Mondadori, 2013. 130 páginas. Una pareja de vecinos, un patio con un conejo que diserta sobre lo divino y lo humano, una trama de conspiraciones internacionales y un asesinato que no llegará a cometerse. La verdad es que me ha dejado bastante frío. Lo único que me ha gustado son las primeras conversaciones entre la pareja, de atrás adelante, muy bien escritas. Del resto, nada. Ni los soliloquios del conejo, ni los discursos del jefe de B. y M. que desvelan el malvado plan de los que dominan el mundo. Ni los recursos metalingüísticos tales como las páginas en negro. Lo que ha pasado es que, como se afirma en la solapilla, es un divertimento al que yo no le he pillado la gracia. Supongo que alguien lo hará. Para acabar, un consejo, no cites por extenso a otros autores que escriben mejor que tú, porque las comparaciones son odiosas. Se deja leer. Soy hermoso, es un hecho que no puedo negar. Si gobernara sobre todos los patios del mundo, decretaría que se viva el hedonismo con la misma alegría con que doy mis saltos o que doblo a mi antojo mis graciosas orejitas. Sin embargo no necesito todos los…