Novela breve que gira alrededor de los celos. El doctor Anselmo se obsesiona con una supuesta infidelidad de su mujer y va perdiendo la razón.
La descripción detallista nos sumerge dentro de la locura del protagonista, y confieso haber sentido una angustia real. Más allá de una descripción de los celos es una novela psicológica adelantada a su tiempo, a la vez que una crÃtica al la maté porque era mÃa.
Interesantes apuntes aquÃ: La sombra
Calificación: Bueno.
Un dÃa, un libro (272/365)
Descárgalo gratis:
Todas las obras de Benito Pérez-Galdós
Extracto:
«Mi boda fue repentina: no habÃan precedido más relaciones Ãntimas, furtivas, que enlazan las almas moralmente antes de ser atadas las personas por el nudo religioso y civil. Yo no habÃa sido su novio; y aquello fue más bien cosa concertada por los padres, guiados por la conveniencia, que unión espontánea de dos amantes que se cansan de la vida platónica. Nos casamos no muchos dÃas después de habernos conocido; y de aquà creo yo que provinieron todos mis males. Yo, no obstante, la amé mucho desde que resolvà unirme a ella. Pero llegó el dÃa, y no sé por qué, creà ver en su semblante más bien las señales de la resignación que las de la alegrÃa, lo que me contristó sobremanera, y me hizo meditar; mas cuando vino a sospechar si habrÃa hecho mal, ya estaba casado. Esto no impidió que tuviera momentos de felicidad como antes he dicho; pero pasaban rápidamente, dejándome después sumergido en mis meditaciones. ¿Sabe usted cual fue el tema de mi eterno cavilar? Pensaba de continuo en mi esposa, sospechando de su fidelidad para lo futuro; esta idea se clavó con tanta tenacidad en mi cerebro, que no me dejaba reposar. Me ocurrió que debÃa ser un tirano para ella, encerrarla, evitar todas las ocasiones de que pudiera engañarme: a veces fijaba mis ojos en los suyos, y querÃa leerle el pensamiento. El asombro con que ella ve a estas cosas mÃas, precisamente al poco tiempo de casados, no es para referido: por último empezó a tenerme miedo; y a la verdad, yo lo infundÃa a cualquiera con mi siniestra austeridad y reconcentración. Pugnaba por echar de mà aquella idea; llamaba a la razón; pero esta parecÃame a veces más loca que la fantasÃa, y entre las dos me llevaban al último grado de tormento.
-¿Pero en qué se fundaba usted, hombre de Barrabás, para esa descabellada sospecha? -le pregunté, buscando un rayo de lógica en las cavilaciones del doctor Anselmo.
-En nada positivo por de pronto. Luego verá usted. Ella me tenÃa miedo: yo lo conocÃa. Pero esto es inexplicable, usted no puede comprenderlo.
Y en efecto, nada comprendÃa de semejante jerigonza, de aquellos hechos en que todo era confusión.
-Nada puede usted comprender por ahora, sino después, cuando le explique todo lo que me pasó. Un dÃa estaba ella en esa habitación que he descrito últimamente; hallábase en pie junto al magnÃfico lienzo de Paris y Elena, de que hablé a usted. -«¡Qué hermosa figura!» -dijo señalando a Paris. -«Sû, repliqué yo mirándola también. Y los dos contemplamos un rato la belleza singular del incomparable mancebo. Después ella se marchó, y yo tras ella…
No hay comentarios