Círculo de tiza, 2014. 246 páginas. Recopilación de artículos de la autora en los que trata, generalmente, del proceso de la escritura, qué significa para ella el periodismo, como llegó ella al medio, todas las cosas que están en la trastienda del acto creativo. Además de ilustrarnos sobre sus mecánicas internas o que para ella tan literaria es una crónica como un relato (y se nota cuando uno lee sus columnas) nos golpea con su habitual estilo que a mí, personalmente, y desde aquel Teoría de la gravedad, me emociona con las cosas más nimias. Un libro excelente y tan bien escrito como cualquiera de sus crónicas o columnas. Muy bueno. Por cosas como ésas me gusta la realidad: porque si uno permanece allí el tiempo suficiente, antes o después ella se ofrece, generosa, y nos premia con la flor jugosa del azar. Yo encuentro cierta belleza en que las cosas sucedan –absurdas, contradictorias, a veces irreales– y me gusta entrar en la realidad como a un bazar repleto de cristales: tocando apenas y sin intervenir. Querer escribir y no querer leer no sólo es un contrasentido. Querer escribir y no querer leer es una aberración. Es, sin salvar ninguna…
Alfaguara, 2020. 584 páginas. Recopilación de crónicas junto con algunas charlas acerca del periodismo. Cada cosa que leo de Leila Guerriero me enamora, da lo mismo de lo que escriba, siempre lo hace bien. Esto es periodismo de altura, intemporal, apasionante, perturbador. He descubierto a la banda más extraña del mundo (Reynols) profundizado en la biografía de personajes como Rene Lavand (el mago de una sola mano) o Facundo Cabral (que tuvo una muerte acorde a su extravagante vida) y me he asombrado con el mundo de las ventas piramidales o la vida privada de los inmigrantes chinos. Con algunos textos integrados el corazón se me ha puesto en un puño. La historia La voz de los huesos, un grupo de personas variopintas que se dedican a investigar fosas comunes e identificar cadáveres, tan cercana a nuestra propia realidad (vean si no este enlace: https://www.guardianasdelamemoria.com/»>guardianas de la memoria), me conmovió profundamente. Aunque Leila es capaz de conmoverte hablando de cualquier cosa. Una de las mejores lecturas de este verano. Muchos de los artículos se pueden encontrar en sus respectivos periódicos (La voz de los huesos). Buenísimo. No es grande. Cuatro por cuatro apenas, y una ventana por la que entra…
Anagrama, 2013. 148 páginas. En la vida hubiera leído un libro sobre malambo si no lo hubiera escrito mi admirada Leila Guerriero. Y me hubiera perdido además de una historia fascinante y para nada sencilla el disfrute de ver este baile y conocer la vida de unas personas que sacrifican todo por un sueño. En la localidad de Laborde se celebra el campeonato de malambo más famoso en el círculo de los entendidos y el más desconocido para el público general. Además de presentarse los mejores bailarines de Argentina el ganador ya no puede presentarse de nuevo, así que llegar a la cúspide es también cerrar una etapa. Los participantes suelen venir de familias humildes y dedican lo poco que tienen y todo su tiempo a perseguir este sueño, porque si quedan ganadores su vida puede pegar un vuelco: mejores puestos de trabajo y mejores salarios. La autora centra su historia en uno de los bailarines, que queda subcampeón en la edición que cubrió ella como periodista y lo sigue hasta el año siguiente donde intentará lograr el campeonato. La tensión del relato es altísima porque si gana será una historia de triunfo pero si fracasa será una tragedia. No…
Libros del asteroide, 2019. 2020. 208 páginas. Recopilación de columnas de la autora, generalmente centradas en sí misma, con pequeñas narraciones que devienen mucho más que simplemente periodismo, que nos hablan de relaciones, nostalgias, miedos, traumas, alegría y muerte. Conocía a la autora porque tiene una breve sección en un podcast que suelo escuchar. Ya me había fascinado porque en apenas cinco minutos me transportaba a otro sitio. Uno escucha podcast para entretenerse, para pasar el rato mientras friega los platos o va al supermercado. No los escuchas para que infecten tus pasos de nostalgia o para que te empujen al abismo sin miramientos. Cuando, al escuchar uno de ellos, volví a ponerlo desde el principio, y otra vez, y otra vez de nuevo, para acabar arrasado por las lágrimas en todas las ocasiones pensé que ya era tiempo de buscar sus textos. Aquí me encontrado lo mismo pero concentrado. Cometí el error de leerlo en el metro, y no podía retener el llanto, y en vez de parar, cerrar el libro y esperar a un momento más íntimo, seguía leyendo los textos con ánimo de drogadicto. Ebrio de tristeza y adrenalina. Leila es una estafadora; nos promete columnas pero…