Martin Amis. Niños muertos.

noviembre 5, 2006

Editorial Anagrama, 2002. 286 páginas.
Tit. Or. Dead babies. Trad. Marta Heras.

AmisNiñosMuertos
Muerte, drogas y perversión

Con lo que a mí me gusta Martin Amis, y este libro -publicado en 1975- no lo había leído. Me extrañaba porque tuve mi época Amis, me leía todo lo que veía de él. ¿Cómo se me había escapado este título? La solución, que Anagrama lo ha publicado con 27 años de retraso.

En la rectoría de Appleseed el brillante Quentin y su esposa Celia, la guapa Diana y el macarrilla de Andy , el obsesionado con su dentadura y rico Giles y el gordo y deforme Keith están esperando a unos invitados para el fin de semana. Lucy, que trabaja de prostituta y tres americanos; Marvell, Skip y Roxeanne. Los americanos traen drogas en abundancia como para alcanzar cualquier estado de conciencia (miedo, deseo, libertad) y parece prometer un fin de semana intenso. Pero nadie cuenta con que tendrán un invitado sorpresa, Johnny, que parece tener muy mala leche.

La idea de meter a unos jóvenes de buena familia con una buena provisión de droga en una mansión y dejar que pase de todo puede parecer -a estas alturas- un poco superada y arquetípica. Y no es así. Treinta y un años después de la publicación del libro todavía me parece una novela moderna y nada pasada de moda. El tinglado que monta Amis me parece menos falso, incluso, que la sordidez de otras novelas suyas como Dinero.

Que alguien me dé pistas de autores británicos, porque con los que leo parece que en inglaterra sólo existen dos tipos de personas; el lumpen y los aristócratas. O mi selección de lecturas es deficiente, o es que allí la diferencia de clases es brutal. ¿Alguien sería capaz de citar novelas españolas en las que se reflejen la nobleza patria?

Si te gusta Amis, te gustará Niños muertos. Y si no te gusta, puede que también. Una novela que me ha sorprendido agradablemente. Tomen nota.

Escuchando: Instituto Sangriento. F.A.N.T.A..


Extracto:[-]

-Un momento -dijo-. Son Conceptualistas. -¿Que son qué? -preguntó Marvell.

—Conceptualistas. —Andy se había puesto a escudriñar la sala con aprensión.

-Ah, ya, he oído hablar de ellos. Una especie de cruce entre los antiguos Angeles del Infierno y Chuck Manson.

-Nada de eso -dijo Andy, con tanta aversión que por un instante pareció mirar a Marvell con los agujeros de la nariz en lugar de con los ojos—. Nada de eso, ni mucho menos. Son algo nuevo, diferente. Creo que son los únicos que han sabido utilizar creativamente lo que le está ocurriendo al mundo actual. Para mí son los únicos que han sacado algo en limpio de lo que la tecnología ha hecho con el sexo y la violencia. Y durarán. -¿Sí?

-Más vale que te lo creas, tío.

-¿Cómo es eso?

