Santillana, 2006. 128 páginas.
Empecé a leer este libro sin grandes expectativas, quizás una crónica del Medellín violento, lectura ligera. Pero no, también es un gran libro, muy bien escrito.
Un escritor que comparte nombre con el autor regresa a una Colombia donde la violencia es la dueña de las calles, donde se mata o se muere por unos tenis (zapatillas) y alquilar un sicario para matar a alguien es más barato que llamar al plomero. Allí tiene una apasionada relación con el joven Alexis, sicario y Ángel de la Muerte.
Cuanta belleza en este torrente de palabras, cuanta fascinación puede provocad la violencia gratuita, las muertes por nada, las barriadas sin ley donde es imposible entrar sin arriesgar tu vida, vida que no vale nada en un Medellín sangriento, pero trufado de iglesias.
Pasión y muerte se combinan con un lenguaje caudaloso como la lluvia de Medellín. Magnífico.
Calificación: Muy bueno.
Un día, un libro (260/365)
Extracto:
A mi regreso a Colombia volví a Sabaneta con Alexis, acompañándolo, en peregrinación. Alexis, aja, así se llama. El nombre es bonito pero no se lo puse yo, se lo puso su mamá. Con eso de que les dio a los pobres por ponerles a los hijos nombres de ricos, extravagantes, extranjeros: Tayson Alexander, por ejemplo, o Fáber o Eder o Wílfer o Rommel o Yeison o qué sé yo. No sé de dónde los sacan o cómo los inventan. Es lo único que les pueden dar para arrancar en esta mísera vida a sus niños, un vano, necio nombre extranjero o inventado, ridículo, de relumbrón. Bueno, ridículos pensaba yo cuando los oí en un comienzo, ya no lo pienso así. Son los nombres de los sicarios manchados de sangre. Más rotundos que un tiro con su carga de odio.
Ustedes no necesitan, por supuesto, que les explique qué es un sicario. Mi abuelo sí, necesitaría, pero mi abuelo murió hace años y años. Se murió mi pobre abuelo sin conocer el tren elevado ni los sicarios, fumando cigarrillos Victoria que usted, apuesto, no ha oído siquiera mencionar. Los Victoria eran el basuco de los viejos, y el basuco es cocaína impura fumada, que hoy fuman los jóvenes para ver más torcida la torcida realidad, ¿o no? Corríjame si yerro. Abuelo, por si acaso me puedes oír del otro lado de la eternidad, te voy a decir qué es un sicario: un muchachito, a veces un niño, que mata por encargo. ¿Y los hombres? Los hombres por lo general no, aquí los sicarios son niños o muchachitos, de doce, quince, diecisiete años, como Alexis, mi amor: tenía los ojos verdes, hondos, puros, de un verde que valía por todos los de la sabana. Pero si Alexis tenía la pureza en los ojos tenía dañado el corazón. Y un día, cuando más lo quería, cuando menos lo esperaba, lo mataron, como a todos nos van a matar. Vamos para el mismo hueco de cenizas, en los mismos Campos de Paz. La Virgen de Sabaneta hoy es María Auxiliadora, pero no lo era en mi niñez: era la Virgen del Carmen, y la parroquia la de Santa Ana. Hasta donde entiendo yo de estas cosas (que no es mucho), María Auxiliadora es propiedad de los salesianos, y la parroquia de Sabaneta es de curas laicos. ¿Cómo fue a dar María Auxiliadora allí? No sé. Cuando regresé a Colombia allí la encontré entronizada, presidiendo la iglesia desde el altar de la izquierda, haciendo milagros. Un tumulto llegaba los martes a Sabaneta de todos los barrios y rumbos de Medellín adonde la Virgen a rogar, a pedir, a pedir, a pedir que es lo que mejor saben hacer los pobres amén de parir hijos. Y entre esa romería tumultuosa los muchachos de la barriada, los sicarios. Ya para entonces Sabaneta había dejado de ser un pueblo y se había convertido en un barrio más de Medellín, la ciudad la había alcanzado, se la había tragado; y Colombia, entre tanto, se nos había ido de las manos. Eramos, y de lejos, el país más criminal de la tierra, y Medellín la capital del odio. Pero estas cosas no se dicen, se saben. Con perdón.
3 comentarios
De alguna forma, me negaba a pensar que la inseguridad y el crimen en Colombia pudieran llegar a ser lo que los mass media nos transmiten. Hasta que vi la adaptación al cine de este libro, ¡jo-der! De Vallejo sólo me he leido La Puta de Babilonia, un ensayo demoledor contra la iglesia católica en particular y las religiones en general que me pareció implacable.
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Aquí también se critica, indirectamente, a la religión. Pero lo principal es eso, la violencia imperante en las calles.