Tránsito, 2018. 140 páginas. Clara vive sin salir de su casa, dentro de un ambiente asfixiante en el que está su padre, con la mente confusa, su hija, que ha nacido dentro de esas cuatro paredes, y un canario enjaulado. De los oscuros esqueletos de deseo escondidos en el armario pasamos a la búsqueda de la libertad en una azotea a la que no puede subir, mientras la falta de dinero va provocando una decadencia que se hace insoportable. Me ha gustado más que aquella Mugre rosa porque, a pesar de que no es redonda, el retrato de esa especie de familia perturbada llevada con mano ansiosa por la protagonista consiguió en más de una ocasión desasosegarme por completo. No acabo de ver la importancia de esa azotea que da título al libro y hay muchos cabos que quedan colgando, pero en general se disfruta de su lectura. Bueno. Cuando volví a casa hice tallarines y herví las verduras. Ya era suficiente escarmiento. Lo primero que noté fue que papá no estaba en la cama. Había un olor feo a humedad y al caminar tuve una sensación rara debajo de los zapatos, como si el piso crujiera. Prendí la luz…
Penguin Random House, 2021. 280 páginas. Una extraña plaga ha atacado a una ciudad portuaria. Animales muertos y personas infectadas, muchas de las cuales mueren. La mayor parte de la gente a huído al interior, pero todavía queda gente que no se va por diferentes motivos. La protagonista tiene a su exmarido en el hospital mientras cuida de un niño con una enfermedad que le hace comer todo lo que está a su alcance. A pesar de que la premisa no sea excesivamente original en su distopía (que resuena mucho en esta época de pandemias) la autora lleva la trama con solvencia y se lee con gusto. Hay algunas cosas que no me terminan de encajar, como el propio título, que hace referencia a una especie de pasta alimenticia artificial que apenas tiene importancia en la trama. O esos diálogos entre capítulos que, sin estar mal, no he sido capaz de encajarlos. En la contraportada se dice dos veces que hay hallazgos poéticos y va a ser que no. La prosa está muy bien, ninguna queja por mi parte, pero el adjetivo poética no es el que mejor le va. Sin quitarle méritos. Poética era aquella Sanguínea, con frases que…