Editorial Extremadura, 2004. 640 páginas.
Tit. Or. Oliver Twist.
Estoy redescubriendo a Dickens y no podía olvidar una de sus obras más famosas, que tuvo una adaptación al cine recientemente bastante soporífera.
Hay mucha información en la wikipedia: Oliver Twist. Un huérfano de un buen corazón a a prueba de bombas -tan bueno que parece tonto- va sufriendo malnutrición y diversas penalidades hasta acabar metido en una banda de delincuentes. Pero como en todo buen folletín no faltará el final feliz con orígenes nobles incluídos.
A veces se me hizo un poco lento, pero no se puede negar el talento del autor. Con un argumento de vulgar telenovela consigue una galería de personajes magníficos y de paso hacer una feroz crítica a la sociedad del momento y a la doble moral religiosa que pregona la caridad por un lado pero la practica a su manera. Humor negro a raudales y una confirmación de que estamos ante un escritor imprescindible.
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Charles Dickens – Obras para descargar
Calificación: Muy bueno.
Un día, un libro (348/365)
Extracto:[-]
Una fría noche de invierno, en una pequeña ciudad de Inglaterra, unos transeúntes hallaron a una joven y bella mujer tirada en la calle. Estaba muy enferma y pronto daría a luz un bebé. Como no tenía dinero, la llevaron al hospicio, una institución regentada por la junta parroquial de la ciudad que daba cobijo a los necesitados. AE día siguiente nació su hijo y, poco después, murió ella sin que nadie supiera quién era ni de dónde venía. Al niño lo llamaron Oliver Twist.
En aquel hospicio pasó Oliver los diez primeros meses de su vida. Transcurrido este tiempo, la junta parroquial lo envió a otro centro situado fuera de la ciudad donde vivían veinte o treinta huérfanos más. Los pobrecillos estaban sometidos a la crueldad de la señora Mann, una mujer cuya avaricia la llevaba a apropiarse del dinero que la parroquia destinaba a cada niño para su manutención. De modo, que aquellas indefensas criaturas pasaban mucha hambre, y la mayoría enfermaba de privación y frío.
El día de su noveno cumpleaños, Oliver se encontraba encerrado en la carbonera con otros dos compañeros. Los tres habían sido castigados por haber cometido el imperdonable pecado de decir que tenían hambre. El señor Blumble, celador de la parroquia, se presentó de forma imprevista, hecho que sobresaltó a la señora Mann. El hombre tenía por costumbre anunciar su visita con antelación, tiempo que la señora Mann aprovechaba para limpiar la casa y asear a los niños, ocultando así las malas condiciones en las que vivían los pobres muchachos.
¡Dios mio! ¿Es usted, señor Bumble? exclamó horrorizada la señora Mann.
Y, dirigién se en voz baja a la criada, ordenó:
Susan, sube a esos tres mocosos de la carbonera y lávalos inmediatamente.
Vengo a llevarme a Oliver Twist dijo el celador . Hoy cumple nueve años y ya es mayor para permanecer aquí.
Ahora mismo lo traigo dijo la señora Mann saliendo de la habitación.
Oliver llegó ante el señor Bumble limpio y peinado; nadie hubiera dicho que era el mismo muchacho que poco antes estaba cubierto de suciedad. Al poco rato, el celador y el niño abandonaban juntos el miserable lugar
Oliver miró por última vez hacia atrás; a pesar de que allí nunca había recibido un gesto cariñoso ni una palabra bondadosa, una fuerte congoja se apoderó de él. “¿Cuándo volveré a ver a los únicos amigos que he tenido nunca?”, se preguntó. Y, por primera vez en su vida, sintió el niño la sensación de su soledad.
Nada más llegar al nuevo hospicio, Oliver fue llevado ante la junta parroquial y allí, el señor Limbkins, que era el director, se dirigió a él.
¿Cómo te llamas, muchacho?
Oliver, asustado, no contestó; de repente, sintió un fuerte pescozón que le hizo echarse a llorar, había sido el celador que se encontraba detrás de él.
Este chico es tonto dijo un señor de chaleco blanco.
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