Salamandra, 2015. 140 páginas.

Aunque su padre acaba de morir, la protagonista viaja a Alemania para realizar una formación en grabado. Se aloja en casa de una señora mayor que tiene un sótano al que va con asiduidad. Una noticia en el periódico le activa la paranoia y empiezan las sospechas.

Una historia que mezcla lo cotidiano con la fantasía y un final que nos pone los pies en la tierra y nos enseña donde está (donde siempre ha estado) el auténtico horror. El dibujo, con trazos similares al grabado y casi en blanco y negro, me ha gustado mucho.

Muy bueno.