Ediciones B, 2001. 507 páginas.
Tit. or. The stars are also fire. Trad. Pedro Jorge Romero.
Individualidad o muerte
Poco a poco y dosificándolos voy leyendo los más de veinte libros que compré de la colección nova aprovechando que algunos de sus números estaban saliendo ‘de saldo’. Los dosifico porque soy bastante perezoso, y la ciencia ficción es la lectura que más me entretiene. Los títulos de esta colección encajan con la definición de entretenidos -quizá demasiado, a veces- y como un niño obediente prefiero no empacharme.
Este libro es una segunda parte, de lectura independiente, de ‘Cosecha de estrellas’, que no he tenido el placer de leer. En esa primera novela el protagonista, Anson Guthrie es el creador de una empresa Heinleniana (o sea, de ideología completamente liberal y organizada alrededor de su figura carismática) cuyos ecos encontraremos tres siglos después. El sistema solar está gobernado por una red de inteligencias artificiales que gestionan de un modo impecable los resursos económicos y sociales. Pero ni siquiera un sistema perfecto lo es para todo el mundo; los selenarcas -seres humanos modificados genéticamente que re rigen por una aristocracia de corte medieval- quieren conservar su independencia a toda costa. Para conseguirlo encontrarán aliados en diversos grupos descontentos de una planificación omnipresente.
La trama sirve de excusa para presentar un futuro bien construido repleto de interesantes especulaciones. Como anuncia la cubierta Anderson es un ‘Gran maestro Nebula’, y el oficio lo tiene bien aprendido. Nada tengo que reprochar al libro en sus aspectos formales, y ha cumplido su misión: me ha entretenido. No me ha dejado, sin embargo, huella alguna. Lo leí hace un mes (voy algo atrasado con las reseñas) y he tenido que hojearlo para refrescar la memoria. No he podido sentir simpatía por los protagonistas; ni admiro las empresas ‘Heinlenianas’ ni a unos selenarcas orgullosos. Tampoco me parece una buena alternativa una mente-colmena artificial.
Las estrellas son de fuego, pero el libro me ha dejado frío. Algo que tiene que ver más con mi gusto que con su calidad. Un libro que hará, sin duda, las delicias de los amantes de la ciencia ficción hard cargada de sentido de la maravilla, y que puede, sin duda alguna, recomendarse.
(Un día, un libro 51/365)
Escuchando: ‘Aprendiendo a ser pobre’, Daniel y la Quartet de Baño Band
4 comentarios
«En ese caso, acepta mis disculpas, pero tus palabras también hicieron daño a mucha gente, incluyendo a buenos amigos míos.
¿Les has pedido tú disculpas?»
Puedo rectificar y pedir perdón si he ofendido a un amigo por algo concreto.
Pedir perdón en general al pueblo mexicano…
o a todos los idiotas q fueron a ver Niñera a prueba de balas…
No me sale.
No siento que tenga que pedir perdón por eso.
¿Qué no te sale? ¿Y quién te ha preguntado si te sale o no te sale?
Te he preguntado si habías pedido disculpas. Ya veo que no.
A mi tampoco ‘me sale’ pedirte disculpas. Lo hago por cortesía, porque decías que ‘estabas dolido’. Porque me sabe mal hacerle daño a alguien. No porque ‘me salga’.
Cuesta poco mandar un email a Magda del tipo ‘Lo siento, no era mi intención ofender. Aunque crea que no ofendo.’, pero nadie te obliga a hacerlo. La blogosfera es libre y puedes opinar lo que quieras. Pero en ese caso, no vengas por aquí dando pena.
Voy a ser un poco tocapelotas, palimp, así que perdona.
¿No es Poul anderson?
Pues va a ser que sí!!
Menudo fallo!!