Penguin Random House, 2020. 512 páginas.
Tit. or. Underland. Trad. Concha Cardeñoso Sáenz de Miera.
Un ensayo en clave poética sobre los territorios subterráneos. Desde las tumbas en cuevas y su arte rupestre hasta los vertederos atómicos donde enterramos sustancias que serán peligrosas durante miles de años. Damos un paseo por los subterráneos de París, con una subcultura activa y dinámica, y descubriremos que debajo de cada bosque hay una intrincada red de hongos que comunican a cada árbol con sus vecinos.
Nos adentraremos en agujeros en el hielo, dentro de glaciares y cuevas heladas donde es fácil perder el pie. En las profundidades de las minas abandonadas donde ahora hay experimentos únicos para detectar las partículas más esquivas del universo.
Todo contado con un pulso narrativo y una sensibilidad excepcional, un cuidado en las descripciones de los ambientes, y una habilidad para hacernos sentirnos en la piel del autor que a veces nos causa claustrofobia y contienes el aliento por si algo sale mal.
Libraco. Una delicia lo abras por donde lo abras. Interesante contenido (es difícil elegir, pero los subterráneos de París me han seducido) y excelente continente, una prosa que para sí la quisieran muchas obras de literatura.
Excelente.
Pregunto a Merlin sobre esta cuestión: por qué la interpretación política ejerce tanta influencia en los estudios de la micorriza, pues me da la impresión de que lo que aquí se baraja no son solo las relaciones de la naturaleza, sino también la naturaleza de las relaciones.
—Tienes toda la razón. En mi campo, el discurso que se elige conforma forzosamente la dirección de las investigaciones. Por ejemplo, «sanción y recompensa» es un concepto técnico central en los estudios de la micorriza, no un mero adorno del lenguaje. La metáfora es la guía de la ciencia. He visto artículos de investigación con títulos como «Compartir bienes desiguales según las condiciones comunes del mercado».
—Parece cosa del laboratorio de ideas del Instituto Ayn Rand —digo.
—En efecto. Horrible. Políticamente, en biología me gusta mucho menos el lenguaje del libre mercado que el socialista —dice Merlin—. ¿Por qué hay que interpretar el comportamiento de los hongos y las plantas, como el que empezaron a tener los seres humanos en el aspecto económico en el siglo XVIII, con el surgimiento de la sociedad de responsabilidad limitada? Me parece muy caprichoso. Es uno de los motivos por los que me entusiasma el género Voyria. Te obliga inmediatamente a trascender el análisis coste-beneficio en relación con la vida de las plantas. Sin embargo, tampoco me convence del todo el sueño socialista de que los hongos sean tan solidarios y acogedores, esa visión teñida de rosa de que los árboles son como cuidadores en la que cada uno vela por los demás, con «árboles madre» que reconocen a sus congéneres y hablan con ellos y «árboles malheridos» que con toda generosidad dejan su legado a sus vecinos antes de morir. Estoy harto de estas dos maneras de ver las cosas —dice, mientras nos alejamos del estanque—. El bosque es mucho más complicado de lo que nos podemos imaginar. Los árboles significan algo, igual que el oxígeno. Para mí, pasear por el bosque es como desempeñar un papel muy pequeño en una misteriosa obra de teatro que recorre múltiples escalas temporales.
—En tal caso —digo— tal vez lo que necesitemos para entender el sotobosque sea un lenguaje nuevo, que no lo equipare todo con nuestros propios valores. Hoy por hoy, el lenguaje milita contra el animismo. Por costumbre y por reflejo, con las metáforas que empleamos subordinamos el mundo que va más allá de lo humano y le damos forma humana. Quizá sea preciso un sistema lingüístico nuevo para hablar de los hongos… Tenemos que hablar en esporas.
—Sí —dice Merlin con una vehemencia que me sorprende, y se da un puñetazo en la mano—. Eso es exactamente lo que tendríamos que hacer… y es una misión que os corresponde a vosotros —añade—, a los escritores, a los artistas, a los poetas, a todos vosotros.
2 comentarios
Me han entrado muchísimas ganas de leerlo. Gracias por la sugerente propuesta, Juan Pablo.
Un saludo,
Francisco
Espero que te guste, a mí me encantó