Otro cómic que me ha llamado tanto la atención que lo traigo a esta bitácora: Là où vont nos pères. Hablando con Sfer me enteré de que el título en castellano es Emigrantes, y además ha tenido la gentileza de enviarme esta reseña: El perro en la luna.
El tema de la inmigración siempre me ha preocupado. No entiendo como un país que tanto ha tenido que emigrar para buscarse la vida mira con mala cara a los que ahora intentan hacer lo mismo. Las últimas directivas de la Unión Europea son un error muy grave.
Lean este cómic y entenderán lo duro que es para cualquiera separarse de su familia y marchar a un país extraño. No hay una sóla palabra pero la narración es perfecta, además de ser un libro bello y de explicarse con una claridad meridiana. Extremadamente recomendable.
12 comentarios
Yo recuerdo esa contradicción en tiempos de la crisis argentina en 2001: todos querían escaparse a España y a Italia (muchos lo hicieron), y ante la escasa hospitalidad europea, los argentinos clamaban que en tiempos de la guerra civil y de las guerras mundiales se recibió a italianos y españoles a brazos abiertos. La política no entiende de deudas morales de esta índole: es como ahora, que la iglesia quiere saldar la barbarie con América cinco siglos atrás.
Una maravilla, sin duda. Totalmente recomendable.
Saludos cordiales.
Seikilos, puedo entender que la política no entienda deudas morales. Lo que no me cabe en la cabeza son casos como el de un familiar, que tuvo que emigrar a Suiza cuando era joven, volvió a España, y ahora no puede ver a los inmigrantes. Esto ya no es falta de memoria histórica, es inconsistencia mental. Como él hay muchos.
Gracias, Llibreter.
Bueno, nosotros tenemos otra «inconsistencia mental», que raya directamente en la esquizofrenia: «me voy de Argentina porque los yankees fundieron el país, impusieron dictaduras militares en todo Latinoamérica, hicieron que esos gobiernos inflaran la deuda externa, nos chantajearon con la deuda a través del FMI para que vendiéramos nuestro patrimonio, y ahora esto es una cueva de ratas», y luego, sin transición, «me voy a vivir a Miami, Estados Unidos es un país en serio, no como este circo».
Pero éste es un blog (y magnífico) de literatura, no de política. Me gustaría recomendarte, a mi turno, ya que vos me has recomendado tanto, un gran libro sobre la soledad de quien está fuera de su cultura y que nunca logra ser otro del todo: «Los Emigrados», de Sebald.
Queda apuntada la recomendación -y localizada en la biblioteca pertinente.
Qué tristes fotografías 🙁 y, desgraciadamente, hasta se quedan cortas conforme a la realidad…
A esto me refiero con lo de que en la realidad es aun peor:
http://www.minutouno.com/1/hoy/article/86402-Espa%C3%B1a-golpean-a-una-joven-ecuatoriana-hasta-quedar-inconsciente-y-lo-graban-con-el-celular/
Es sumamente triste, y parece sin remedio…
Emigrantes. Shaun Tan | Literatúrame
Quiero creer que las agresiones físicas son hechos aislados y no parte de un sentimiento xenófobo general, al menos en este país. Otra cosa es la categoría de ciudadanos de segunda que mucha gente adjudica a los inmigrantes.
Asi es, Palimp, estos hechos no son parte de un sentimiento xenófobo general en la mayoría de los pueblos del mundo. Pero en este caso, en España ya no son tan aislados, han venido siendo con asiduidad, esto es lo terrible. Aislados si, pero con un aislamiento asiduo y sin castigo alguno por la ley.
Confieso mi ignorancia ya que no soy seguidor asiduo de las noticias generales. En cualquier caso, sean o no aislados, deberían combatirse con rigor desde toda la sociedad. Si como dices es un mal endémico créeme cuando te digo que me averguenzo de ello.
