No es la primera vez que aparece este autor por esta bitácora. Ya comentamos en su momento su libro sobre La homeopatía. En este caso es la acupuntura la que recibe los dardos del pensamiento crítico.
Es un libro más extenso y, también hay que decirlo, más aburrido que aquél, porque la acupuntura está sustentada por la Medicina Tradicional China (MTC) que no son tres reglas inventadas por un iluminado, sino todo un complejo sistema de creencias mezcla de filosofía, medicina, elementos de diagnóstico y un largo etcétera.
Todos esos supuestos milenarios, tales como el qi no han tenido ninguna validación científica y en los experimentos realizados la acupuntura no ha demostrado tener ninguna validez terapéutica. Lo que no impide que muchas personas sigan creyendo en ella. Como anécdota comentar que esta misma mañana una amiga me la ha recomendado para tratar un problema que tengo.
Pero aunque coincido con el autor en la falta de evidencia a favor de esta técnica me han sobrado ciertos comentarios despectivos que salpican el texto. Si describes algo que puede parecer ridículo me sobra tu opinión, ya decidiré por mi mismo. Pero quitando este pequeño defecto es una exposición bastante extensa de los principios de la MTC y lo que tiene que decir la ciencia sobre ellos.
Recomendable.
Distribución del “fluido”: meridianos y puntos
Concepto y origen de los meridianos
En esta fontanería mágica, la supuesta energía circula por los ya mencionados meridianos o canales, que son el fundamento de la acupuntura. Conviene advertir, como hace Ted J. Kaptchuck, que el término “canal” es una traducción más adecuada de Jing Luo (KingLo) que “meridiano”. En efecto: “La palabra ‘canal’ está más próxima a la china, y sugiere un conducto tridimensional que contiene una sustancia real, mientras que ‘meridiano’ implica una red bidimensional”25. Además, “el carácter Jing para meridiano es diferente al término Jing, que significa Esencia’’26. Por mi parte, hechas estas precisiones, utilizaré indistintamente canal o meridiano (e incluso “vaso”), puesto que, en cualquier caso, nos encontramos ante una ficción. Vayamos a su origen.
Para los médicos chinos antiguos, la piel era la frontera donde confluían los ritmos interiores del organismo (microcosmos) y los ritmos exteriores (macrocosmos). En consecuencia, a través de ella se debía restablecer el equilibrio roto por las diferentes causas (que analizaré más adelante). ¿Con qué hacerlo? Pues precisamente con las agujas de acupuntura, que eran el medio físico adecuado para conseguir el equilibrio perdido. Pero, además de las agujas, se necesitaba un “mapa” que nos señalara los lugares adecuados para colocarlas.
Pues bien, basándose en la topografía de los “puntos de analgesia”, cuyas cualidades (su supuesta efectividad) fueron las primeras en apreciarse, y en los “puntos de sangría” —las tradicionales sangrías chinas, a diferencia de las occidentales, se llevaban a cabo en puntos muy concretos y eran suficientes unas gotas de sangre— se fueron trazando líneas imaginarias que unían dichos puntos por donde se suponía circulaba la energía (Qi). Con el tiempo, la red se fue complicando y los meridianos se pusieron en relación con los diferentes órganos. Es decir, gracias al pensamiento analógico, al meridiano trazado se le hizo corresponder un órgano, del cual lleva su nombre, y las propiedades de uno se hicieron convertibles con las del otro. En suma, en palabras de Kaptchuck,
‘los meridianos conectan el interior del cuerpo con el exterior. Esta es la base de la teoría de la acupuntura: el que trabajar con puntos que están en la superficie del cuerpo afectará lo que ocurre en el interior del cuerpo, ya que afecta a la actividad de las sustancias [Qz (Soplo), Jing (Esencia), Xue (Sangre), Shen (Espíritu) y Jin Ye (Fluidos)] que viajan por los meridianos. Todo médico chino debe tener un dominio completo del sistema de meridianos. La mayoría de los puntos de acupuntura se relacionan con los meridianos y la mayoría de las hierbas que prescriben los médicos penetran en uno o más de los meridianos[…]’
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