Carlos Rodríguez Braun. Diccionario políticamente incorrecto.

junio 19, 2005

Editorial Lid. 2ª ed.1995 (1994) . 167 páginas.

Yo sí que te voy a dar caña, Carlitos…

Para aquel que todavía no lo sepa, soy liberal. Es decir, en términos más comprensibles, soy un «insensible neoliberal neoconservador vaticanista losantiano pepero amante de Bush mala persona egoísta fascistoide homófobo defensor de la explotación cuando no prostitución infantil generador de miseria destructor del planeta y cosas mucho peores» (se admiten mejoras a la definición, los interesados pueden enviar su aportación a thehappybutcher@gmail.com). Y el escritor de este libro, también. Sin embargo, dado que participo como blogger invitado, me siento en la obligación de ser objetivo y no dejarme llevar por mis más bajas pasiones…

Los libros de divulgación liberales son más bien pocos y de escasa repercusión. Calidad y argumentos al margen, los liberales no pueden compararse con el «No Logo» de Naomi Klein, el «9-11» de Chomsky o los últimos superventas de Michael Moore. Tenemos a X. Sala i Martín con su «Economía liberal para no economistas y no liberales» y algún otro por ahí, pero poco más (si en el Carrefour no venden un «¿Qué han hecho con mi país, tío?» o de similares características renuncio a mi ideología), y, por encima de todo, lejos de aquella fantástica y devastadora «Economía en una lección» de Henry Hazlitt. (Aprovecho para decirles que si ustedes tienen un mínimo interés por la economía, les recomiendo este libro que, independientemente de la ideología, ayuda a tener una mejor comprensión de las consecuencias de las medidas políticas y del funcionamiento de la economía en general.)

La idea de este «Diccionario políticamente incorrecto» es muy interesante. Pretende recoger todas las ideas, conceptos y recursos lingüísticos de la izquierda y presentarlas al lector como lo que son en la mayoría de los casos: burdas falacias. En ese sentido, el libro tiene toneladas de maldad (yo creo que sin precedentes), pero de una maldad necesaria. Las definiciones tienen una carga intencional que llevan a la sorpresa, cuando no a la carcajada, cuando no al horror. El problema está en que la profundización en los errores suele ser escasa en muchos casos. Es comprensible que un libro dedicado, no ya a la divulgación con humor tienda a la sencillez, pero eso genera lagunas incomprensibles. No vale con decir de «Arthur Andersen. Chivo expiatorio» y zanjar el tema. Muchas definiciones podrían haberse ampliado, y hay algunas que lamentablemente ni siquiera están (turista, turismo sexual, neocon, insurgente, Irak, especulación urbanística…). Podría haber sido mucho más largo y completo sin hacerlo más aburrido. También le faltarían referencias para obtener más información al respecto.

Yendo a los contenidos, no comprendo la crítica a la serie Friends por defender el estilo de vida del soltero (finalmente, y si no he leído mal, cinco de los seis personajes acaban formando una pareja estable). Otra cuestión muy distinta es que los jóvenes estén más interesados en la vida de los solteros que en la de casados, cuando es la oferta la que se adapta a la demanda. La defensa de la familia puede estar muy bien, pero no es comprensible criticar cuando es esto precisamente lo que facilita el que se responsabilicen de sus actos. Tampoco está bien razonada la fundamentación de los derechos del bebé que justifiquen la prohibición del aborto (como, por ejemplo, en caso de violación). Valora la interpretación de psiquiatras respecto de la homosexualidad, olvidando que los que defendían tal perspectiva eran psicoanalistas, una disciplina sin ningún rigor científico demostrado ya en los años 60 (y, aún intentando ser descriptivo, la pifia soberanamente cuando afirma que la homosexualidad es visto «con sorna por el humor popular» y «con respeto a las propensiones que no trascienden la intimidad de los adultos consentidores»… o una u otra: No se puede respetar al tetraplégico y ser visto con sorna por el humor popular. ¿Nos reímos de Irene Villa o le guardamos el respeto que merece?). Tampoco razona el concepto de responsabilidad de los adolescentes cuando critica el uso de máquinas expendedoras de preservativos en los institutos. Sí acierta en la crítica a la hora de criticar a muchos progresistas por algunas de sus afirmaciones, así como la deformación de las palabras a través de la retórica hasta el punto de desvirtuarlas de su significado original. En ese sentido, la mayoría de definiciones van por ese lado.

Este no es un libro para comprar, es un libro para que te presten. Sólo deberían comprarlo en una única circunstancia: cuando hayan leído que soy liberal y me hayan identificado con cualquier concepto que pongo en la definición de liberal en términos comprensibles. En tal caso, su obligación moral es comprarlo. Valga como castigo por semejante ignorancia el precio a pagar.

Les pongo algunos ejemplos (descuíden, Rodríguez Braun está en contra de los derechos de autor):

Socialismo. Régimen benévolo que ha de ser juzgado exclusivamente por sus mejores intenciones.

