David Eggers. Lo mejor de McSweeney’s II.
Cuentos / abril 28, 2014

Segunda parte de este recopilatorio que incluye los siguientes cuentos: Kevin Brockmeier, El Techo Aleksandar Hemon, El caso Kauders Gabe Hudson, Notas desde un bunker junto a la autopista 8 Stephen J. Shalit, Un recuerdo egipcio Glen David Gold, Las lágrimas de Squonk, y lo que sucedió después Jim Stallard, Sin jueces no hay faltas Nathaniel Minton, Una cuerda triple Judy Budnitz, Cisterna K. Kvashay-Boyle, Santa Pandillera Tom Bissell, Dios vive en San Petersburgo Ann Cummins, La casa de las hormigas rojas Jonathan Ames, El affaire Nista Jonathan Lethem, Con K de kopia Paul Collins, La Chifladura de Banvard Sheila Heti, El hombre de fuera de la ciudad A. M. Homes, No molesten Si el primer volumen fue un poco decepcionante, hasta el punto que pensaba que si esto era lo mejor que no sería lo peor, este tiene mejores cuentos. Notas desde un bunker junto a la autopista 8, sobre un marine cuyo padre, veterano del vietnam, protesta contra la guerra del golfo haciéndose gay, y cuyo hijo deserta, se esconde en un bunker con un compañero secuestrado y ocho chimpancés, es sublime. Para destacar también Santa Pandillera, el día a día de una adolescente musulmana en un instituto…

David Eggers. Lo mejor de McSweeney’s I.
Cuentos / marzo 21, 2014

Mondadori, 2005. 382 páginas. La revista literaria McSweeney’s, editada por el escritor David Eggers, ha alcanzado gran fama por lo arriesgado de sus propuestas estéticas (JJ ha hablado bastantes veces de ella). Como se cuenta en el prólogo: Y si bien el primer número reunió muchas narraciones que no habían encontrado cabida en ninguna otra publicación, no tardamos en descartar dicha limitación, y desde el segundo número la mayoría de los textos habían sido escritos con la intención de ser publicados en nuestra revista. Una vez resueltos los aspectos conceptuales básicos de la publicación —en la que trabajábamos entonces dos o tres personas—, pasamos a explorar las posibilidades de sus aspectos formales. Cada número trataba de superar al anterior, de reinventarse a sí mismo. El primer número se caracterizó por su sencillez, el segundo duplicó la complejidad de la cubierta y el tercero la triplicó, incluyendo además un relato breve de David Foster Wallace impreso en el mismo lomo. Antes de publicar un número, yo volaba de Brooklyn a Reykjavik para hablar en cada ocasión con los impresores sobre la viabilidad de nuestras ideas. ¿Podíamos imprimir una página desplegable a cuatro tintas? ¿Podíamos crear un número con catorce opúsculos separados,…