Editorial Planeta, 2004. 413 páginas.
Final de Viaje
Continua el viaje de Biscuter y Carvalho alrededor del mundo, manteniendo la mínima trama argumental. Se reencontrará con Bangkok, escenario de ‘Los pájaros de Bangkok’, continuarán por Singapur, trabajarán en un crucero donde Biscuter conseguirá imponer su memoria culinaria a todo el pasaje, conocerán a ricos (y odiosos) exfalangistas, viajarán a Australia, se convertirán en improvisados (y no muy expertos) tripulantes en un velero que atravesará el pacífico capitaneado por un vasco, antiguo etarra, recalarán en Chile, viajarán a Argentina siguiendo la ruta del exilio de Neruda, recuperará Carvalho el ambiente y las amistades del ‘Quinteto de Buenos Aires’, incluyendo a un extorturador repentinamente sentimental, descenderán hasta la tierra del fuego, visitarán Brasil el tiempo justo para conocer a una ONG que los transportará en un vuelo charter hasta Dakar, y les hará de guías por el norte de áfrica, descubrirán en Alejandría al protagonista de la ‘Rosa de Alejandría’, habrá un viaje en patera, un reencuentro en una fecha tan señalada como navidad, y un final que se desliza suavemente en la irrealidad, como recordando aquel lejano origen de ‘Yo maté a Kennedy’.
Todo un despliegue de lugares, personajes y, por supuesto, comidas para enseñarnos que el mundo sigue dividido en vencedores y vencidos, globalizadores y globalizados, dejando claro donde están las simpatías de un autor que, a pesar del cinismo, el distanciamiento, y el pesimismo finalista que intenta transmitir con Carvalho, no puede evitar dejar la puerta abierta a la esperanza, no sólo en el personaje de un Biscuter cada vez más protagonista y más ilusionado, también en la multitud de personas que creen, como bien dice uno de los protagonistas que ‘Llegará un día en que podremos impedir los imperios’.
Libro de aluvión, en el mejor sentido de la palabra, resumen y compedio de la trayectoria de Carvalho, de las ideologías con que nos enfrentamos o sobrellevamos, y de las esperanzas y miserias repartidas por todo el planeta. Libro-denuncia, también, aunque no sea su intención principal y descarada, y libro solidario con todas las causas perdidas, perdidas de antemano ante unos poderes que las superan, causas muchas veces perdidas pero siempre justas. Libro crítico, en especial, con todas las religiones en su vertiente alienante, irracional y causante de buena parte de las desgracias de este mundo. Libro, para terminar, imprescindible.
Y definitivo. Muerto Montalbán, acabar este libro era para mí un homenaje y una despedida. Siempre he creído que los lectores mantenemos un diálogo secreto con los escritores, diálogo unilateral -es posible-, pero real. Y Montalbán ha acabado su último discurso, su último análisis de esta realidad tan fea tantas veces, pero donde caben tantas cosas. Y tengo una tristeza agazapada y una extrañeza en el alma porque la muerte es, casi siempre, difícil de aceptar.
¿Como no recomendarlo? Sólo un pequeño consejo: que no sea el primer libro del autor que leamos; dejemónos empapar antes de su peculiar universo dialéctico, de sus filias y sus fobias personales, de sus paradigmas omnipresentes que siempre dejaban sensación de firmeza, aun cuando uno no estuviera de acuerdo. Dejemos para el final este libro, no para cuando apreciemos la calidad de la literatura de Montalbán, sino para cuando la miremos con cariño.
(Un día, un libro 44/365)
2 comentarios
plas, plas, plas.
Con cariño es como tú has escrito este post.
Ay que me sonrojo….