Las dos marcas de fábrica de las actividades conceptualistas eran la precisión y la arbitrariedad. Inauguraron sus «Gestos», como ellos los llamaban, una mañana en la que quince humildes funcionarios fueron encontrados en su cama con el cuero cabelludo arrancado. Todos ellos eran funcionarios del servicio de depuración de aguas residuales. ¿Se trataba acaso de una organización política? Quince días después, cortaron el tendón de Aquiles de un grupo de médicos, inspectores de sanidad, asistentes sociales, secretarias de organizaciones de caridad y oficiales del Ejército de Salvación elegidos al azar, en una operación relámpago de ataques sincronizados. El primer día del siguiente mes, los periódicos informaron de que treinta propietarios de ferreterías de todo el país habían sufrido la extracción del ojo izquierdo. Cuatro semanas más tarde, unos cuantos helicópteros robados dejaron caer sobre algunas ciudades clave un peculiar confetti de postales pornográficas, fotografías de atrocidades, reproducciones médicas censuradas, placas de rayos X vetadas y análisis de orina que estaban en la lista negra. (Para entonces la policía no estaba exactamente preocupada, sino completamente histérica.) Periódicamente salían a la luz los restos de los escenarios de sus perversiones sexuales; no se les daba publicidad, pero se suponía que eran obra de la misma organización… Un accidente de automóvil cuidadosamente montado; los destrozados salpicaderos de los dos coches presentaban manchas de semen. Una sala de operaciones en la que entraron por la fuerza una noche para celebrar una sangrienta bacanal; hangares de aviación, laboratorios químicos, establos de los hipódromos, plantas de experimentación farmacológica y salones de exposición de aparatos eléctricos también sufrieron el mismo ultraje. Lisiados y dementes robados de diferentes asilos que regresaban mudos de asombro. Un cirujano secuestrado obligado a punta de pistola a realizar una extraña operación anal a un paciente enmascarado. Una niña de dieciocho meses de edad encontrada en la cuneta con graves heridas en los genitales.

La enérgica defensa que Andy había hecho de los Conceptualistas no era completamente desinteresada. Conocía a unos cuantos; era bastante amigo de uno o dos de ellos, y hacía mucho que se sentía impresionado por su calma y su crueldad, por su misterioso anonimato, por la vehemencia cas’ erótica con la que hablaban de sus Gestos, y sobre todo por su helada eficacia. De joven, Adorno había soñado con establecer su propio cabildo Conceptualista en Earl’s Court, donde él dirigiría a sus hombres con invisible destreza y presentaría sus propios proyectos al Cuartel General Conceptualista, llamando la atención sobre los miembros del equipo más endurecidos, escalando puestos en la organización hasta convertirse en un directivo y hacerse indispensable, hasta que por último le pidieran que se encargara de la organización de todos los Gestos… Aunque Andy ya contaba con uno de los dos requisitos para ser mismbro de los Conceptualistas (medía más de un metro ochenta) y pronto conseguiría el segundo (una licenciatura en humanidades), hacía mucho que su sueño había empezado a desvanecerse.

4 comentarios

  • MOre_tHaN_ThIS noviembre 6, 2006en3:09 pm

    Este fragmento me recuerda mucho a las descripciones de violaciones y snuff movies de Michel Houllebecq. No digo que la literatura deb ser toda «flors i violes» pero parece que en muchos libros y películas la crueldad gratuita como recurso estético-artístico vende… es un poco triste que nos complazcamos exclusivamente en la tortura y la muerte para evadirnos, y no sé qué placer literario encontramos en niños/as mutilados, violaciones y demás, la verdad. Por mi parte estoy más que harto

  • Palimp noviembre 7, 2006en8:45 pm

    Bueno, el libro es de 1975 así que como mínimo podemos darle el beneficio de ser de los precursores. La violencia gratuita no me gusta, pero tampoco me asusta. Si forma parte del entramado de la novela y tiene su razón de ser no le veo ningún inconveniente.

  • PLBello noviembre 9, 2006en7:16 pm

    Lo mismito que «Furia Feroz» de Ballard, solo que alli son los crios los que matan y mutilan. En teoria la justificacion es poner a parir la educacion de la clase media-alta (lo mismo que Amis), pero ¿quien es el editor que no desaprovecha los temas escabroso para vender?

    Una recomendación de literatura inglesa sobre clase media-baja: la serie de diarios de «Adrian Mole», de Sue Townsed. Los primeros empiezan con un preadolescente Mole y su peculiar (disfuncional) familia en la epoca tatcheriana. Los posteriores llegan al flamante estreno del Nuevo Laborismo con el protagonista precalvo, treintañero y divorciado. Todos muy divertidos.

  • Palimp noviembre 11, 2006en6:06 pm

    Apúntome la recomendación.

    En defensa de Amis diré que el libro no se sustenta en lo escabroso; tiene virtudes propias.

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