Ediciones B, 1993. 350 páginas.
Tit. Or. Norstrilia. Trad. Carlos Gardini.
El tercer volumen de las obras completas de Cordwainer Smith en esta edición de Nova contiene la novela Nostrilia, que, tal y como leo en Pi in the Sky fue en su origen dos novelas cortas que luego se fusionaron.
El resumen lo da el propio Cordwainer Smith:
La historia es simple. Érase un chico que compró el planeta Tierra. El chico fue a la Tierra, consiguió lo que se proponÃa y escapó con vida. Ocurrió en el primer siglo del Redescubrimiento del Hombre, cuando vivÃa la mujer gato G’mell, cuando limpiaron Shayol como si hubiera lustrado una manzana con la manga. Más o menos quince mil años después de las bombas que arrasaron la vieja Tierra. El resto son detalles.
En Nostrilia se fabrica la droga más preciada del universo: el stroon, que consigue la inmortalidad. Todos su habitantes son inmensamente ricos, pero para impedir que la soberbia se les suba a la cabeza tienen un modo de vida espartano, sin ningún lujo. Rod McBan no puede ser granjero por no ser telépata, asà que con la ayuda del único ordenador inteligente del planeta conseguirá buscarse la vida de otro modo.
Aunque el estilo, los personajes y el ambiente son similares al resto de relatos de la Instrumentalidad, no me parece especialmente destacable. Es entretenida, y tiene algo de poesÃa, pero es la que menos me ha gustado de la serie. Si tienen que leer a este autor, no empiecen por Norstrilia.
Escuchando: Mis amigos dónde estarán. Topo.
Extracto:[-]
Matamos para vivir, morimos para crecer: ¡asà es como el mundo ha de ser!
Le habÃan inculcado que su mundo era muy especial, un mundo envidiado, amado, odiado y temido en toda la galaxia. SabÃa que formaba parte de un pueblo muy especial. Otras razas y especies humanas sembraban cereales, producÃan alimentos, ideaban máquinas o manufacturaban armas. Los norstrilianos no hacÃan nada de eso. En campos secos, con escasos pozos, con ovejas enormes y enfermas, refinaban la inmortalidad.
Y la vendÃan a un precio muy alto.
Rod McBan salió al patio. Tras él se alzaba su casa. Era una cabana de troncos construida con vigas de los dáimo-nos: vigas imposibles de cortar ni de alterar, más sólidas de lo imaginable. HabÃan comprado una partida a treinta saltos planetarios de distancia y las habÃan llevado a Vieja Australia del Norte en veleros fotónicos. La cabana era un fuerte que podÃa resistir incluso un ataque de artillerÃa pesada, pero tenÃa la apariencia de una cabana, sencilla por dentro y con un patio de tierra apisonada.
Llegaba el dÃa. PalidecÃa el último destello rojo del alba.
Rod sabÃa que no podÃa alejarse. OÃa a las mujeres detrás de la casa, las mujeres de la familia que habÃan venido a prepararlo para el triunfo. O para lo otro.
Ellas ignoraban cuánto sabÃa él. A causa de la enfermedad de Rod, habÃan pensado sin reservas en su presencia durante años, suponiendo que la sordera telepática de Rod era constante. Pero no lo era; a menudo él percibÃa cosas que no debÃa oÃr. Incluso recordaba el triste poemita acerca de los jóvenes que fallaban por una u otra razón y tenÃan que ir a la Casa de la Muerte en vez de convertirse en ciudadanos norstrilianos y subditos plenamente reconocidos de su majestad la reina. (HacÃa quince mil años que los norstrilianos no tenÃan una reina auténtica, pero amaban sus tradiciones y no se dejaban confundir por los meros hechos.) ¿Cómo decÃa el poema? «Ésta es la casa del mucho tiempo atrás…» A su manera sombrÃa resultaba alegre.
Rod borró su huella del polvo y de pronto recordó el poema entero. Lo recitó en voz baja:
Esta es la casa del mucho tiempo atrás,
donde los viejos murmuran una aflicción sin fin,
donde el dolor del tiempo es una presencia tangible,
y las cosas del pasado vuelven siempre.
En el JardÃn de la Muerte, nuestros jóvenes
han saboreado el valeroso gusto del miedo.
Con brazos musculosos y lengua locuaz,
ganaron y perdieron, se nos fueron.
Esta es la casa del mucho tiempo atrás.
Los que mueren jóvenes no entran aquÃ.
Los que viven saben que el infierno está cerca.
Los viejos que sufren asà lo han deseado.
En el JardÃn de la Muerte, nuestros viejos
contemplan admirados a los jóvenes y audaces.
Quedaba bien decir que contemplaban admirados a los jóvenes y audaces, pero Rod aún no habÃa conocido a nadie que no prefiriera la vida a la muerte. HabÃa oÃdo hablar de gente que escogÃa la muerte, claro que sÃ. ¿Quién no habÃa oÃdo hablar de ello? Pero era una experiencia de tercera, cuarta, quinta mano.
SabÃa que algunos habÃan dicho que él estarÃa mejor muerto, sólo porque nunca habÃa aprendido a comunicarse telepáticamente y tenÃa que usar el viejo lenguaje hablado, como los habitantes de otros mundos o los bárbaros.
Pero Rod no creÃa que fuera a estar mejor muerto.
4 comentarios
Me gusta mucho la ciencia ficción, y este parece interesante. ¡A la lista de la compra!
Ahora están en edición de bolsillo; a cinco euros cada volumen.
Yo empecé a leerlo hace tiempo, y no me acabó de convencer…
No me extraña, creo que es lo peor de Cordwainer Smith. Además que este autor o te entra, o no te entra.