Asustante

mayo 23, 2009

Hay gente que se preguntaba por qué estaba la comunidad en contra de la reciente ministra de cultura si todavía no había tenido tiempo de abrir la boca. Bueno, pues ya lo ha hecho y parece darle la razón a sus opositores:

González-Sinde: «Es ‘asustante’ que los libros circulen libremente por la Red»

Entiendo que lo que la ministra quería decir es que si las descargas alcanzan a los libros el sector editorial se verá afectado, pero la frase que le ha salido es digna de un censor de la época franquista. Que la cultura circule libremente, sin trabas y sin precio debería ser el objetivo del ministerio de ídem, pero parece ser que no, que es asustante.

Eso sí, la ministra nos regala un neologismo. Más que un neologismo, una regla para obtener toda una colección: aprisionante, captante… escojan un verbo y fabriquen el suyo.

Lean la siguiente carta a la ministra de cultura:

Carta la ministra de cultura

De la que destaco lo siguiente:

El acceso a la cultura no puede dejarse en mano de un mercado de la cultura abastecido por una industria de la cultura, porque en ese caso nos encontraremos con el problema de que los productos que dejan de ser rentables dejan de ser productos comerciables y dejan de ser productos accesibles.

Que las empresas -editoriales, discográficas, productoras- ganen dinero con la cultura me parece muy bien. Que el acceso a determinadas obras pase por sus necesidades económicas me parece nefasto.

10 comentarios

  • luis mayo 24, 2009en8:42 am

    A mí me parece que esto ha ocurrido siempre y que ahora mismo se busca alguna excusa para incluirlo en un cuerpo legal aprovechando que de un tiempo a esta parte quienes tratan de hacerlo son parte interesada.

    Pero si se mira atrás la historia está llena de rechazos, reticencias y auto-publicaciones. Al final todo se reduce a una cuestión de oficio y conciencia, porque si un editor que se precie de serlo tiene en su mano una obra maestra, y puede soportar un posible fallo, no lo va a dejar pasar.

  • mcmendoza mayo 25, 2009en12:07 am

    jajaja, ella sí que es asustante. Pérez Reverte dijo una vez que le encantaba que le piratearan. Eso significa algo, ¿no? ¡Que interesa el libro!

  • Guillermo B. mayo 25, 2009en6:10 am

    La señora no parece tan vieja, a juzgar por su foto, pero su edad real es trazable a la edad de los dinosaurios, a eras antiquísimas de terror y cavernas.

  • Palimp mayo 25, 2009en6:38 pm

    luis, ya no me refiero sólo al tema de publicar autores primerizos, aunque la historia esté llena de casos de editores cegatos. El problema es la recuperación de libros, películas o discos descatalogados e imposibles de encontrar, que actualmente sólo se consiguen por medio de descargas. Nunca estuvo la cultura tan accesible para todo el mundo. Comprendo que la industria se tire de los pelos pero ¿no es en sí algo deseable? Si escucho a fulanito que Albinoni es bueno puedo estar escuchándolo dentro de quince minutos.

    mcmendoza, muchos escritores fomentan el pirateo -incluso superventas- porque saben que la lectura en papel todavía es más satisfactoria que en pantalla y que si alguien lee un libro suyo gratis y le gusta lo más seguro es que compre los demás.

    Guillermo, se decía que sería una defensora de la industria frente a la cultura y de momento así parece que va a ser.

  • manolito marquez mayo 26, 2009en1:38 pm

    mu bien dicho susgüebos¡¡

  • Blog literario mayo 28, 2009en8:19 pm

    Y, bueno, si decimos «asustante», ¿por qué no «terroroso» o «aterrorífico»?

  • elpasado junio 1, 2009en8:49 pm

    Me cae tan mal como a ti, pero «asustante» de neologismo, nada. Asustante: que asusta. Y tengo pruebas. A este respecto leer la entrada correspondiente en «Diccionario del español actual», Manuel Seco y otros.

  • Palimp junio 2, 2009en11:54 am

    Cierto, acabo de comprobarlo en el diccionario. Aunque la Real Academia no lo contempla.

  • pvor junio 4, 2009en5:56 pm

    Completamente de acuerdo con la conclusión final del artículo.
    Que la difusión de la cultura quede en manos de las empresas que la distribuyen, lleva a paradojas como las que vivimos en la actualidad: que existan títulos en mil ediciones diferentes, con otros tantos precios distintos, de algunos libros (y muy a menudo no destacan precisamente por su calidad: hay están los Ken Follet y Katherine Neville como muestra), mientras que otros títulos son imposibles de conseguir, ya que ningún editor se atreve a publicarlo o reeditarlo, según sea el caso.
    Entiendo que las editoriales son empresas, al fin y al cabo, y tienen que conseguir una cuenta de resultados saneada, pero sus intereses comerciales no siempre coinciden con los de la cueltura

  • Palimp junio 7, 2009en6:04 pm

    Lo peor es que hay fórmulas que les permitirían ganar más dinero y a la vez promover la difusión de la cultura. Desde poner su catálogo para imprimir bajo demanda a poder descargar en formato electrónico.

    La industria discográfica lo ha hecho muy mal, y es increíble ver como el resto siguen los mismos pasos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.