Editorial Tusquets, 1994. 212 páginas.
Una perspectiva paleobiológica
A pesar del empeño de los creacionistas la teoría de la evolución es un hecho firmemente establecido. Todos los organismos actuales descienden de otros más antiguos y hay varios hechos que lo demuestran, uno de los principales, el registro fósil.
Este libro presenta de manera divulgativa el estado de la cuestión en la época, mostrando un panorama bastante completo de la paleontología en la primera parte.
Se complementa con una serie de artículos divulgativos sobre temas evolutivos que si bien no forman un todo coherente (no hay una tesis global subyacente) son ilustrativos y rigurosos. La única pega es la achacable a todo libro de ciencia: después de 17 años sabemos muchas más cosas.
Los artículos:
Primera parte: Fósiles y evolución
1. Los fósiles y el tiempo
2. Catastrofismo contra evolución
3. La influencia del catastrofismo revisado
4. Darwinismo y registro fósil
5. La revisión del darwinismo
Segunda parte: Viejas metáforas, nuevos paradigmas
6. Y sin embargo, la evolución gradual existe
7. Reconsiderando la era de los reptiles
8. Los dinosaurios: el origen del mito
9. El mito de la gran extinción
10. Los primeros homínidos de Europa
11. El mito del eslabón perdido
12. La evolución y su sombra
Calificación: Bueno.
Un día, un libro (123/365)
Extracto:[-]
Es aquí donde el desacuerdo con Cuvier se hace más evidente. Cuvier no niega la posibilidad de modificación de los seres vivos: es evidente en el caso de las razas domésticas. Pero estas modificaciones no llegan a producirse en la naturaleza: «La naturaleza tiene cuidado, a su vez, de impedir la alteración de las especies que podría resultar de su mezcla, por la aversión mutua con las que las ha provisto». Sólo el «imperio del hombre» puede alterar este orden, forzando la aparición de todas las variedades posibles (variedades que, por sí misma, la especie jamás habría podido producir). La distinción operada por Cuvier entre caracteres «superficiales» variables y poco significativos, frente a los caracteres estructurales inmutables que delimitan la especie permite a este autor aceptar la posibilidad de adaptación, sin negar por ello la estabilidad de las especies: «En el caso de las varie-
dades, observamos que las diferencias que las constituyen dependen de circunstancias determinadas y que su alcance aumenta con la intensidad de estas circunstancias. Así, los caracteres más superficiales son los más variables […], pero en un animal salvaje estas mismas variedades están fuertemente limitadas por la naturaleza del propio animal, que no se aleja demasiado de los lugares en que se encuentra todo lo necesario para el mantenimiento de la especie». Como Lamarck, pues, Cuvier concibe la existencia de un mecanismo de adaptación. A diferencia de él, sin embargo —y esta es toda la diferencia—, considera que cada categoría de ser vivo —cada especie— constituye una entidad discreta que juega su papel en un universo orgánicamente trabado y estable, sólo modificable por grandes revoluciones de vasto alcance. En tanto que el registro fósil no proporciona indicio alguno sobre el origen o la posible mutabilidad de las especies, y en tanto que el evolucionismo difuso de Lamarck soslaya el problema negándoles su carta de naturaleza, el antitransformismo de Cuvier es más una defensa de la realidad de la especie que una negación de la posibilidad de variación.
2 comentarios
8) Los dinosaurios: el origen del mito.
(es verdad…. ¿a quién narices se le ocurriría la existencia de esos bichos gigantes? ja,ja
Firmado (un medio escéptico chistoso).
PD. Me parece muy interesante el fragmento. Lamarck, de estar en cierta manera apartado de las teorías evolucionistas, ha cobrado un cierto protagonimso estos últimos años con las investigacioness sobre la «epigenesis»? Creo que se llamaba así.
No entiendo por eso ese concepto del texto que dice «carácteres de estructurales inmutables» (claro, que igual es porque Cuvier vivió hace unos siglos). Me refiero a que no creo que haya nada absolutamente inmutable en la naturaleza. Todo evoluciona.
Sí, las ideas de Lamarck vuelven a estar de moda, aunque de un modo totalmente diferente a como él las pensaba. La evolución darwiniana postula una sóla dirección de la evolución, de padres a hijos, mientras que ahora se sabe que en determinadas especies puede existir una transmisión horizontal, captación de genes no por descendencia. En cualquier caso es una excepción de la regla.
Cuvier pensaba que el mundo era inmutable. Hoy en día, donde todo cambia de un modo vertiginoso, nos parece incomprensible.