Editorial Espasa Calpe, 1973. 206 páginas.
Si la crítica está recuperando la figura de Max Aub (véase: Una nueva editorial de un clásico contemporáneo), yo también lo estoy haciendo a base de lecturas. Acabado el ciclo del laberinto mágico he tenido la suerte de encontrar estas dos obras de teatro, como siempre, en un mercado de saldo.
Deseada narra el encuentro de una madre y una hija separadas por una serie de desencuentros. Ambas se reprochan mutuamente la muerte de Pedro, novio de la madre, además de la falta a la memoria del padre. La realidad, que el autor nos irá desvelando con el recurso de ir hacia atrás, como en la película Memento es muy diferente de lo que ambas piensan.
Espejo de avaricia es una farsa sobre la figura del eterno avaro, caricatura del de Molière en los tiempos modernos. Tampoco las cosas son lo que parecen porque dónde menos te lo esperas, salta la liebre.
Son dos obras buenas. No geniales ni excesivamente originales. Aub es un escritor de oficio, solvente, y con buenas ideas. Pero siempre me da la sensación de que le falta un algo para llegar a la categoría de grande. Escribe con inteligencia, no cabe duda, pero en la misma época se estaban escribiendo obras que revolucionaban los escenarios. Bretch había escrito todo su teatro, el mismo año se estrenaba La cantante calva y dos años después Esperando a Godot.
No es una crítica, al contrario. Sólo quiere decir que se puede medir con los más grandes y queda en desventaja. Pero otros hay de quienes ni osaríamos hacer tales comparaciones.
Extracto:[-]
Nona
No me gusta la cara que tiene.
Pedro
A mí tampoco. ¿Cambiamos?
Nona
Si por mí fuera… (Nona va a salir. Vuelve.) ¿No tiene con quién hablar?… Le están reventando las palabras en la boca… La señora está ciega… Que Dios se lo conserve, y a usted la vista… Póngase botas altas para salir si es que sale… Dicen que desde hace poco han aparecido víboras por estos campos… (Pedro no contesta.) Voy a echar unas cartas al correo y a ver a mi hermana… Contra las picaduras no hay más que el hierro candente… Duele, pero cura. Deja cicatriz, pero salva… (Pedro se queda solo, Nona sale. Él toma unos libros y mira uno de ellos. Es un libro suyo. Sonríe.)
Pedro
Yo mismo me fabriqué esta trampa infalible. Debo parecerte una mosca cogida en una liga cualquiera. ¿Quien me librará del atolladero si no hay salida? Puedo escoger —como un conejo cogido en su gazapera— entre el tiro de gracia del cazador y el acecho del hurón…, que y» me alcanza.
Teodora
(Entrando, sin mirarle)
Y que no se te ocurra huir. Sería inútil. Removería e cielo y la tierra hasta dar contigo… Gritaría la verdad
DESEADA
por todas partes hasta enronquecer. No te lo dije antes por si prefieres que nos marchemos. Escribes mejor que hablas. Y no pienses fugarte, Pedro; sería inútil, porque entonces «Te quebrantaría con sueño». De hoy para siempre seré tu sombra y te apoyarás en mí… (Se le acerca.)
Pedro
(Bajo)
¿Quieres dejarme solo?
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