Alejandro Murgia. Dos cuentos y un poema.

enero 21, 2008

Editorial Vision Net, 2003. 92 páginas.

Alejandro Murgia, Dos Cuentos y un poema
Tolkien revisitado

Junto con el libro de Crossing vinieron estos dos cuentos y un poema, un libro breve pero precioso.

Más de una vez he dicho en esta bitácora que no me gusta Tolkien. Y he leído bastante, no se crean. Pero no es mi estilo. Pues bien, El invierno de 1311 y La flor de Simbelmin están ambientados en la tierra media y sus protagonistas son Hobbits. El título del poema El Troll de dos Cabezas, lo dice todo: también es Fanfiction de Tolkien. Malas perspectivas ¿no?

Pues no. Me ha encantado. Me ha gustado mucho más de lo que me ha gustado Tolkien. Quizás porque Tolkien suele ser un ladrillo y este libro está lleno de ternura. La historia del enfrentamiento de un lobo feroz y el hobbit Bungo refleja mejor que cualquier estudio el gusto de esta raza por la tranquilidad. La historia de amor del joven Bilbo deja un regusto melancólico y triste. Que hasta un Troll puede inspirar ternura lo demuestra el poema final.

Es una pena que no puedan encontrarlo en las librerías, porque es una delicia.

Escuchando: Fiction Romance. Buzzcocks.


Extracto:[-]

Y sin más, como si la mención de la merienda le hubiese avivado la ansiedad, había dado media vuelta para meterse en su acogedor agujero-hobbit, ante el estupor de Bilbo y Cavada. -¡Belladona! ¡El té y los pasteles! Pronto veremos la Colina cubierta de nieve y quiero estar junto al fuego fumando mi pipa para ese entonces, gozando de un merecido descanso.

Lo de merecido descanso podía sonar sorprendente a quien los hubiese visto en acción. En realidad, la parte de Bungo había consistido sobre todo en dirigir a sus dos jóvenes ayudantes. Eran ellos quienes habían cargado con el trabajo pesado, sobre todo Cavada, flamante jardinero de la Residencia Bolsón. Habían partido aquella mañana rumbo a La Cantera, y comprado para el piso del vestíbulo las mejores lajas que se pudiesen hallar en las cuatro cuadernas. Bungo estaba decidido a tener el agujero-hobbit más señorial de la Comarca, y si bien pocos dudaban de que Bolsón Cerrado ya lo fuese, él continuaba embelleciéndolo a través del tiempo. Veintidós años hacía que lo había mandado excavar, tras comprometerse con Belladona Tuk. Quería darle a su futura esposa una vivienda digna de su alcurnia y estado financiero (los Tuk eran la familia más rica desde las Quebradas Blancas hasta el Brandivino). Además, inútil es la torta si no se le hinca el diente, sostenía Bungo, y ¿para qué tenía Belladona tanto dinero si no era para gastarlo? Así era como funcionaba una mente Bolsón.

Y últimamente lo había acicateado el comentario insidioso de su cuñada Camelia Sacovilla acerca de la alfombra del vestíbulo que se tendía aún sobre tierra apisonada (curioso detalle rústico, lo llamó) y no sobre un verdadero piso, es decir, un piso enlosado. Lo que Camila en verdad tenía era envidia: ambicionaba vivir en un agujero como el de sus cuñados, y el buenazo de Longo (¿cómo podía haberse casado con una mujer tan odiosa?) estaba siendo exprimido hasta las últimas fuerzas para darle el gusto, deslomándose de sol a sol como ningún Bolsón decente había jamás hecho antes.

Cuando Bilbo y Cavada entraron, resoplando y sudorosos, Bungo estaba dando cuenta de los últimos pasteles, mientras que su mujer se había acercado a examinar más de cerca las losas que se amontonaban a la puerta.

-No me gustan. Son muy grandes, y mal cortadas -dijo. La porción de pastel que estaba engullendo se le atragantó a Bungo, y Bilbo tuvo que palmearlo con fuerza para desatorarlo.

-¡Pero Bella… son las mejores piedras, me han costado una fortuna! ¿Qué tienen de malo?

-No era lo que yo tenía pensado -meneó la cabeza Belladona, con esa cabellera casi rubia que había trastornado a Bungo cuando la conociera-. Es inútil, no se puede conseguir este tipo de trabajos entre los hobbits. Haría falta el talento de los enanos, tal vez ir a buscarlos más allá de Bree, o algún artesano élfico…

Esta vez Bungo palideció como si hubiese visto un espectro.

-¿E… elfos…, ena… enanos? -Balbuceó-. Dios mío, ¿por qué se te ocurren cosas tan extrañas? ¿Ir a buscarlos…? ¡Más allá de Bree! ¿Qué tienen de malo éstas? Al fin y al cabo se trata el piso de la sala… no del trono del rey de Norburgo, y sólo las verá quien levante la alfombra para curiosear qué hay debajo… ¡o sea sólo Camelia!

6 comentarios

  • PLBello enero 22, 2008en12:33 am

    Hacia tiempo que no pasaba por aquí. Por casualidad, sin recurrir a sindicación ni búsqueda alguna en technorati, me encuentro con que la primera reseña que leo es esta. La mejor noticia es que te haya gustado.

    Un saludo

  • Palimp enero 22, 2008en5:52 pm

    Ha sido una fortunada coincidencia. Me ha gustado mucho ¿no hay más?

  • hernan abril 10, 2008en5:11 am

    Conocí «La flor de Simbelmin» hace poco, en esa edición y también me gustó mucho. (Conocía los otros, ya nos habíamos cruzado con el autor en listas de correo Tolkien… hasta había intentado ponerle música al poema; http://hjg.com.ar/varios/troll-dos-cabezas.html )
    Que yo sepa, no tiene otros cuentos publicados de esta zaga Tolkien, y es una lástima.
    Raro que no te guste Tolkien y sí te guste esto .. ¿están Hoja de Niggle, Egidio, El herrero de Wooton Major entre las obras que leíste?

  • Palimp abril 10, 2008en11:30 am

    Pues no: las buscaré y leeré.

  • Cristania mayo 2, 2008en5:00 pm

    Tuve la suerte increible de poder leerlo, Alejandro Murguia es uno de los mejores escritores del mundo terramediatico que existen en habla hispana. Su cuento El Invierno de 1411 gano una de las ediciones de los premios literarios Gandalf otorgados por la Sociedad Tolkien Española y su otro cuento -no publicado en esta edicion- El Alcalde y la Vaca alcanzo el segundo puesto en la edicion de estos premios en el año 2003.

    Uno de los mejores especialistas sobre la obra de JRR Tolkien y tambien apasionado de la filologia, pueden encontrarlo en su blog: Hurgapalabras.

  • Palimp mayo 3, 2008en9:24 pm

    He buscado el enlace y lo dejo aquí:

    Hurgapalabras

    Además, hace poco cumplieron un año.

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