INMIGRACIÓN, VOCABLO ALFABETICO DE DUDOSA ESCRITURA
Un día, los “espabilaos” del sistema: “Mass Media”, autores en general; otro día, los representantes de organismos oficiales, oeneges, y “españa misionera”; ambos haciéndonos fijar la atención en los inmigrantes, y, en especial, las actuaciones delictivas, para que no se repitan las faltas que hubieren cometido, y se cierren las puertas a la avalancha de seres humanos en busca de la falsa felicidad y/ o la esclavitud dorada, los gobiernos preparan las Boletas de expulsión, o “arrojarles al mar”, como hicieran los soberanísimos marranos Reyes Católicos con los judíos y los moros, siendo en suma, la Inmigración, un gran tesoro de práctica para la Acción Social y el más poderoso auxiliar de la Administración en general.
La Europa rancia, felona y carroñera, católica o cristiana, exige al Sistema un resultado seguro para llegar a dominar la corrección inmigrante, los sin papeles a ojos vistas, poniendo en práctica, a fin de conseguir dicho objeto, una obra de Inmigración Práctica en que la criminalización de los colectivos que vienen de fuera hallan gran número de ejercicios sociopolíticos de escritura dudosa, combinados progresiva e intencionadamente en grupos de presión y frases de expulsión. Casi todos ellos encierran la vieja novedad de versar sobre pasajes históricos, por lo que la expulsión se enseña y se ensaña amenamente, y eso que el “europeíto” ha aprendido muy bien el sacar las castañas con la pata del gato.
La prensa, día a día, compone el tema inmigrante con copiosidad de voces dudosas. Hay como un adiestramiento inmigratorio que supone la repetida escritura de los mismos y su valor pedagógico que encierra ,le vemos día a día insertarse en sus páginas con letras no de oro , pero sí de sangre: las pateras, los cayucos; en ellos, también, viajan las palabras de rechazo.”Los claveles y las rosas están ahora muy escasos como para que venga ahora toda esta marabunta”, hemos escuchado más de una vez. “Los agresores eran gente venida del Este de Europa”. “La mayor parte son personas vulgares o delincuentes”. El rechazo, como en la Edad Media, se viste con traje de luces; y siempre temeroso de lo que dice nuestro refrán: “ El Asno sufre la carga, pero no la sobrecarga”.
Y, como siempre, siempre hay un olvido. Nos olvidamos muy fácilmente de que nuestros padres, tíos, madres, hermanas, marcharon , en su día, a Europa, a Alemania preferentemente, para conseguir un poco de felicidad en su “valle de lágrimas”. Y nos olvidamos de que nuestros antepasados, como dice “España Misionera”, que nos obligaban a leer en la Escuela, “con alborozo descubrieron el enigmático continente por las naos colombinas, no sólo desvelados por llevar a él la civilización ( vileza, felonía, obscenidad y engaño), sino que mezclaron la sangre de sus hijos con la de aquellos aborígenes y asumió la gran tarea de la evangelización (domesticación y depredación permanente), de tan extensos territorios”.
Imbuidos por halagüeñas esperanzas de felicidad y trabajo en un “País de Jauja”, país de jaula, vienen los inmigrantes sin hesitación alguna, a tan lejanos confines de su patria, avejentados por las privaciones y sufrimientos, desollados sus cuerpos a través de cayucos o pateras, los unos, a través de uliginosos, inhospitalarios y escabrosos parajes, los otros, con el exclusivo objeto de captarse las voluntades de las razas heterogéneas para beneficiarlas con el venturoso logro de su eterna redención: el trabajo, con la esvástica divisa “El Trabajo Os Hace Libres”, y la atávica incivilidad de algunas desalmadas hordas que, a veces, someten a martirio a estos humildes y santos inmigrantes, exorando la absolución de sus verdugos, perdonándoles por su obnubilación.
Por eso, es bueno recordar que los que vienen de fuera nos engrandecen y hasta riegan las arcas de la Seguridad Social tanto como de la Patronal por su propio trabajo y sangre. Y es de recibo el traer a colación lo que nos dejó dicho Napoleón: “La ley debe ser clara, precisa, uniforme; interpretarla es corromperla”.