Varios. Atlas de literatura latinoamericana.

marzo 23, 2023

Varios, Atlas de literatura latinoamericana
Nordica, 2022. 222 páginas.

Recorrido por todos los países de latinoamérica donde se rescata a escritores de ese país de la mano de escritores actuales que los ponen en contexto. Acompañado por unas excelentes ilustraciones, es una pequeña joya que se lee muy fácil y que nos sirve para descubrir territorios inexplorados.

Están ausentes los autores del boom, y me parece una elección acertadísima. El boom fue como la Movida, que escondió todo lo que había antes, y aun peor, todo lo que ha venido después. En estas páginas tienen ocasión de brillar con luz propia autores y autoras escondidos en los pliegues de la historia.

Por mi parte me ha servido para incrementar enormemente mi lista de libros pendientes, porque aunque ya tengo leídos muchos de los títulos que aquí aparecen, hay muchos otros que no y que no quiero dejar escapar.

Gracias, Clara, por imaginar y construir este atlas de maravillas.

Muy bueno.


En el poema «La isla en peso» (1943), desmontó la mitificación de Cuba con versos como «¿Qué puede el sol en un pueblo tan triste?» o aquellos en los que reniega del barroquismo característico de la literatura nacional:
Me detengo en ciertas palabras tradicionales: el aguacero, la siesta, el cañaveral, el tabaco, con simple ademán, apenas si onomatopéyicamente, titánicamente paso por encima de su música, y digo: el agua, el mediodía, el azúcar, el humo.
Unos años después renovó la dramaturgia con Electra Garrigó (1948) y, con Falsa alarma (1949), inició la corriente del «teatro del absurdo», antecediendo con su propuesta a La cantante calva de Ionesco (1950), texto responsable de que el término cobrara su dimensión internacional.
En narrativa, la novela La carne de Rene (1952) describe a su protagonista como «un anormal o, si cabe peor calificativo, un excéntrico», apelativos aplicables al propio Piñera tanto por su orientación (nunca escondió su homosexualidad, por la que llegó a ser encarcelado) como por su poética, alejada del realismo socialista y del culteranismo a partes iguales. Aun así, como señala Bianco al hablar de su obra frente a la de Lezama o Carpentier, su barroquismo provenía no del estilo sino de la «acción misma» de sus creaciones (hecho recientemente apuntado por Carlos Gamerro cuando aplica la expresión «ficciones barrocas» a las obras de autores como Borges, Bioy Casares, Silvina Ocampo, Cortázar, Onetti o Felisberto Hernández).
Piñera, perteneciente a la estirpe de escritores «de cristal» frente a los de «la llama», despliega ante los ojos del lector un mundo alucinante, paradójicamente expuesto con términos exactos a través de narradores deshumanizados. Con ellos consigue llegar a delirantes alturas metafísicas y alejarse del «peso muerto» de los conflictos del siglo; de ahí que titulara Cuentos fríos a su primer conjunto de relatos, recalcando « Son fríos (…) porque se limitan a exponer los puros hechos».
En su literatura, la meditación sobre la carne —y su relación con dolor y placer— adquiere un papel esencial. No en vano, fue tachado de escritor masoquista debido a su interés por retratar cuerpos maltratados, contrahechos —«Cosas de cojos», «Oficio de tinieblas»—, despedazados —«Las partes», «La caída»—, canibalizados —«La carne»—. Por todo ello, si quiere asistir a un inolvidable «baile de cojos» o conocer «el infierno de una querida costumbre» adéntrese en sus textos, que encarnan como pocos aquella hermosa sentencia del poeta expresionista Gottfried Benn, según la cual «La categoría en la cual el cosmos se evidencia es la de la alucinación».

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