Ana Cristina Herreros. Cuentos populares de la Madre Muerte.

marzo 17, 2017

Ana Cristina Herreros, Cuentos populares de la Madre Muerte
Siruela, 2011. 218 páginas.

Excelente compilación de relatos alrededor de la muerte. Buena la selección y la escritura de los mismos, algo que por desgracia no suele ser habitual en este tipo de recopilaciones.

Está dividido en diferentes secciones temáticas (La que da la vida, la burlada,…) que vienen precedidas por poemas o citas y ha sido una verdadera delicia leerlo.

El Güercu
(asturiano)
Nadie sabe bien cómo es el Güercu, pero se aparece con la figura de un hombre vestido de negro y callado, muy callado, y cuando alguien lo ve: se acabó. A veces se aparece en forma de pájaro negro.
Dicen que una vez se presentó el Güercu en forma humana a un paisano que tenía muchos hijos porque hacía mucho que estaba casado. Y dicen que al Güercu debió de darle pena el paisanín y todos aquellos hijos que se quedaban sin padre, porque se le apareció mientras estaba cavando en la huerta el día antes de que le tocase llevárselo y le dijo:
-Xuan, eres el próximo en mi lista, así que mañana a las doce de la noche voy a venir a por ti, te aviso para que te prepares, que sé que tienes mujer y todos esos hijos, así que te quiero avisar para que no anden diciendo por ahí que no tengo corazón.
Y se fue.
Xuan se quedó frío, terminó lo que estaba haciendo y se volvió a su casa, más muerto que vivo. Cuando vio a su mujer, le contó lo que le había sucedido, y la mujer, toda acelerada, comenzó a dar voces:
-¡Ayyyy! ¡Qué va a ser de nosotros! ¡No puede ser, no puede ser, hay que hacer algo porque esto no puede ser!
-Mujer, ¿qué quieres hacer? Me tocó y me tocó…
-Pues no, de ninguna manera, si el Güercu quiere trabajar, que se vaya a otro lado a buscar a quien llevarse. ¡No puede ser y no puede ser!
-Pero ¿qué vamos a hacer? Estoy en su lista.
-¡Pues ya sé lo que vamos a hacer! Tú eres muy peludo, y encima vas por ahí con esas greñas que metes miedo. Voy a cambiarte tanto que parecerás otro, y así no te conocerá. A ver si nos libramos de ésta.
Conque agarró al hombre, lo bañó bien bañado, le cortó el pelo y le rapó hasta las pestañas, pidió un traje prestado a las vecinas y al día siguiente, a las once de la noche, lo mandó a la taberna. Lo echó de casa tan limpio y repelado que no lo conocía ni la madre que lo parió.
A eso de las once y media llamó el Güercu a la puerta:
-¿Anda Xuan por aquí?
-No, Xuan se fue, no sé dónde andará -contestó la mujer al Güercu.
El Güercu echó a andar y, como no lo encontraba, se fue a la taberna a buscarlo. El tabernero estaba en una esquina del mostrador y Xuan estaba sentado a una mesa, en el rincón más oscuro de la taberna. El Güercu entró y preguntó:
-¿No ha visto por aquí a Xuan de la Quica?
El tabernero, callado.
-No, hoy no lo he visto. Lo vi ayer que se iba del pueblo -contestó Xuan con una voz que apenas le salía de la garganta.
-Pues tengo que encontrarlo -dijo el Güercu, y se marchó.
Xuan respiró. Cuando faltaba un minuto para la medianoche, se abrió la puerta y se oyó que el Güercu decía:
-Bueno, no encuentro a Xuan y no puedo perder el viaje, así que me voy a llevar a ese calvo de ahí que con el traje que lleva nos ahorramos el sudario.
Y se acabó.

La niña de los tres maridos

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