Maurice Maeterlinck. La intrusa.

abril 22, 2021

Maurice Maeterlinck, La intrusa
Cátedra, 2000. 304 páginas.
Trad. Mª Jesús Pacheco.

Incluye las siguientes obras:

La intrusa
Los ciegos
Pelléas y Mélisande
El pájaro azul

Me venía muy recomendado y realmente ha sido un acierto, pero con un pero. La primera obra, la intrusa, es una joyita de terror psicológico que funciona estupendamente. Aunque algunos símbolos resultan bastante evidentes no pierde su fuerza.

Los ciegos es una obra más redonda y, con apenas un par de retoques, podría estar firmada por un dramaturgo 50 años más tarde. No en vano la consideran precursora de Esperando a Godot. Unos ciegos perdidos en un bosque que no saben lo que ha pasado con su guía.

Pelléas y Mélisande es famosa por su adaptación musical a cargo de Debussy, pero como obra de teatro me ha resultado una típica historia de amor con unos toques simbolistas que le dan cierta fuerza y algunos misterios que la acercan al psicologismo del siglo XX, pero que en general me ha dejado bastante frío.

La última, El pájaro azul, se me hizo insufrible. En general no aguanto textos donde conceptos abstractos se personalizan (manías mías) y así es toda la obra.

En conjunto me ha encantado, sobre todo por las dos obras primeras, que son excepcionales.

Recomendable.

la hija. —Debe de haber alguien en el jardín; los ruiseñores se han callado de pronto.
el abuelo. —Sin embargo, no oigo andar.
la hija. —De seguro pasa alguien cerca del estanque, porque los cisnes tienen miedo.
otra hija. —Todos los peces del estanque se sumergen de pronto.
el padre. —¿No ves a nadie?
la hija. —A nadie, padre.
el padre. —Sin embargo, la luna debe de estar dando en el estanque.
la hija. —Sí; veo que los cisnes tienen miedo.
el tío. —Estoy seguro de que es mi hermana la que les asusta. Habrá entrado por la puerta pequeña.
el padre. —No me explico por qué no ladran los perros.
la hija. —Veo al perro en el fondo de la garita. ¡Los cisnes se van hacia la otra orilla!
el tío. —Se asustan de mi hermana. Voy a ver. (Llama.) ¡Hermana! ¡Hermana! ¿Eres tú? No hay nadie.
la hija. —Estoy segura de que alguien ha entrado en el jardín.
el tío. —Pero me respondería.
el abuelo. —¿No vuelven a cantar los ruiseñores, Úrsula?
la hija. —No oigo ni uno en todo el campo.
el abuelo. —No hay ruido, sin embargo.
el padre. —Hay un silencio de muerte.
el abuelo. —El que los asusta tiene que ser un desconocido, porque si fuera alguien de la casa no se callarían.
el tío. —¿Ahora os vais a preocupar por los ruiseñores?
el abuelo. —¿Están abiertas todas las ventanas, Úrsula?
la hija. —Está abierta la puerta vidriera, abuelo.
el abuelo. —Me parece que entra frío en la habitación.

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