Fo, Darío. Premio Nobel de Literatura, fue uno de los muchos intelectuales progresistas aplaudidos por la izquierda y los periodistas, que pensaron que los crímenes del 11-S, en realidad, eran culpa de las víctimas. En una declaración entre paranoica e idiota, sentenció: «Los grandes especuladores se refocilan en una economía que cada año mata a decenas de millones de personas en la miseria, así que ¿qué son veinte mil muertos en Nueva York? No importa quién haya perpetrado la masacre, esta violencia es la hija legítima de la cultura de la violencia, el hambre y la explotación inhumana».

Alberti, Rafael. Gran poeta español, saludado siempre por su compromiso, estaba comprometido con el sistema más criminal de la historia. Lloró la muerte de Stalin cantándole: «que tu alma clara me ilumine en esta noche que te vas».

Efecto invernadero. La declaración más reveladora y profética al respecto es la de Richard Benedick, presidente del National Institute for the Environment: «Es necesario un tratado climático a escala global incluso si no hay evidencia científica que apoye el efecto invernadero».

(Un día, un libro 69/365)
Escuchando: «No education». , Apocalyptica.


El posteador invitado ataca de nuevo con una reseña de un libro polémico.

17 comentarios

  • mp junio 20, 2005en11:56 am

    Nadie es perfecto, happy.

    Me recuerda este libro un poco al Diccionario del diablo de Ambrose Bierce. Muy ácido también aunque Bierce vapulea a todo el espectro.

    Si tuviéramos más confianza, te lo pediría prestado.

  • The happy butcher junio 20, 2005en2:08 pm

    Si es por no conocerme, no te preocupes… El único problema es que yo vivo en Málaga… y si no vives en la misma ciudad que yo… es complicado quedar para prestar el libro.

  • Palimp junio 22, 2005en3:54 pm

    De acuerdo en que muchas de las ideas de la izquierda son falacias. Pero me imagino que si me leo un libro como éste me va a dar sarpullido. Se adivina un tonillo prepotente que pa que…

  • The happy butcher junio 22, 2005en6:46 pm

    Tiene toneladas de prepotencia, Palimp. El problema está en que suele tener razón…

  • Palimp junio 22, 2005en10:26 pm

    En lo de tener razón supongo que hay espacio para la discusión; tú mismo afirmas que defiende unos ideales de familia algo caducos. Pero aún cuando me dicen algo con actitud prepotente, me toca mucho los huevos. Más si tienen razón.

  • The happy butcher junio 23, 2005en9:11 am

    Un segundo: ¿Qué entiendes por prepotencia?

  • Palimp junio 23, 2005en10:03 am

    Dice la Rae:

    Prepotente:
    Que abusa de su poder o hace alarde de él.

  • The happy butcher junio 23, 2005en1:49 pm

    mmmmmnnnoooohh… básicamente viene a cachondearse de la progresía riéndose de sus contradicciones. No se autoerige como referencia de nada.

  • Palimp junio 25, 2005en8:46 pm

    Tendría que leerlo… ¡porque no me lo creo!! 😛

  • The happy butcher junio 26, 2005en9:17 am

    Dame tu dirección de correo y te lo mando.

  • Palimp junio 26, 2005en7:33 pm

    Tú lo que quieres es matarme de un infarto…

  • The happy butcher junio 26, 2005en7:50 pm

    Sí… lo que me sorprende es que no te hayas dado cuenta antes.

  • Palimp junio 26, 2005en8:27 pm

    Soy ingénuo, como todos los de izquierdas… 😛

  • Rebeto junio 30, 2006en10:54 am

    Sólo soplapoyas, chupahuevos como los que actualmente parecen apoyar el adoctrinamiento homosexual, comunista, asesino del clero y de todos aquellos que no comulgan con vuestras ideas nuestras escuelas públicas (¡pobre de España si hubieseis ganado la guerra! hubiésemos vivido también una caída del muro en nuestro país y muchos estariais muertos de hambre como muchos lo están por aquella zona de triste nombre que se llamaba la URSS. Todo gracias a vuestras ideas o de otros como vosotros: ¡incultos que se atreven a opinar de Economía y otras muchas cosas de las que no tienen ni puta idea!).Pobres de nuestros jóvenes y de nuestro país si les teneis que adoctrinar en la basura que profesais. Sólo vosotros podríais criticar un libro tan claro y que dice tantas verdades auunque os duela. Pero como soy un economista liberal, y se que careceis de cerebro, sólo me queda deciros algo: ¡a mamarla después de cada botellón que es para lo único que servis!

  • Palimp junio 30, 2006en3:46 pm

    Lo que siempre me sorprende de la derecha es su homofobia militante. Freud diría mucho sobre esto 😛

  • perro del mal enero 23, 2008en2:24 am

    todos me la pelan hijos de puta
    jajajajajajajajaja

  • Palimp enero 23, 2008en10:44 am

    ¿?

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