Alberto Pimenta. Discurso sobre el hijo de puta.

julio 11, 2018

Alberto Pimenta, Discurso sobre el hijo de puta
Pepitas de calabaza, 2014. 116 páginas.
Tit. Or. Discurso sobre o filho da puta. Trad. Jorge Carrasco.

En 1988 Cipolla (¡qué mala rima!) nos explicó que subestimamos el número de estúpidos que hay en el mundo. Pero once años antes el poeta y performer Alberto Pimenta ya nos había explicado algo mucho peor: que estamos rodeados de hijos de puta. Hijos de puta grandes, hijos de puta pequeños, que no dejan hacer, que siempre están haciendo, que nacen y se hacen, que no les compensa ser hijos de puta pero ahí están.

No es difícil reconocer en estas páginas los rasgos de muchas personas de nuestro alrededor. Terrible y muy gracioso. Por si alguien no se percata del carácter humorístico del libro los pies de página, comentarios de un supuesto profesor de literatura, que enfatizan la idea de que el mejor tesoro es un buen libro, terminarán de arrancarle las carcajadas.

Una verdadera delicia. Adjunto el pertinente fragmento, pero dada la breve extensión del libro les animo a buscarlo y leerlo (editado, además, por mi querida Pepitas de calabaza)

Es sobre todo en esas ocasiones cuando él, el hijo-de-puta, se queja, cuando aparece en todos los sitios diciendo que «esto está mal», pero no hace nada. Sí, para el hijo-de-puta nada peor que no saber cuál es la preocupación de los demás, no saber lo que los otros piensan, lo que los otros creen, lo que los otros saben. Es por eso que organiza encuestas, toda clase de encuestas, y programas, toda clase de programas, y congresos, reuniones de grupo, reestructuraciones, prácticas, exámenes, fórmulas para a través de un ritual de preguntas y respuestas intentar averiguar de los demás lo que los demás a su vez y normalmente en vano intentan averiguar de él: lo que piensan, lo que creen, lo que saben de la vida unos de otros. Pero cuanto más normalizadas son las preguntas y las respuestas, mayor es también la sensación que el hijo-de-puta experimenta de
no saber nada sobre los demás. Por eso cada vez más promueve organismos de orientación general, instrumentos que conduzcan a pensar o a no pensar, a hacer o a no hacer, a hablar o a no hablar, siempre según los mismos criterios para las mismas circunstancias. Servicios técnicos, gabinetes de coordinación, institutos de apoyo, centros de divulgación y documentación, departamentos de proyectos, secciones de estadística, gabinetes de gestión, comisiones de medio ambiente, núcleos de inspección, servicios de reconocimiento, órganos de fomento, institutos de reorganización, delegaciones de investigación, grupos de trabajo permanentes, permanentes workshops, centros de observación, servicios de coordinación de estudios, registros centrales, divisiones de fiscalización y comisiones de apoyo a las iniciativas centrales. A su vez, estos organismos son apoyados por otros de mayor alcance; si, para este efecto, en ciertos lugares usa de su psiquiatría, en otros usa de su inquisición, y en otros se sirve de su televisión y demás organismos para la calidad de vida; puede servirse de su periódico o de su falta de periódico, de su partido único o de su pluralidad de partidos, puede servirse de premios o de castigos, de gratificaciones o de traslados. Es lo mismo.

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