Páginas de espuma, 2007. 280 páginas.
Incluye los siguientes relatos:
LOS INVENTAN: HABLA UN ESCRITOR
Informe sobre falsarios, Jorge Volpi
«A los tomates tempraneros», Neus Aguado
La inspiración caótica, Pedro Zarraluki
La vendedora de biblias, Enrique Vila-Matas
Ars Poética, Jorge Volpi
Falta de vocación, Antonio Di Benedetto
LOS FABRICAN: HABLA UN EDITOR
El editor ciclista, Mario Muchnik
Autobiografía, Mario Benedetti
Nota al pie, Rodolfo Walsh
Una buena capacidad de síntesis, Alberto Escudero
En el hemisferio sur, Cristina Fernández Cubas
Las correcciones, Fabio Morábito
LOS DIFUNDEN: HABLA UN LIBRERO
Pasiones de papel, Lola Larumbe Doral
Cerrado por melancolía, Isidoro Blaisten
Teoría de la eternidad, Javier García Sánchez
El bibliotecario, Luis Sepúlveda
Calle Maipú, Angelina Lámelas
LOS LEEN: HABLA UN CRÍTICO
Informe para una Academia, Luis García Jambrina
El sistema Kobert Hein, Pere Calders
Insuperable capítulo seis, Leonardo Valencia
Ea fiel literatura, Ivan Oñate
La seducción del genio, Carme Riera
El zorro es más sabio, Augusto Monterroso
Resurrección del doncel, Paloma Díaz-Mas
Que cómo se ve giran alrededor del mundo del libro desde distintas perspectivas. Los volúmenes temáticos que había leído hasta ahora de esta editorial pecaban muchas veces de flojillos, supongo que por ser de encargo. Pero en esta ocasión casi la totalidad de los cuentos son muy recomendables e incluso en el caso de no ser obras maestras todos tienen su punto de gracia.
Me han gustado especialmente los escritos desde el puto de vista de un escritor, lo que parece hacer buena la máxima aquella de habla de lo que sabes pero todo el conjunto me ha dejado un buen sabor de boca.
Muy recomendable.
El zorro es más sabio
Augusto Monterroso
Un día que el Zorro estaba muy aburrido y hasta cierto punto melancólico y sin dinero, decidió convertirse en escritor, cosa a la cual se dedicó inmediatamente, pues odiaba ese tipo de personas que dice voy a hacer esto o lo otro y nunca lo hacen.
Su primer libro resultó muy bueno, un éxito; todo el mundo lo aplaudió, y pronto fue traducido (a veces no muy bien) a los más diversos idiomas.
El segundo fue todavía mejor que el primero, y varios profesores norteamericanos de lo más granado del mundo académico de aquellos remotos días lo comentaron con entusiasmo y aun escribieron libros sobre los libros que hablaban de los libros del
Zorro. Desde ese momento el Zorro se dio con razón satisfecho, y pasaron los años y no publicaba otra cosa. Pero los demás empezaron a murmurar y a repetir “¿Qué pasa con el Zorro?”, y cuando lo encontraban en los cocteles puntualmente se le
acercaban a decirle tiene usted que publicar más.
-Pero si ya he publicado dos libros -respondía él con cansancio.
-Y muy buenos -le contestaban-; por eso mismo tiene usted que publicar otro.
El Zorro no lo decía, pero pensaba: “En realidad lo que estos quieren es que yo publique un libro malo; pero como soy el Zorro, no lo voy a hacer.”
Y no lo hizo.
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