llega la noche y llega la mañana,
como llega a la orilla
la ola:
irremediablemente.

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