Dolores Ferrer, José Ignacio García, Ana Marín. En3lazados

diciembre 15, 2011

Hijos del Hule, 2011. 220 páginas.
Dolores Ferrer, José Ignacio García, Ana Marín, En3lazados
Trío de ases

Es habitual encontrar libros de cuentos de un autor, o antologías de varios autores. Pero el planteamiento de este libro no lo había encontrado nunca; relatos de tres autores, a veces relacionados por un detalle, y bajo cuatro categorías o inspiraciones. La lista es la siguiente:

EMPORIO, Ana Marín Urdapilleta
LA MUERTE ADORA LA IMPROVISACIÓN, José Ignacio Garda Martín
EL CICLO DEL AGUA, Dolores Ferrer Man
REPÓQUER, José Ignacio García Martín
TURNO DE GUARDIA, Dolores Ferrer Marí
INSOMNIO, Ana Marín Urdapilleta
LAS PALOMAS TAMBIÉN SON SUPERSTICIOSAS, Dolores Ferrer Marí
EL DISLÉXICO DE LA 312, Ana Marín Urdapilleta
DIEZ MÁS UNO, José Ignacio García Martín
MUERTE Y PROFILAXIS, Ana Marín Urdapilleta
VIVIR, Y VICEVERSA, José Ignacio García Martín
ÉXITUS (Time no Time), Dolores Ferrer Marí
TRAIDOR, José Ignacio García Martín
EL GATO DEL BALCÓN, Dolores Ferrer Marí
NADA ES PARA SIEMPRE, Ana Marín Urdapilleta

Aquí hay un riesgo, puede ser que uno de los autores no te guste y te amargue la tercera parte del libro, y confieso que la lectura de un cuento me hizo temer eso. Pero por suerte es el único que no me ha gustado del libro, el resto están muy bien. Del fracaso haciendo trampas del protagonista de Repóquer hasta la buena suerte -por mala- del Dislexico de la 312, pasando por la salvación casi milagrosa del prisionero de Turno de guardia.

El humor planea sobre muchos de los relatos, lo que hace de este libro una lectura fresca y entretenida que nos arrancará más de una sonrisa.

Como extra, les dejo parte del vídeo de la presentación:

Calificación: Bueno.

Un día, un libro (106/365)

Extracto:
Hay rasgos de la personalidad que se llevan dentro y que terminan desarrollándose lo quiera o no el individuo portador. Otra cosa es que determinadas vivencias influyan lo suyo para acelerar dicho desarrollo, y por tanto éste se manifieste de una forma mucho más radical de lo que en condiciones normales hubiera ocurrido. Si, por ejemplo, la mujer con la que se está] practicando el coito fallece de súbito aun antes de haber terminado de eyacular, es posible que uno quede marcado por siempre, que la reconstrucción de esa desgracia se convierta en el argumento favorito de todas las pesadillas. A nadie debía de extrañarle, pues, que Aquiles Prim acostumbrara a ganarse el título del más rarito del lugar allá donde fuese.
El incidente de la muerte repentina de su amante era un clásico de las escaleras y los puestos del mercado, circunstancia que ponía invariablemente una nota de aprensión en cualquier mirada que le dirigieran. No parecía quedar lugar para la compasión, pues la chica fallecida no era una novia tradicional, sino un ligue ganado con arduo esfuerzo y con la inestimable ayuda del tequila. Por eso, más que pena, Aquiles provocaba sobre todo la burla de sus conocidos.
Encontró algo parecido a una vocación integrándose en la tribu alternativa de los que enaltecían la misantropía y promulgaban una visión lúgubre de la existencia, palpable en sus huraños modales, en sus creaciones personales y hasta en su propia vestimenta. Llegó a tocar el bajo en una banda de rock costrosc (la definición es suya) llamada Accidente Cardiovascular, carrera del grupo fue efímera: cuando sólo habían protagonizado tres actuaciones en sendos locales no demasiado ilustres, guitarrista y compositor se mató practicando la pesca submarina en Málaga. Tras esta tragedia, Aquiles fue fichado por una de esas bandas que se hacían llamar «de tributo», la cual interpretaba versiones de Joy División y New Order con un cierto aroma indie que pretendía ser su seña de identidad. Fue una experiencia casi tan breve como la anterior. Al cabo de cuatro meses, el futuro de Aquiles como bajista apuntaba a las orquestas que amenizaban bailes en las fiestas populares, una opción del todo incompatible con su aura de malditismo suburbano. Creyó por tanto que era el momento indicado para acometer su primera aventura literaria. Sin duda el oficio de escritor se correspondía mejor con su talante hosco y su voluntad de vivir como un enemigo de lo convencional.
Rescató una idea de los tiempos anteriores a su experiencia con el sexo funerario. Como no podía ser de otra manera, su libro se salía de cualquier esquema establecido. No era novela, ni ensayo, ni poesía. En realidad no era nada. Una fatua chala-dura producto de su retorcido egocentrismo. Aun así, consiguió publicarlo en una editorial que sólo había lanzado hasta la fecha dos libros titulados La influencia de la papiroflexia en el absentismo laboral de los funcionarios públicos durante la década de los 60, el primero, y Con la boca abierta: las 100 anécdotas más disparatadas vividas en la consulta de un dentista, el segundo. Aquiles bautizó su obra como Tautología del absurdo. El contenido, supuestamente transgre-sor, era una pretenciosa tomadura de pelo consistente en una sucesión caprichosa e incongruente de letras que se prolongaba desde la primera hasta la última página (de las 209 que tenía el libro), sin signos de puntuación o espacios que la interrumpieran. Así, se abriera el libro por donde se abriese, lo que lector se encontraba era algo como esto:

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2 comentarios

  • Nacho diciembre 15, 2011en3:16 pm

    ¡Gracias por la reseña, amigo! Un abrazo (y un beso de Terelu).

  • Palimp diciembre 15, 2011en11:00 pm

    De nada, ha sido un placer. ¡Ay, Terelu!

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