Juli Capella. Made in Spain.

abril 22, 2020

Juli Capella, Made in Spain
Electa, 2008. 182 páginas.

Para los que piensan que aquí el único invento que hemos hecho ha sido el de ponerle un palo a un caramelo Juli Capella selecciona 101 iconos del diseño (tanto a nivel gráfico como funcional) hechos aquí.

De la boina a la lámpara Coderch pasando por el toro de Osborne o la mejor aceitera jamás diseñada, cuya descripción adjunto al final. El autor nos cuenta su historia y su uso, proporcionando información muy interesante. Otra reseña: Made in Spain

Recomendable.

Estas famosas aceiteras, nacieron ^ por culpa de una colleja. Era 1960 y se acababa de constituir en Barcelona la Asociación de Diseñadores Industriales del Fomento de las Artes Decorativas. La nueva entidad quería darse a conocer y difundir la bonanza del diseño por todas partes. Por este motivo, surgió la idea de crear unos premios anuales que tuvieran eco entre la ciudadanía y que potenciasen esta nueva y prometedora disciplina.
Así nacieron los Premios Delta, que en la actualidad continúan otorgándose. Pero para su primera convocatoria hacían falta productos, y la Junta del ADI-FAD decidió perseguir a todos los socios —entonces una docena escasa— para que se apresurasen a diseñar y presentar sus piezas, puesto que el mercado estaba escaso de ejemplos adecuados.
A Rafael Marquina se le ocurrió huir de los muebles y trabajar en un utensilio cotidiano de sobremesa, y le vino a la memoria
una escena doméstica de la infancia: cuando estaba comiendo y cogía la aceitera, esas de vidrio grueso con el tapón de corcho, siempre se le quedaba debajo el platito enganchado, por el inevitable reguero de aceite. Desgraciadamente, el platito decidía caer en el momento más inoportuno, se rompía, y aterrizaba sobre la mesa manchando el mantel. El niño Rafael, que ya había sido advertido por la madre, recibía entonces una
aleccionadora bofetada, que anos después, mira por donde, le iba a servir de estímulo creativo. Ahora se trataba de realizar una aceitera que acabase con los problemas familiares en la mesa, y unido a este recuerdo casero, relacionó una tienda del Ensanche barcelonés, donde a menudo había visto envases de laboratorio, matraces y pipetas, los más seguros y precisos instrumentos para contener y manipular líquidos. Finalmente, consiguió que un vidriero artesano le soplase algunos ejemplares, utilizando un nuevo material revolucionario, el pirex, que permitía la difícil manipulación para darle forma. El caso es que semanas después, las aceiteras conseguían el premio Delta de Oro en la primera convocatoria del ADI-FAD. Feliz paradoja, que un objeto artesano ganase —y con justicia— el máximo galardón a la seriación industrial.
Las virtudes de las aceiteras de Marquina, bautizadas en su día con
el nombre de «Antigoteo» son muchas: puedes ver el contenido, sabes si es aceite o vinagre y cuánto queda; se cogen por el cuello con más facilidad que un asa; no resbala en las manos y no se vuelca jamás, y sobre todo no gotea, virtud por la cual no mancha los manteles y razón por la cual no necesita platito, bandeja o contenedor; es una pieza autoportante y puede pasarse de mano en manos sin miedo a embadurnarse.

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