Gérard de Nerval. Sylvie.

mayo 8, 2019

Gérard de Nerval, Sylvie
Acantilado, 2002. 80 páginas.
Tit. Or. Sylvie. Trad. Luis María Todó.

Novela de amores perdidos, donde el protagonista evoca desde París como su corazón se debatía entre dos muchachas. Sucesivas vueltas al pueblo le permiten, a la vez, evocar los tiempos pasados y reencontrarse con los tiempo presentes.

Escrito con una prosa delicada y poética, con una estructura narrativa bastante moderna y libre, deja muy buen sabor de boca. No me ha dejado trastornado como a Eco y a Proust pero me ha gustado mucho. Otra reseña: Sylvie

Recomendable.

— ¡Mira quién está ahí, el parisino!—me dijo el tío Dodu—. ¿Vienes a pervertir a nuestras jóvenes?
—¿Yo, tío Dodu?
—¿Las llevas al bosque cuando el lobo no está?
—Tío Dodu, usted sí que es un lobo.
—Lo fui mientras encontré ovejas; ahora sólo encuentro cabras, ¡y que saben defenderse muy bien! Pero vosotros los de París sois muy tunos. Jean-Jacques tenía mucha razón cuando decía: «El hombre se corrompe en el aire emponzoñado de las ciudades.»
—Tío Dodu, usted sabe muy bien que el hombre se corrompe en todas partes.
El Tío Dodu empezó a entonar una canción de taberna; en vano quisieron detenerle cuando llegó a una estrofa escabrosa que todo el mundo se sabía de memoria. Yo había reparado en que el enamorado del día anterior estaba sentado a su izquierda. Había algo en su rostro redondo, en su pelo desgreñado, que no me resultaba desconocido. Se levantó y se puso detrás de mi silla diciendo:
—¿Así que no me reconoces?
I liu buena mujer que acababa de entrar a la Iit>tu ilcl postre después de habernos servido me Jijo -il oído:
¿No reconoce a su hermano de leche?
— ¡Anda, si eres tú, el rizadol—dije—. ¡Eres tú, . I que me sacó del aua\
Sylvie se reía de aquel reconocimiento a carcaja-
dai,
—Por no hablar de tu bonito reloj de plata— decía aquel muchacho abrazándome—, y al volver Citabas mucho más preocupado por el reloj que por ti mismo, porque no funcionaba; decías: «El bicho se ha movido, ya no hace tic tac; ¿qué dirá mi CÍO?»
— ¡Un bicho en un reloj!—dijo el tío Dodu—. , Eso es lo que hacen creer a los niños en París!
Sylvie tenía sueño, y pensé que me consideraba perdido. Subió a su habitación, y mientras le daba un abrazo, dijo:
—Hasta mañana, ¡venga a vernos!
El tío Dodu se había quedado en la mesa con Sylvain y mi hermano de leche; estuvimos mucho tiempo charlando alrededor de una botella de rata-fiat de Louvres.
—-Los hombres son iguales—dijo el tío Dodu entre dos canciones—, yo bebo con un pastelero, como bebería con un príncipe.

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