Santiago Lorenzo. Los huerfanitos.
Novela / noviembre 2, 2018

Blackie books, 2012. 316 páginas. Tres hermanos se quedan huérfanos de un padre que nunca les quiso. Exitoso empresario teatral espera heredar el teatro, pero viene cargado de una hipoteca y la única manera de intentar quedarse con él (para venderlo) es hacer lo que más odian: montar una obra de teatro. Excelente novela. No me ha gustado tanto como Los millones, pero está igual de bien escrita, te atrapan en los sinsabores de los tres hermanos y gana interés al final. Tiene un esquema de humor muy parecido a la escuela Bruguera, las aventuras de unos Mortadelo y Filemón a los que todo le sale mal. Me ha hecho especial gracia el retrato de una actriz empeñada en leer las acotaciones como texto, que parece una anécdota vivida por el propio autor por el contexto que la acompaña. Eso sí, no es una sátira del mundo del teatro. A mí que algo he vivido en el mundillo me ha costado reconocer situaciones. Empezando por el propio teatro, que casi parece un teatro de Kafka interminable como un castillo. Pero el propio McGuffin, que es montar una obra de teatro y los problemas para encontrar decorado técnicos y actores me…

Belen Gopegui. Deseo de ser punk.
Novela / noviembre 1, 2018

Anagrama, 2014. 188 páginas. Una adolescente busca la música que le dé actitud en una vida mediocre y gris en la que todo parece estar ya decidido por ella. Lo he dicho alguna vez por aquí: si dibujas un personaje que caiga mal con la suficiente habilidad puedes fracasar por triunfar demasiado. La adolescente protagonista está tan bien conseguida que me ha causado las mismas simpatías que una adolescente angustiada real: cero. Uno casi prefiere a los adolescentes que hablan como filósofos del XIX. Nada que objetar a la labor como escritora de Belen Copegui, que tiene talento suficiente para escribir bien lo que le dé la gana. Pero estos dramas adolescentes ya me aburrían cuando yo era uno de ellos. Ni te cuento ahora que peino canas. Se deja leer. Aquel viernes salí de la biblioteca y estuve vagando. Tipo taxi, exactamente, pero todavía más a la deriva que un taxi, porque yo ni siquiera tenía la obligación de buscar un pasajero. Una hora es un mundo cuando has salido de casa y no has quedado con nadie. Te pones a andar. Los escaparates de las tiendas están medio apagados. Luego me fui al banco de una parada de…