Acantilado, 2010. 1220 páginas. ¿Memorias? ¿Dietario? ¿Autoficción? Un poco de todo y algo diferente es esta visión distorsionada desde el fondo del mar, casi inabarcable en su enorme extensión, en la que se habla de muchas cosas y se reflexiona de más, se incluyen relatos y se desnuda el autor más de lo que -a lo mejor- se imagina. El texto nace, se nutre y se vertebra a partir de anotaciones con fecha donde se narran sucesos más en formato dietario que diario. Pero se organizan en áreas temáticas que dan pie para que el autor reflexione desde el presente. Se van encadenando de tal manera que el fin de una enlaza con el principio de la otra. Se incluyen también una novela corta de la juventud del autor y algún que otro relato bien encajado en fondo y forma en el sitio que corresponde. También recuerdos personales, llegando a momentos de la infancia. Todo encaja muy bien, no desentona nada y pese a la longitud del libro se lee con gusto y no cansa. Tengo mis peros: lo que cuenta el autor cae muchas veces en el postureo (lo que no es malo si es interesante). Peor son algunas…
Acantilado, 2001. 182 páginas. El libro lo tomé en préstamo porque incluye una traducción del Cantar de los cantares realizada por Gregorio del Olmo. Corren muchas versiones por internet pero no de excesiva calidad. De propina hay una traducción de Ceronetti, un estudio del mismo autor y dos textos que sirvieron de prólogo a otros libros. El texto de Ceronetti, en su línea. Yo no me he enterado de la mitad de lo que dice, porque creo que no hay un autor que me haga sentirme más estúpido que él. Se da la paradoja de que un texto que quiere comentar e iluminar el Cantar es todavía más oscuro de lo que pretende aclarar. Para que se hagan una idea: Margarethe Lochbrunner (en «Conoscenza Religiosa», la revista de Zoila, 2,1973) buscando las raíces maniqueas de Dante, como Aroux las raíces cataras (ambas coinciden), afirma la unidad esencial de todos los enviados del Señor de Luz y los perdidos en las tinieblas del mundo: Virgilio, Beatriz, Lucia, Matelda, Piccarda, María son todas manifestaciones de la única Virgen de Luz, que en Manes es una con el eón andrógino Jesús (Dante: el rostro, que a Cristo / más se asemeja; Manes: Oh…
Acantilado, 2011. 1508 páginas. Tit. Or. Gargantua et Pantagruel. Trad. Gabriel de Hormaechea Arenaza. Excelente edición y traducción de los cinco libros que componen el Gargantúa y Pantagruel, libro muy conocido y que ha pasado a la cultura popular, pero que imagino que es poco leído. Y no es para menos, puesto que son 1500 páginas en total. Se mantienen juegos de palabras y para evitar anotaciones de pie de página que entorpezcan la lectura todos los capítulos están precedidos por un pequeño prólogo que ilumina los conceptos que se tratarán, y explica las referencias para que cuando empecemos a leer tengamos los datos en la mano. Si se compara esta edición con otras que circulan por ahí la diferencia es notable. Cierto es que muchos de los chistes ya no nos dicen nada. Una crítica a Carlos V nos es tan lejana como le será a un lector del siglo XXV los chistes sobre Trump. Pero gran parte del humor es escatológico, y eso nunca caduca. Otros, como las parodias de las leyes, el hermetismo de los intelectuales, la inutilidad de cierto tipo de educación siguen estando de actualidad. Los chistes sobre sexo y cornudos siempre estarán a la…
Acantilado, 2004. 2724 páginas. Tit. Or. Memoires d’outre-tombe. Trad. José Ramón Monreal. Impresionante edición en dos tomos bastante cómodos de manejar de un texto que alcanza casi las 3000 páginas de una visión muy particular de un momento clave de la historia de Francia y, por la magnitud, mundial. Chateaubriand fue testigo de excepción de varios momentos claves de la historia de Europa: la revolución francesa, el ascenso de Napoleón y la restauración monárquica. Y no vio los toros desde la barrera sino que estaba ahí, en el centro de los acontecimientos, siendo historia él mismo. Lo que cuenta lo sabe de primera mano. Pese a haber vivido lo que se podría definir como el inicio del fin de las monarquías, él era profundamente monárquico, defendiendo el derecho de los reyes en momentos en los que lo mejor hubiera sido callarse. Admiró a Napoleón aunque estuviera en su contra -y uno se imagina que, de haberse dado la circunstancia de que Napoleón hubiera sido rey, lo hubiera defendido hasta la muerte. No soy yo el más adecuado para indicar el valor de estas memorias como documento histórico. Como lector de a pie me he encontrado un relato vibrante, muy alejado…
Acantilado, 2002. 80 páginas. Tit. Or. Sylvie. Trad. Luis María Todó. Novela de amores perdidos, donde el protagonista evoca desde París como su corazón se debatía entre dos muchachas. Sucesivas vueltas al pueblo le permiten, a la vez, evocar los tiempos pasados y reencontrarse con los tiempo presentes. Escrito con una prosa delicada y poética, con una estructura narrativa bastante moderna y libre, deja muy buen sabor de boca. No me ha dejado trastornado como a Eco y a Proust pero me ha gustado mucho. Otra reseña: Sylvie Recomendable. — ¡Mira quién está ahí, el parisino!—me dijo el tío Dodu—. ¿Vienes a pervertir a nuestras jóvenes? —¿Yo, tío Dodu? —¿Las llevas al bosque cuando el lobo no está? —Tío Dodu, usted sí que es un lobo. —Lo fui mientras encontré ovejas; ahora sólo encuentro cabras, ¡y que saben defenderse muy bien! Pero vosotros los de París sois muy tunos. Jean-Jacques tenía mucha razón cuando decía: «El hombre se corrompe en el aire emponzoñado de las ciudades.» —Tío Dodu, usted sabe muy bien que el hombre se corrompe en todas partes. El Tío Dodu empezó a entonar una canción de taberna; en vano quisieron detenerle cuando llegó a una estrofa escabrosa…